ACTA DEL JURADO DEL PRIMER CONCURSO DE ESCRITURA  

                      RÁPIDA ARGALIBRO 2019

El jurado compuesto por los miembros de la asociación Primaduroverales, doña María Sánchez Robles, don Juan José Valle-Inclán Bustamante y doña Alicia Gallego González, reunido en el día de hoy, 27 de Abril de 2019, ha resuelto que:

El segundo finalista y tercer premio es para Jazmín Olea Montesdeoca por su relato titulado El río.

El primer finalista y segundo premio es para José Ramón Vázquez por su relato titulado El tratamiento.

El ganador de este primer concurso de escritura rápida Argalibro 2019 es Santiago Eximeno Hernampérez por su relato titulado “Madres”.

Madrid, 27/abril/2019

 

Pura Simona de la Casa hace entrega del tercer premio a Jazmín Olea Montesdeoca.

EL RÍO

Jazmín Olea Montesdeoca.

Tercer premio I certamen de escritura rápida ARGALIBRO 2019

—“¡Hija, dime de una vez, ¿Qué fecha es hoy?!

—No importa. Hay que apurarse.

—¿Cuánto? ¡Ya no me aguantan las piernas!

—Hoy será 8 a 10. No sé.

—Cuidado con la piedra, que resbala.

—Ha de ser 6 hoy. Me dijeron que el 12 no iba a haber luna y todavía ayer quedaba bastantita.

—Me voy a morir antes de ver los coches.

—Mejor para usted si los coches no la ven nunca.

—Un día, me van a llevar en coche a mi nueva casa.

—Óiganlo, la reina.

—¿Cómo cuánta luna nos queda?

—¿Por qué?

—Pues para el 12 ¿cuánta luna nos queda?

—Hay mucha, pero no tanta.

—Qué tontas que son. Ustedes que tienen buenos ojos, tienen que fijarse en eso. Cuando vayan caminando, tienen que asomarse y ver si hay nubes y si hay luna y dónde se van quedando las luces.

—Si te separas tienes que saber cuánto llevas. Tienes que acordarte.

—Cuidado la rama, que está seca.

—Yo no quiero saber de eso. Me va a poner triste.

—Tenemos que saber.

—¿Para qué? Yo desde que salí no tengo mi mes. Los perros no me van a oler la sangre.

—Los perros no, pero cuando se vaya el frío los días se van a hacer más largos. Ya no te va a alcanzar la noche para cruzar.

—¡Por allá hay agua!

—Quieta. Y tú también. Ahí hay gente.

—Tú no sabes.

—Yo sé. Yo me conozco estos caminos.

—Si te los conoces tanto, ¿por qué no estás del otro lado?

—La vieron en la línea, antes del río. La flaca se cayó y le dispararon.

—Tú te callas o aquí te quedas.

—Ya, perdón.

—¡Qué sed!

—Pues a lamer las piedras.

—¡Espérenme!

—Ahí nos alcanzas.

—Hija, espérame tú.

—Aquí no nos podemos parar. No vamos rápido, nos alcanzas más arriba.

—Cuidado con las avispas.

—No soy tan tonta.

—Oye, y cuándo le dispararon…

—¿Qué quieres con…?

—Nada más quiero saber. A mí me dejaste cuando me vieron los perros.

—Luego regresé.

—¡Regresaste nada! Te regresaron. A la flaca, ¿cómo la dejaste tirada ahí?

—Yo quería irme. Creí que iban a matarme. No sé qué pasó.

—¿Y cuándo me dejaste a mí?

—Yo quería que te regresaran. Tú no tienes que estar aquí. Tú no vas a aguantar el río.

—Ni sabes nadar.

—Pues que se quede mi cuerpo al fondo. Mejor ahí adelante que allá atrás.

—¿Qué van a hacer cuando se llene el río?

—¿Cómo?

—Cuando se llene y las que vienen no tengan que nadar y caminen sobre las que nos hundimos.

—Les van a disparar sin barcos, caminando.

Por PDV

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