Por: Olga Torralba
Esta crónica, de principio de 2020, comienza en un taller de creación literaria, pero puede que en realidad sea el comienzo de varias crónicas si es que queremos jugar con la literatura emulando a Ítalo Calvino, que tiene el don de no dejar indiferente.
Antes de empezar a leer la crónica quiero que seas muy consciente de si es buen momento para hacerlo. Si solo tienes tiempo para una lectura “en diagonal” mejor déjalo para otra ocasión. Si por el contrario no tienes nada mejor que hacer, no tienes prisa, las condiciones de temperatura son las adecuadas, no tienes hambre, ni sed, ni ganas de todo lo contrario, entonces, te desaconsejo profundamente que dediques tu tiempo a ello. Es un momento ideal para hacer cualquier otra cosa.
Si aún estás leyendo, quedo eximida de toda responsabilidad, así que asumes tu imprudencia, así como los primaduroverales asistentes asumimos no salir indemnes de la primera hora de ayer dedicada a SI UNA NOCHE DE INVIERNO UN VIAJERO. ¿Son principios de novelas o son cuentos? ¿Un yo? Un narrador oculto tras una segunda persona. ¡Hay rasgos de primera persona! Puede haber un tú sobre el hipotético yo, con una focalización. ¿Aún sigues ahí? Mérito tienes…
Todo esto se lo consentimos porque le agradecemos a él y a otros autores de su época esa ilusión por inventar formas de narrar. Porque lo consideramos un homenaje a la lectura, un recorrido por las maneras y posiciones de enfrentarse a tan delicioso momento. Pero Ítalo Calvino en esta novela además nos coloca en la ficción, nos muestra la riqueza de escribir, las alternativas que vas dejando según avanzas para irte quedando con la deseada.
Encontramos, arropadas entre sus letras, influencias de Borges en sus juegos de narradores, relojes, espejos, fusión y confusión de tiempos. Y cómo no, un atisbo de ucronía.
Como conclusión sobre lo inconcluso sospechamos que el amor por los comienzos es el reflejo del amor por la lectura. ¡Ay esos principios maravillosos!
Tan maravilloso como fue escuchar el principio de la novela de nuestro compañero José Sainz de la Maza, que en su voz envolvente notamos cómo mima a sus personajes, y podemos disfrutar de su minucioso trabajo que queda patente en una redacción cuidada que da lugar a un texto íntimo, reflexivo, denso, con un diálogo bien utilizado.
José ha decidido trabajar alrededor de emociones complejas desde el duelo, el miedo como proceso y otras que empiezan a desvelarse pero que yo no pienso contaros. Nos mete por charcos y nos caen hojas amarillas. Por algo será. Los textos de José están pensados y todo tiene su esencia y su presencia. Son para disfrutarlos. ¡Ni se te ocurra leerlos en diagonal!
“Sale del cuarto de baño envuelta en su albornoz. Pero cuando está frente al espejo que ocupa toda la puerta de su armario, se lo quita y antes de sacar la ropa y vestirse, observa su cuerpo. Se demora unos segundos, piensa en lo que decía Nico cuando la veía desnuda y sonríe. Nico ya no está.
Tarda poco tiempo en vestirse. Impermeable, botas y un cómodo bolso de bandolera. Antes de abandonar el dormitorio, vuelve a dejar el albornoz en el cuarto de baño, alisa el cobertor de la cama y coloca la almohada en su sitio. Y después de una mirada rápida, alinea sus chinelas azules junto a la alfombrilla.
-Wanda, apaga todo, por favor, y conserva la temperatura ambiente. Seguramente regrese tarde. Llevo el dispositivo por si tienes que contactar.
La calle está llena de hojas secas, pero la temperatura se ha moderado. No hay viento ni llueve. Son las doce de la noche. “
De un comienzo a un sentido final.
Manuel Pozo nos hace partícipes de un homenaje muy especial. Un adiós. Recuerdos de alegrías y fiesta para llegar a una lenta y anunciada despedida.
“Se está muriendo poco a poco. Yo soy un poco mayor que él, solo un poco, no lo bastante para que se note la diferencia de edad entre nosotros, por eso es mucho más doloroso vivir su agonía. Pienso que lo mismo me puede estar pasando a mí, que yo también me estoy consumiendo y no me doy cuenta, porque el tiempo pasa igual para todos, aunque es verdad que los últimos análisis que acabo de recoger me dicen que estoy sano como un roble y que no tengo que preocuparme por mi salud. Pero él está cada día un poco más enfermo, un poco más desmejorado, y de eso se da uno cuenta con echarle un simple vistazo.”
“Le miro y pienso en los días de partido. En los mares de gente que bajaban hasta el río para entrar por una de sus puertas, en sus colores rojiblancos que le alegraban la tarde a cualquiera. Pero ha enmudecido. Ya no es él. Se está derrumbando poquito a poco, han trazado la vieja autovía de nuestros juegos por mitad de su césped, y un día, quizás antes de acabar el verano, ni siquiera se le podrá identificar por haber perdido sus vigas soberbias, su fachada acristalada y su traje de color gris. Pasaré junto a él y veré sus ruinas, y las máquinas trabajando, sacando tierra. Y algún tiempo más tarde veré inmensas torres de pisos, y quien sabe, quizás un supermercado en la portería en la que cantaban sus goles Gárate, Futre y Luis Aragonés, y lloraré como lloraron los hinchas de San Lorenzo de Almagro cuando vieron un Carrefour en el viejo estadio de su equipo en la avenida de la Plata.”
Personificación de un estadio a través de las emociones, de unos ojos que han “crecido” mirándolo. De unas miradas que vuelven a ser chiquititas, que le despiden aguantando las lágrimas.
“Mares de gente que bajaban hasta el río”. Os habíais fijado, ¿verdad? Cuánto dice con ocho palabras en su relato DEMOLICIÓN.
Y para terminar abriendo os informo, invito, propongo: la fecha de entrega de premios de MADRID SKY 2020 será el 18 de junio. Sin duda disfrutaremos de una selección de cuentos y de autores tan maravillosos, como en anteriores ediciones.
Muy buena crónica Olga. Original.
Muy bien redactada la crónica, a tu estilo, y animando a culquiera na leer esa obra de Italo Calvino, de la que ya he oído hablar. Y aplaudiendo a esos no menos buenos autores José y Manuel que también van para la fama.
Olga, has puesto el nivel de la crónica semanal a una altura que puede ser difícil de alcanzar. ¿Has pensado que algunos no pasamos de los 170 cm?
Un beso, bonita.
Me pierdo las mejores. Me cachis. Gracias, Olga, por tu sensacional crónica.
Estupenda crónica, Olga, y eso que tratándose de Calvino la cosa no estaba fácil.
Una magnífica crónica que hay que leer despacito, disfrutándola. Nos has acercado a ïtalo, hemos visto a la mujer del cuento de Jose en su dormitorio y hemos bajado al Manzanares con la hinchada colchonera. Una delicia
¿Y los que no pasamos del 1,60 qué hacemos
Una delicia leer tu crónica Olga
Qué bien, Olga, qué gusto esa invitación a la lectura sincera y sin prisas. Eso es un comienzo para una historia.
Qué buena pinta, Jose y Manolo, vuestras novelas!
Aprovecho para un abrazo
Pues sí, qué buena crónica, Olga. Te felicito. Y te animo a que sueltes esa ucronía que llevas ahí en lo jondo.