Este último jueves fue una tarde de morlacos. Me refiero, claro, a los proyectos de novela con ucronía que fueron presentados y que en su gran parte fueron devueltos a los corrales.
A pesar de las inclemencias temporales localizadas en el interior de nuestra pequeña aula, tales como exabruptos ciclónicos, tsunamis verborreicos o huracanados gritos como los de aquel viejo dibujo animado, pudimos avanzar en nuestra aventura de escribir una ucronía, bien como novela corta bien como conjunto de relatos. La imaginativa sugerencia de Pura para este curso es del gusto de la mayoría de nosotros y supone un reto que, con toda seguridad, nos va a hacer pasar muy buenos ratos en el taller.
Como no podía ser de otra manera, la propuesta de estructura que nos mandó Pura por correo no había sido tomada en cuenta por ninguno de los participantes. Eso sí, todos hicimos propósito de enmienda y nos comprometimos a hacer un organigrama para que luzca en próximas tardes de gloria.
El primer manso que apareció por chiqueros era de la afamada ganadería de Luis Marín, nada más asomar las astas mostrando un remedo de “introducción” se le dio un puyazo sin pases previos y se hincó de rodillas. Prohibidas estructuras que incluyan capítulos introductorios ni presentaciones; los personajes deben de conocerse por lo que hagan o por lo que digan. Tomamos nota. No obstante pudimos apreciar buenas maneras en el bicho y será interesante la novela pensada por Luis: La historia de una familia campesina española en los años treinta y la alternativa que se desarrollaría si muere el padre.
El segundo de la tarde, con la prestigiosa divisa de Carlos Cerdán, fue recibido a porta gayola y con el propio impulso tomado con el primer capotazo se le devolvió a los corrales, el motivo: el primer capítulo no comienza por la noche. Visto desde arriba la trayectoria del toro fue como una lágrima cuyo extremo picudo coincidía con el portón de acceso al albero. En la grácil curva dibujada por el toro se pudo apreciar buen porte en los andares. La novela de Carlos versará sobre un vividor que se casa con la hija de un potentado y la alternativa que sería si huyese del altar antes del “sí quiero”. He aquí una parte de este primer capítulo:
“…
Le sudan las manos, el cuello de la camisa le oprime la garganta como si de repente hubiera menguado su talla, le falta el aire. Palpa su bolsillo interior, tal vez pueda ir un instante a la sacristía y meterse una raya, empieza a necesitarlo. En ese momento el órgano de la iglesia comienza a sonar, es el trueno que anuncia la tormenta. Todo el mundo se pone en pie y mira hacia la entrada. Todos menos él que se fija en su madre “aún estás a tiempo” lee en sus labios.
…”
Al tercero, un zaino de las dehesas de Paco Plaza, nada más asomar la cabeza por el coso la mula del picador le atizó tal coz en el hocico que le hizo dar un mortal de espaldas con medio tirabuzón, de forma que quedó de pie y perfectamente enfilado para el pasillo de vuelta al toril. La pirueta fue tal que si lo hubiera visto un ojeador del Cirque du Soleil se habría llevado al toro para el número de los trampolines. El por qué: un texto demasiado denso. Para decir que Antonio González se fue una noche a darse un pico debajo de un puente da más vueltas que un molino y, además, un cajero de un banco no puede estar en un chamizo, ni en un chiscón, ni en un cuchitril, ni en un esquinazo. Para la próxima corrida me temo que no va a haber ningún cajero automático.
El cuarto, un ensabanado del hierro de Juan Santos, mostró su bravura pero tras las primeras verónicas empezó a flojear de los cuartos traseros y tuvieron que salir los bueyes. Motivo: uno que se está muriendo no puede estar mirándose en el espejo ni asomado a la ventana. Aun así, la fiera evidenció su buena casta. El argumento que defiende Juan es la vida de un hombre que en su lecho de muerte se arrepiente de sus maldades y que al reencarnarse tiene la oportunidad de corregir sus errores en una nueva vida…, pero la cabra tira al monte. He aquí un ejemplo de la preciosa prosa de Juan Santos:
“…
¿Y si fuera verdad la teoría de la reencarnación? Por un momento, Matías siente alivio pensando en Platón. Se aferra al sentido de la continuidad. Sigue con el Cristo en el pecho, pero prefiere creer que mañana, su alma viajará a un nuevo cuerpo, donde podrá aplicar la lección que le ha proporcionado su existencia. Sabe que tendrá que beber en las aguas del Leteo y lo olvidará todo. Mas no beberá con las dos manos. Apenas tomará un sorbo, ha de quedarle, al menos, una chispa de recuerdo.
Sus últimos pensamientos son para su madre. La fiel compañera que siempre estuvo a su lado en la distancia. Tal vez, ahora, su espíritu se halle esperando su alma en el cabecero de la cama.
…”
Tuvimos el placer de recibir en el taller a Crispatri, una amiga de Julio. Es escritora y tiene un blog con sus poesías. Esperábamos escuchar se sus labios algún relato suyo, pero el temporal que arreciaba en el aula no ayudó a que nuestra invitada venciera su timidez. Ha prometido que lo hará en próximas visitas.
Ante un breve debate sobre porqué escribimos quedó claro que en nuestro taller escribimos para divertirnos y para compartir nuestra obra con los compañeros del taller y sin la pretensión inicial de que nuestros relatos salgan más allá de nuestro círculo. Nuestro público objetivo, de entrada, somos nosotros mismos.
Francisco Plaza es coautor de los libros de relatos Magerit. Relatos de una ciudad futura, publicado con la editorial Verbum, y 2056, Anno Domini.
Bien toreado, Paco, gracias por la crónica
Entre cornadas y derrotes salimos saltando la barrera. Gracias Paco
Pero Paco, qué conocimiento taurino. Se merecía la tarde un buen maestro de lidia como tú. Ole, ole y ole.
Una crónica soberbia, Paco. Oleeeeeeeeè!