Por: José Sainz de la Maza

La tarde ayer, a decir de más de un compañero, estuvo condicionada por la ausencia de alguien a quien este cronista profesa un afecto muy especial, Juanjo Valle-Inclán (¿por qué no viniste, Juanjo? ¿Es que no piensas en los compañeros?). Según opinión mayoritaria, esta ausencia influyó en la marcha del taller por dos motivos. En primer lugar porque todos nos habíamos leído las dos escenas de su novela que había remitido y nos quedamos con las ganas de mostrarle lo mucho que nos habían gustado. En segundo lugar porque al no leerse esos dos textos se dispuso de un tiempo-extra-para-lo-que-sea, que es una inesperada situación que, como todos sabemos, resulta peligrosísima.

Me gusta encontrar punto en común y los textos leídos ayer tuvieron uno que destacó con una mayor o menor presencia en las tres lecturas que se hicieron. Y ese nexo fue la comida, o mejor dicho, los alimentos delicatesen. Hubo un engañoso dedo de mazapán, unos sabrosos huevos a la flamenca y unas espectaculares galletas “María”.

dedosEl dedo de mazapán fue protagonista indiscutible del relato de Carlos Cerdán titulado “La petición”. Este cuento, que no tiene relación con su novela, se le ocurrió a nuestro compañero después de ver una película. Ya sabemos de las habilidades de Carlos para repentizar relatos de humor: ¿Y si en lugar de ofrecer a tu enamorada un anillo para sellar un compromiso matrimonial le ofrecieras un dedo? A Leire, la protagonista del relato, no le hizo ninguna gracia. Pero a Alberto, a quien no le dio tiempo de decirle a su frustrada prometida que el dedo no era real sino era de mazapán, no pareció importarle demasiado, se consoló de su pérdida comiéndose el dedo que, sin duda, habría salido de un obrador de Toledo. Un divertimento, dijo Carlos. Lo escribí así, para pasar el rato, añadió. Pero claro, como había tiempo-extra-para-lo-que-sea (por Dios, Juanjo, ¿tan importante era quedarse a trabajar?) el relato se sometió al correspondiente tercer grado (no el penitenciario, ese más bien tuvo que ver con el texto de Juan) y se afilaron navajas, aunque, todo hay que decirlo, a Carlos no se le amargó el dulzor del dedo de mazapán.

carcelJuan Santos nos ofreció un pasaje de su novela, que se corresponde con la salida de la cárcel del incorregible Matías, que parece que lo de la reinserción social no vaya con él. Con sus habituales redacción fluida y ágiles diálogos, Juan nos mostró los primeros momentos de la libertad condicional de su protagonista, al que su mujer agasaja con unos suculentos huevos a la flamenca que seguro que le supieron a gloria. Muchos acontecimientos importantes en poco espacio, le comentamos en el taller, pero como hubo tiempo-extra-para-lo-que-sea (no quiero resultar pesado, pero todos sabemos en quién estoy pensando) Juan se vio en la obligación de tomar apuntes a diestra y siniestra sobre cómo mostrar las relaciones familiares de Anselmo, Cristina e hijos, sobre cómo debería desarrollarse el encuentro con el amigo al que dejó tuerto y sobre el reencuentro con su ex-amante Carola. ¿Hijos adolescentes o veinteañeros? ¿Carola reticente o reincidente? ¿Amigo tuerto que perdona o que no perdona? Juan, pon a Anselmo a vender pollos en el asador y tú date un festín de huevos a la flamenca.

plantasRepitió Carlos Cerdán en la tarde de ayer. Nos leyó a última hora la segunda parte de del capítulo de Historias en el convento de la fase “huida” de la ucronía de Anselmo. Yo solo digo que este monasterio promete. Entre sonrisas beatíficas y canciones de George Harrison, los monjes se dedican al cultivo de especies herbáceas de efectos místicos y a la elaboración de galletas especiales. Tanto que consiguieron que Anselmo se quitara de la cabeza la persecución de que es objeto, disfrutase de la serena contemplación de la naturaleza y se recreara oyendo cómo los pajarillos canturreaban en el brocal de un pozo. Pero como dispusimos de tiempo-extra-para-lo-que-sea (…) se habló del personaje protagonista y se sugirió que el Anselmo casado tuviese un comportamiento distinto del Anselmo huido, para que la ucronía llegue a sus últimas consecuencias.

Y eso fue todo, aunque la verdad, he exagerado un poco.

Solo me queda dar la bienvenida a dos nuevos compañeros, Luis que ya nos había visitado con anterioridad y Juan Pablo, a quien de algún modo tenemos que convencer que el uso de estilográficas no implica la enemistad a muerte con el Word.

Un saludo para todos y, como siempre, que ustedes lo escriban bien.

Por PDV

8 comentarios en «¿Por qué no viniste, Juanjo?»
  1. Eso de amagar y no dar no está nada bien, Juanjo. De todas formas como podrás comprobar la gente no tiene sentido del humor, mira que hacerte responsable del «tiempo extra para-lo-que-sea»

  2. ¡Bien por tu crónica, José! Menudo recorrido detallado, crack.
    Estuvo bien la crítica pausada de los cuentos de ayer, aunque los autores salieron exhaustos, jajaja.

  3. Teníamos que haberle dado una oportunidad al dedo de mazapán de la madre muerta, al anillo que debía estar en ese dedo, pero se quedó señalando al ausente. Claro que con el colocón de hierba que teníamos todos, pues que de las risas no había quien nos sacara.
    Gracias, Jose por hacernos revivir la tarde tan al detalle.

  4. El tiempo-extra-para-lo-que-sea se ha divertido mucho con esta crónica. También con los textos de los compañeros que la sostienen. Es verdad que los cuchillos estuvieron muy afilados, pero como no suele haber-tiempo-para-nada, estaba la clase últimamente florida en exceso. ¿O no?

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