Por María Isabel Ruano
La lectura de la primera novela de Josu, Txo, Andoni, déjame tu azcana, tal vez por deseada y por haber participado muy de cerca en su puesta de largo, la leí deprisa, con deseo de conocer a los personajes y las vivencias por las que atravesaban. Cuando se aproximaba el final de la lectura me paré, decidí buscar la luz, repasar sus retratos, su psicología, la búsqueda de la libertad, el riesgo y sus desafíos, las peculiaridades de una época no del todo desconocida, el paisaje de mar, de las calles viejas, de los acantilados, del puerto que con su peaje alimentaba a unos y sublevaba a otros. Decidí contemplar de nuevo el viaje del protagonista que, próximo a su retorno a la ciudad, estaba cerrando un ciclo muy importante de la adolescencia que había quedado sin resolver.
Sentada en un banco del parque me di cuenta de que a lo largo de las trescientas veintinueve páginas que componen la novela había aprendido a querer a sus personajes, comprenderles y entristecerme con el inexorable destino de alguno de ellos. El mismo que Unamuno perfilaba en sus historias por las que sus protagonistas difícilmente podían escapar de la tragedia. Sensaciones pues de tristeza, por la cruda realidad que describe, y de alegría, por ver el sueño de un compañero de letras hecho realidad, se han ido alternando en la lectura de sus páginas.
Un gran trabajo hecho con precisión, recuerdos nítidos convertidos en escenas, tiempos alternos que nos ayudan a conocer mejor al protagonista, Joseba, junto a descripciones precisas que ayudan a ubicarnos en el tiempo y los espacios de tal manera que despiertan en el lector los deseos de conocer Bermeo y sus alrededores.
El narrador en tercera persona testigo-omnisciente protege el ser íntimo del autor y nos permite adentrarnos en el mundo interior del protagonista como en un calidoscopio en el que se adentra a través de los recuerdos tomando distancia pero, en el que, sin embargo, y en simbiosis con el paisaje, podemos sentir muy cerca al autor, comprenderle e incluso adivinarle.
Puede decirse que se trata de una novela de viaje y no sólo por el que realiza Joseba a su pueblo para acudir al entierro de Andoni, amigo especial y líder de la cuadrilla en aquella época, sino de viaje interior, en la búsqueda de la propia identidad y de la serenidad que confiere enfrentarse a todo lo que, por las circunstancias, se dejó atrás de manera precipitada. Y a su vez, se trata de una obra de iniciación, tanto por la edad de los protagonistas como por ser la primera de Josu. Pero también de madurez tanto por la calidad literaria como por el desenlace.
¡Enhorabuena!
Digital imageMaría Isabel Ruano es miembro de la asociación Grupo de Escritores Primaduroverales.
Es coautora de los libros Primaduroverales, cuentos (2007), Madrid Sky (2013) y 2056 Anno Domini (2018). En 2019 ha publicado el poemario Entre el asfalto y el mar y en 2021 el libro de relatos Con nombre propio, ambos con la editorial Tierra Trívium.
Bonita reseña María Isabel. Se nota el cariño con el que está escrita. Habrá que saltar la lista de espera y poner esta novela en la próxima a leer.
Una maravillosa reseña,que a pesar de tu cercanía con el proyecto de Josu denota imparcialidad y buen criterio al acercarnos a esta ópera prima. Yo estoy inmerso en su lectura y seguiré te consejo de leerla con esas pausas necesarias.
GRACIAS M. ISABEL
ENHORABUENA DE NUEVO, JOSU.
Muchas gracias por la reseña Mª Isabel, me parece que has hecho un trabajo magnífico. Siempre será un placer enseñar Bermeo a quienes sintáis deseos de conocerlo.
Magnífica reseñan, María Isabel. En estos momentos, estoy inmerso en la novela. Lo que llevo leído me gusta, como era de esperar.
Buena y trabajada reseña M. Isabel. Nos metes de lleno en la vida de Joseba y los maravillosos rincones de Bermeo. Después de eso cómo no querer saber más sobre la historia de Joseba. Cómo no acordarse de la novela de Josu cuando visitemos Bermeo.
! Enhorabuena a los dos!