Un año más, y van cinco. Sentimos que cada año el compromiso es mayor y no podemos fallar a los finalistas. Algunos vienen de lejos y la mayoría se van con las manos vacías, por eso tenemos la obligación de ofrecerles un acto literario en el que ellos y sus relatos sean los protagonistas. El año pasado el listón lo pusimos muy alto, tanto en el sentido organizativo como en cuanto a la participación de concursantes. Para los años sucesivos nos gustaría mejorar los premios en metálico que ofrecemos, seguiremos trabajando para ello, pero de momento el presupuesto es el que aportan nuestros patrocinadores, que ya es bastante. Por eso tenemos que volcar todo nuestro cariño, nuestra ilusión y nuestro trabajo en un acto en el que los autores obtengan el reconocimiento por su esfuerzo creativo.
La ilusión que demostró el director de la revista Vinos y Caminos, Antón Alonso Suárez, patrocinador del primer premio, fue una pieza clave en el éxito del año pasado. Este año no ha podido acudir por motivos personales, pero ha estado magníficamente representado en el acto por Luis Gulín Iglesias, que también representaba a las bodegas Sameirás. La Academia Heisenberg y La Rebujita, han sido los patrocinadores del segundo y del tercer premio.
Nosotros también tenemos nuestro premio. Nos llevamos el cariño de los participantes y de los finalistas. Nos quedamos con sus palabras de agradecimiento. Nos quedamos con el hecho de haber conocido a unos escritores y unas personas que amplían nuestro círculo de amigos de la literatura. Y nos quedamos con uno de los momentos más emotivos de la tarde. La entrega del primer premio por parte de Luis Gulín a Xuan Folguera por su relato Rigor Mortis. A continuación compartimos el relato Rigor Mortis.
RIGOR MORTIS
Xuan Folguera Martín
Relato ganador del V certamen Madrid Sky
Tuve que irme a la cama para no flaquear. Las palabras que me escupió Sofía antes de marcharse habían sido tan duras y despiadadas que apenas podía mantenerme en pie. Sin embargo, algo me decía que, quizá, era lo mejor y que debía aceptar que lo nuestro –por fin– se había acabado. Esta vez, tenía que dejar que se marchara en lugar de llamarla o escribirle mensajes con el móvil suplicándole que volviera como había hecho antes.
Apenas pude pegar ojo esa noche, pero no flaqueé. Aunque la mañana me encontró todavía dando vueltas a las palabras de Sofía, no me acerqué al móvil. Quizá por eso, cuando me levanté somnoliento al baño y encontré al muerto, en un principio, lo achaqué a que todo había sido consecuencia de una alucinación por mi falta de sueño.
El muerto estaba sentado, apoyado en la pared del pasillo con las piernas dobladas y los codos sobre las rodillas. Con lo largo y oscuro que era el pasillo y el sueño que tenía, aún no entiendo cómo no me tropecé con él. Supe que era un muerto enseguida: lo delataba el olor a flores marchitas que le acompañaba.
Durante los primeros días, no le hablé a nadie del muerto. Aquella era la primera vez que me encontraba con uno. Tampoco era algo para presumir. Era consciente de que había mucha gente que los veía a menudo y también de que otros muchos son incapaces de verlos, a pesar de ser testigos de sucesos tan extraños como una repentina lluvia de sapos en el patio. Supongo que, estaba convencido de que, si lo ignoraba, se iría del mismo modo en que había llegado.
De hecho, solo se lo comenté a mi abuela cuando me enteré de que Sofía había rehecho su vida. O, al menos, lo estaba intentando con otra persona. La vi en la puerta del cine. De lejos. Yo salía del hipermercado con una bolsa de plástico llena de ambientadores para paliar el olor a flores marchitas que inundaba mi casa.
En su aldea, muchos aseguraban que mi abuela era bruja. Yo no lo sé. No entiendo de esas cosas. Lo único que sé es que siempre tenía consejos para todos. Para hablar con ella, tenía que acercarme al oído y gritarle, porque cuando enviudó, decidió quedarse, de forma voluntaria, medio sorda.
–Lo del muerto es cosa de la familia de tu abuelo. En mi familia nunca ha pasado –me dijo únicamente.
Un poco decepcionado –lo reconozco–, volví a casa. Aunque encontré de nuevo al muerto en el pasillo, debía de haberse movido: en su regazo tenía una caja de cartón con una pizza mordisqueada. Además, a su alrededor volaban decenas de moscas. No era el único cambio que descubrí: toda la casa estaba completamente desordenada, como si alguien se hubiera pasado varios días de fiesta. Le pregunté qué había pasado. El muerto me miró con sus cuencas vacías sin decirme nada. Sabía que tenía que ordenarlo todo, pero preferí acostarme. Aunque me tapé la cabeza con la almohada para aislarme, volví a escuchar las duras palabras de Sofía.
Por la mañana, me puse a recoger la casa. Me acordé de Sofía. Siempre la recogíamos durante el fin de semana. De todas las tareas, la que menos me gustaba era limpiar los baños. Aunque, desde que se marchó Sofía, nunca entré en el que ella solía utilizar, lo encontré sucio. El muerto debía de haber vomitado. En cuanto me puse los guantes para limpiarlo, comencé a escuchar música al fondo del pasillo. Alguien –o supongo que el muerto– había puesto a Chavela Vargas, de fondo. Me senté a su lado y me tendió la botella. El muerto me pareció mucho más agusanado que el primer día, como si se estuviera descomponiendo. Después de vencer el asco, pegué un buen trago a la botella. Era de tequila. Durante un buen rato, estuvimos bebiendo en silencio. De algún modo, intuía que aquella era su forma de despedirse de mí y que, en cuanto acabáramos la botella, el muerto aceptaría su situación y abandonaría mi pasillo.
Hola
Qué decepción encontrar un relato ganador que no llega a las 700 palabras y donde el autor utiliza ONCE veces el pretérito imperfecto: «ERA», y en 5 líneas, 5 veces. Poseemos el idioma más rico del mundo, y esto no le deben de olvidar los escritores, y mucho menos los miembros del jurado.
Saludos
«no lo deben de olvidar», perdón…. Y enhorabuena a los finalistas y participantes….
[…] Folguera Martín fue el ganador de la V edición del certamen Madrid Sky en 2018 con el relato Rigor Mortis. Su profesión no tiene nada que ver con la literatura, quizás por eso piensa que si no se es […]