Por: Juan Santos
Parece que el tiempo no pasa, pero la verdad es que llevamos seis jueves sin aparecer por nuestra aula del centro Abogados de Atocha. Menos mal que las nuevas tecnologías, nos están permitiendo de manera virtual seguir con nuestras clases. Además, como las musas no pasan controles, solidarias con la causa, nos visitan cada día para inspirarnos a escribir nuestro acontecer diario. Relatos cortos entre lo ficticio y lo real. Absorbidos por esta corriente de ideas monotemáticas del confinamiento, casi todos hemos parado nuestras ucronías, tal y como se han parado tantas otras actividades de nuestro país. No ha sido el caso de José y de Luis, que fieles a sus novelas, y al margen del diario, no las han abandonado.
Ayer, a la hora habitual, nos fuimos conectando a zoom con dos temas prioritarios sobre la mesa: un nuevo capítulo de Luis Marín y el comentario de un relato corto de Cesar Vallejo, titulado Paco Yunque. El resto del tiempo, si sobraba, lo dedicaríamos al repasar algunos de los diarios, que por su originalidad y excelencia, también merecen ser comentados.
Pero no hubo lugar, porque el capítulo de Luis dio para mucho. El propio autor nos puso en antecedentes de que era un capítulo que no sabía dónde encajarlo dentro de su novela. Puestos a analizarlo, todos coincidimos en su buena redacción, con un tono y un ritmo adecuado y con unos personajes muy bien dibujados. Eso que se atrevió a emular el estilo del Desierto de los tártaros, alternando el pasado con el presente.
Pero como al taller no se viene sólo a recibir honores, enseguida llegaron las críticas constructivas. Alguien preguntó si todos los personajes que está definiendo, de manera tan exhaustiva, van a tener peso en la novela. También le sugirieron que detallara la geografía de los lugares, como dónde se ubica la bodega. Y que cambiara la expresión “aquellos tiempos” porque aleja demasiado la acción. Estuvimos de acuerdo en que el personaje de Encarna, queda un poco suelto. Esa chica frívola del barrio la tiene que recuperar. La historia referente a las hermanas es maravillosa, pero innecesaria si no va a tener continuidad. La consigna de Pura, aunque iba dirigida a Luis, todos dimos por aludidos. El capítulo en sí, le gustó mucho, pero ve cierto desorden en el conjunto global. Tiene que replantearse cómo va a ser la novela y sobre todo tener claro cuál es el TEMA. Si el tema es el desarraigo, debe centrarlo, porque no es igual en el pueblo que en Madrid. También tiene que saber cómo y dónde quiere que acabe la novela. Comentó Luis que tiene cinco capítulos incompletos, así que con los de antes y con éste, ya tiene trabajo para no aburrirse. He aquí un párrafo de Luis.
“Manuel mira la maleta vacía abierta en la cama. Se deja caer en la única silla que hay en la habitación. Mira el tazón que doña Irene ha dejado en la mesilla y recuerda sus palabras, “¿te vas a rendir?”. Toma un sorbo que le quema la lengua. Sopla repetidamente el caldo y lo toma muy poco a poco. Cuando lo termina se siente reconfortado, mira una vez más la maleta, la cierra y la vuelve a colocar en lo alto del armario.”
A continuación, cambiamos de tercio, para hablar de Paco Yunque.
El sentimiento general de la lectura de este relato, fue una interesante lección de literatura. En un espacio reducido a un aula y a un patio del colegio, Cesar Vallejo nos cuenta la historia de Paco Yunque. Su forma magistral de construir los personajes, con un par de detalles, es digno de admiración. Frases cortas, repeticiones y con algunos localismos peruanos, van dando vida, de una forma muy sencilla, a una situación de maltrato. A opinión de Vicente, el autor se baja a la altura de un niño para contar la historia. Perspectiva que le da un punto más de indignación. Paco Yunque, un niño provinciano y pobre, es maltratado por Humberto Grieve, un niño rico, ante la pasividad del profesor. Se cuestionó si la injusticia emanada del profesor era propia o forzada, porque también temía al padre de Humberto. Casi todo coincidimos con la segunda apreciación. Hubo referencias al libro de Los Santos Inocentes y a Una poética para bravucones. Es la eterna escena de la humillación del rico hacia el pobre. La obediencia y la humildad ante la violencia y el odio de los poderosos.
Analizando si este narrador, en tercera persona, que lo sabe todo y que entra en la conciencia de los personajes, es omnisciente o no, se nos cortó la comunicación y no hubo tiempo para más. Eran las nueve, la hora de tomarse la cañita. Yo estoy seguro que alguno se tomó dos, pero bueno, como pagamos a escote, cada uno que se tomara las que quisiera.
Dejo aquí los primeros párrafos, donde ya se vislumbra el tono del cuento.
“Cuando Paco Yunque y su madre llegaron a la puerta del colegio, los niños estaban jugando en el patio. La madre le dejó y se fue. Paco, paso a paso, fue adelantándose al centro del patio, con su libro primero, su cuaderno y su lápiz. Paco estaba con miedo, porque era la primera vez que veía a un colegio; nunca había visto a tantos niños juntos. Varios alumnos, pequeños como él, se le acercaron y Paco, cada vez más tímido, se pegó a la pared, y se puso colorado. ¡Qué listos eran todos esos chicos! ¡Qué desenvueltos! Como si estuviesen en su casa. Gritaban. Corrían. Reían hasta reventar. Saltaban. Se daban de puñetazos. Eso era un enredo”
Una crónica fiel fiel a lo que pasó, que fue muy interesante y lleno de aprendizajes nuevos. Eso del TEMA… ¡qué razón tienes, Juan, en que todos nos dimos por aludidos! Muchas gracias por avivar nuestra memoria con tus palabras, una clase que gracias a ellas durará por más tiempo en el recuerdo. Un abrazo y, ¡una alegría que estés de vuelta con los relatos y diarios! Diarios que, por cierto, me encantan. Breves y con hondura.
Juan, has escrito una verdadera pieza literaria en esta crónica.
Buenísima la crónica, Juan, lástima no haber podido estar con vosotros
Muy buena idea la de continuar telemáticamente la actividad literaria ¡Que no pare la rueda! Y si eso fallara algún día, ya inventaríamos otra cosa.Será por imaginación en la Literatura…
Los días de clase son que terminan con una crónica de Juan son más divertidos que los demás.
Bien, Juan. El rey de la sencillez en este mundo tan complicado.