Por: Susana de la Higuera

En este mes de enero tan aciago, las tardes de los jueves se agradecen como un bálsamo necesario para tanto desasosiego.

Comenzamos la sesión con una nueva escena del capítulo 4 de la ucronía de Luis Marín, que da continuidad a la de la semana pasada. Luis sabe mantener una ambientación maravillosa; aquí adopta un tono más pausado que nos permite disfrutar de la relación de los niños con el padre y Manuel va tomando más protagonismo. Se trata de una escena corta que refleja un tiempo indefinido, de varios días o una semana, lo que dio lugar a un interesante debate sobre cómo englobar un tiempo elástico en una escena breve. La escena corre el riesgo de que la acción se estanque y por ello Pura nos recordó que cuando presentamos dos historias con un tiempo largo es importante elegir bien qué momentos vamos a contar con detalles y hechos. Se valora la lectura fluida de la escena y que esta apunta ya con acierto el inicio del tema social de la novela sobre el problema de las tierras. Algunos compañeros más curtidos en la vida del campo aportaron unas observaciones prácticas sobre el cuidado de los olivos y los horarios de labranza.

Al final volvimos a reflexionar sobre la estructura que ha de tener una ucronía y Pura nos aclaró que no existe un esquema fijo, sino que depende del autor.

Aquí una muestra de esta gran ambientación:

«Pero el que le llenaba de esperanza era Manuel. Era espabilado el chiquillo y siempre tan servicial. Le traía un vaso de agua cuando notaba que se le secaba la boca, y luego volvía con una servilleta para secarle la comisura de los labios. Siempre atento a todo. Antonio veía como escuchaba las conversaciones de sus padres, como si estuviera distraído, pero al cabo del tiempo notaba reacciones inesperadas que por necesidad tenían que venir de aquellas escuchas infantiles. A Antonio se le caía la baba cuando le veía hacer las cuentas cada día con más destreza. Le animaba a que estudiara todo lo que pudiera. Para vivir en el campo, además de fuerza hay que tener conocimiento, saber lo que a uno le interesa y buscarlo, sin atropellar a los demás, eso sí, le decía a veces».

A continuación entramos de lleno en los deberes de la semana: un relato en tono periodístico inspirado en una fotografía de la explosión de la calle Toledo del 20 de enero. Quedó patente el desconcierto que nos supuso a todos el formato solicitado. ¿Qué es un relato en tono periodístico? Así leímos tres textos que, cada uno a su manera, incumplían las condiciones requeridas.

Por un minuto de Juan Santos nos ofrece un magnífico relato sobre el suceso de la explosión, pero en absoluto un texto periodístico. Es un cuento bien estructurado que narrar en tiempo real y muy corto cómo el instante de la explosión sorprende a una madre que regenta un restaurante a pocos metros del lugar del suceso, justo cuando su marido vuelve por la calle Toledo después de recoger a su hijo del colegio. El relato es espontáneo y plasma muy bien esos instantes de incertidumbre y angustia. Aunque no es un texto periodístico, recoge a los personajes de la foto.

«María, agarrada de Juan, ha roto a llorar. Cruzan la plaza, saltándose los semáforos del Paseo de los Olmos y de la Ronda de Toledo. Hay desconcierto. Los bomberos que han oído el estruendo desde su propio parque, corren presurosos hacia el lugar de la explosión, pisando cascotes de escombro y esquivando a las personas que huyen despavoridas en sentido contrario. Las sirenas de la policía aumentan el pánico de los viandantes«

En un ejemplo opuesto, abordamos Incendio de Ignacio Soto. En este caso no hay conflicto y no es un cuento. Se trata de una descripción con muy  buena prosa de la fotografía y un homenaje a los servicios públicos, en dos partes muy diferenciadas.

«Ni el riesgo, ni los recuerdos ni el pánico que rodea toda la escena van a impedir que los servidores públicos realicen su tarea, callada, anónima. Desconocemos su rostro, su nombre, es un bombero, un policía, una enfermera, una doctora. No tienen nombre ni rostro, pero son los que nos socorren, los que nos ayudan, los que nos curan y nos protegen. Son los héroes y heroínas que siempre acuden, que siempre están cuando los necesitamos«

Después de la dureza de estos dos textos, Fernando Jiménez nos ofrece El caso La Paloma. Aquí tenemos otra vuelta de tuerca sobre el “no relato en tono periodístico” con un cuento sobre el suceso con un periodista como protagonista. Nos presenta un relato divertido sobre el “imprudente” Prudencio, una especie de “Torrente” periodista, responsable de la sección de necrológicas que descubre a su pesar el scoop de su vida, pero termina abocado a huir del país para salvarse de una extraña conspiración (¡con la Iglesia hemos topado!). Al cuento le falta desarrollo, pero Fer ha logrado crear un personaje maravilloso que pide ya más andanzas.

«Prudencio apuró su cuarto coñac y salió del bar para intentar averiguar algo más. Se acercó a un grupo de periodistas que rodeaba  a los máximos responsables del ayuntamiento y oyó como se afanaban en desmentir la  versión de la bomba. Logró hacerse un hueco entre los reporteros y dirigiéndose al alcalde le dijo que  tenía una grabación del autor del atentado. En ese mismo instante  dos tipos muy corpulentos sujetaron a Prudencio, cada uno de un brazo y lo llevaron en volandas hasta introducirlo en un todo-terreno negro con los cristales tintados«

Para rematar una tarde intensa, Carlos Cerdán nos leyó Una charla padre e hijo, ya fuera de los deberes. En un género que los anglosajones llaman “coming-of-age” (el paso a la edad adulta), nos presenta la típica conversación padre/hijo en la que al final el padre reconoce a su hijo cierta verdad que convierte al hijo en adulto.  En este caso Dios y Jesús. Se trata de un texto muy logrado que combina a la perfección el humor y la reflexión más profunda. Carlos consigue además el difícil reto de ofrecernos tres páginas de diálogos ligeros, que fluyen con increíble naturalidad. Un cuento que nos hace sonreír en una primera lectura y luego nos lleva a una reflexión más profunda sobre la evolución humana y la religión.

«El ser humano necesita creer en algo superior a él porque teme a la muerte, no puede entender que al morir todo se acabe. No lo acepta, por eso imagina otra vida en el más allá. No entiende que el sentido de la vida es la vida en sí misma. Por esa razón crea y cree en dioses. Y yo no puedo cambiar nada de lo que ellos hagan. Solo existo en su corazón y el día en el que ninguno de ellos crea en mí desapareceré al igual que ha sucedido con otros dioses como Zeus, Odín, Ra, Merodac y tantos más«

Después de una tarde muy completa, no sabemos si tenemos claro el concepto de relato en tono periodístico: un titular que sirva para contar una historia con un conflicto de cuento, pero en tono periodístico. Veremos en las próximas sesiones si nos ha quedado más claro…

Por PDV

9 comentarios en «Ucronía, relatos periodísticos y una gran revelación»
  1. Excelente estreno cronístico.
    Es muy gratificante comprobar que las nuevas incorporaciones al taller, vienen pisando fuerte.
    Enhorabuena Susana.

  2. Susana, me uno a mis compañeros en el aplauso de tu primera crónica. Aunque sea la primera en nuestro taller, se nota que tienes tablas y has pasado la prueba con muy buena nota.

  3. Muchas gracias a todos por vuestras buenas palabras. Estoy encantada de formar parte de este club tan majo. Intento aprender de los maestros y soy muy disciplinada (ejem), así que respetaré todos los turnos de cronistas, como tiene que ser…

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