Por Josu Bilbao Munitiz

Una escritora neoyorquina entrada en años, solitaria, con mal carácter, una señora de figura bajita y rechoncha con aspecto de ama de casa tradicional: así se nos presenta la escritora Lee Israel caminando por las calles de un sórdido Manhattan de mediados de los 90 en las primeras escenas del biopic «¿Podrás perdonarme algún día?», mientras el espectador, agazapado en su confortable asiento, parece que lo único que puede esperar de la señora gris y triste es que le muestre como cocinar una tarta de ruibarbo para después sentarse ante el televisor a atusar a su gato en su pequeño y sucio apartamento de alquiler. Poco sospecha que la escritora le va a enseñar, en lo que dura un film, mucho sobre literatura y más sobre el trabajo del escritor. Aunque sea con falsificaciones de por medio.

Lee nació en 1939 en el seno de una familia judía en el barrio neoyorquino de Brooklyn y, tras la universidad, pronto comenzó a labrarse una carrera como escritora freelance de biografías. En 1967 escribió una reseña de Katherine Hepburn, a quién visitó poco antes de la muerte de su amante Spencer Tracy. El artículo se publicó en la famosa revista Esquire. De la actriz conservó una carta personal que Katherine le envió a Lee tiempo después de su entrevista.

Pero a finales de los 80 la musas dejaron de sonreír a Lee —atentos a las escenas frente a la página en blanco, aterradoras—. Cuando le echan de un insulso trabajo de supervivencia en una oficina, acude a su editora y aquí, una lección: le dice que su proyecto —una biografía sobre una escritora de los años treinta— no le interesa, que nadie compra ya libros de Lee Israel y que además, si no cambia de look, no recibirá ningún adelanto. Lo que le faltaba a la irascible y antisocial Lee. El mensaje de que las apariencias sí importan es contundente. Pero Lee no está dispuesta a ceder.

Desesperada, una tarde frente al silencio de la máquina de escribir y con un vaso de whisky, se fija en la carta de la Hepburn mientras su anciano gato maúlla quejándose. Lleva días enfermo pero Lee le debe dinero hasta al veterinario. Decidida, se lanza a una tienda de coleccionistas donde le compran la carta por un puñado de dólares con los que consigue curar al gato. Sin embargo, con la misiva, la escritora descubre lo que puede ser un filón: la posibilidad de falsificar cartas de escritores famosos y de venderlas como reales, para lo que se servirá de la ayuda de Jack Hock, un personaje de los bajos fondos con quien entabla una amistad poco convencional. En la más pura picaresca, Lee imita el estilo de prestigiosos autores como Noël Coward o escritoras como Dorothy Parker redactando cartas ficticias elaboradas con mimo y con oficio para lo que consulta en bibliotecas gruesos volúmenes sobre la vida de todos ellos. Abandonada por la inspiración para crear historias propias, se inventó las de otros, consiguiendo tal grado de verosimilitud que el FBI tardó en fijarse en ella. Su oficio como escritora de estilo quedaba a salvo. Su actividad como delincuente la llevó a juicio. Años más tarde Lee Israel recogió todas estas experiencias como falsificadora en su libro «¿Podrás perdonarme algún día?». Y se hizo famosa. A pesar de las apariencias.

Josu Bilbao Munitiz

Josu Bilbao es Licenciado en Periodismo y miembro de la Asociación de escritores Primaduroverales desde 2015. Es coautor en los libros de relatos «Madrid Sky» y «2056 Anno Domini». Además es un apasionado del cine.

Por PDV

8 comentarios en «¿Podrás perdonarme algún día? O las apariencias que importan.»

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *