Por: Juan Santos

Con la sombra de la guerra de Ucrania en la cabeza, una semana más, los primaduroverales seguimos con la rutina de nuestros relatos. A veces cómicos y a veces trágicos como la vida misma. Con la diferencia de que en la ficción estamos a salvo y en la vida real nunca se sabe.

Como se acercaba el jueves y solo había pocos relatos para comentar, Pura se apresuró a enviarnos uno especial de la escritora canadiense Mavis Gallant, titulado «Voces perdidas en la nieve» que algunos leímos a marchas forzadas.

La tarde se presentaba tranquila, iniciando Alberto Jesús Vargas su lectura con el relato «Pasos perdidos» escrito en tercera persona, omnisciente, con la participación de un personaje del cuento de Paco y en un escenario con la nieve de trasfondo.

El relato cuenta el problema que les surge a dos hermanos cuando se muere su madre (compañera y cuidadora de su marido) y son ellos los que se tienen que hacer cargo de su padre, un hombre mayor con la facultadas físicas y mentales menguadas. La discusión con sucesivos reproches y la justificación de que a ninguno de los dos le bien cuidarlo es oída por el padre en la habitación contigua. Al día siguiente, aparece el pobre anciano helado en un banco del parque, quedando abiertas las razones. Un relato conmovedor muy bien escrito, sin escapar de algunas críticas, referentes al exceso de diálogos y la escasa participación del padre. La excelencia del segundo párrafo fue unánime por todos los presentes.

“Los dos hermanos volvían a enfrentarse. Bien es cierto que entre ellos nunca existió la más mínima afinidad y que sus vidas de adulto había tomado rumbos divergentes. Si esa tarde se veían obligados a tratarse era por un único motivo:  Hay que hacer algo con papá. Aquel hombre que un día fue grande y poderoso a sus ojos de niños, había ido perdiendo en los últimos años sus capacidades mentales hasta quedar convertido en una ausencia hecha cuerpo viviente. Un cuerpo arrugado y consumido, capaz de seguir latiendo, pero no de reconocer ni de reconocerse y quizás, ojalá, incapaz de padecer…”

A continuación, con el título de «Custodia compartida», Pablo Frías nos leyó un microrrelato que se había quedado pendiente, de los dos que había escrito para la semana anterior. A pesar de sus escasas 150 palabras, nos llevó un buen rato analizarlo, porque estando bien escrito y con un título que lo dice todo, hubo varias interpretaciones, con la correspondiente polémica de echar un niño por la ventana envuelto en papel film como si fuera un bocadillo. La separación de una pareja con un niño, que en principio se supone que debe ser traumática, visto así, nos suscitó una sonrisa que nunca viene mal.

“»Tíralo que lo cojo», y añado tras calcular la trayectoria, «pero lánzalo con fuerza, no vaya a golpear el toldo del primero». Lo que me faltaba, otro vecino en contra. Estela tarda demasiado, poniendo a prueba mis nervios, aunque al atraparlo entiendo la razón: lo ha envuelto con film transparente.”

Carlos Cerdán, siempre dispuesto a leernos sus particulares pasajes bíblicos, en esta ocasión le tocó recordarnos a Abraham. Fue valiente al contarnos el sacrificio de Isaac con el mismo tono de humor que nos tiene acostumbrados con otros acontecimientos del Antiguo Testamento. Con su ágil narrativa y sus diálogos cargados de ironía quiso minimizar el dramatismo de esta prueba divina, y aunque dio de beber vino al niño, el texto es demasiado fiel al original y nos quedamos con gana de ver un Abraham desobediente, que se hubiera rebelado en contra del mismísimo Dios. Eso no quita de que estuviéramos de acuerdo con Carlos en que Dios, si hubiera tenido un hijo carnal, en ese momento, hubiera sabido lo que se quieren y no habría puesto a Abraham en ese aprieto.

“Finalmente llegaron al paraje indicado por Dios, erigieron un altar y acomodaron la leña. Isaac estaba confuso pues no veía ningún animal alrededor, pero no se atrevió a preguntar de nuevo.

– Hace calor – dijo Abraham – ¿Tienes sed? – le preguntó a Isaac ofreciéndole un odre.

Nada más beber un sorbo, Isaac lo escupió.

– ¡Padre!, esto no es agua. Es vino.

– Vaya, me habré confundido. Pero si tienes sed puedes beber.”

Cuando llegó el momento de comentar el relato elegido por Pura «Voces pedidas en la nieve» de Mavis Gallant, sucedió que muy pocos de los presentes, habíamos tenido tiempo de leerlo. El sondeo que se nos hizo sobre nuestro parecer, dejó mucho que desear. La primera impresión se dijo que es un cuento denso, ambientado entre guerra, donde prevalecía una educación eduardiana, escrito por una niña criada por su abuela, con una madre demasiado pegada a la lectura de libros, y un padre supuestamente amante de su madrina.

Dado que en una primera lectura no nos gustó mucho, Pura, en total desacuerdo, ordenó leerlo detenidamente, para sacarle el verdadero jugo que tiene. Es sabido que la autora fue gran maestra de la premio novel Alice Munro y merece un respeto toda su obra, que no puede examinarse a la ligera. Con esta consigna, quedamos emplazados a la próxima semana para comentarla como es debido. Para ello se nos asignó a cada uno de nosotros una parte los comentarios. Por tanto, emplazo al próximo cronista a contarnos lo que de este relato se diga en la próxima clase.

Y deseándonos un pacífico y buen fin de semana, nos fuimos desconectando poco a poco.

Por PDV

6 comentarios en «Voces y pasos perdidos»
  1. Se nota que no perdiste detalle del taller del jueves. Es interesante observar como los diversos puntos de vista de cada uno matizan los aspectos de una misma sesión.
    ENHORABUENA Y GRACIAS JUAN.

  2. Juan, siempre me sorprendes para bien en las crónicas. Me pareces aquí otra persona, no mejor, eso es imposible, pero sí diferente. Buena crónica, Juan.

  3. Aunque me incorporé tarde a la clase con excelente descripción de Juan me doy por enterado. Interesante reflexión al inicio de la crónica.

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