Una tarde estupenda de lectura y análisis. Tres relatos más un trocito de novela. No va más. Estuvimos paseando o deambulando, alrededor de una estatua, y todo por acompañar a JuanJo Valle-Inclán. Ignacio Soto nos llevó por dos generaciones y la que viene, a pasear (¿o fue deambular?), de forma reiterada, por un recinto repleto de historia. Algo más tarde, nos fuimos a tomar algo en el ya conocido Pickwick cuando empezaba la madrugada, todo por no dejar solo a José Sainz de la Maza en un lugar de dudosa reputación.  Al final conocimos casi todo de Celia, con unas pocas pinceladas, maestras, de Carlos Cerdán. Vamos por partes.

El primer texto, ‘Recoletos’, traía la firma de JuanJo Valle-Inclán. ¿Qué diferencia hay entre deambular y pasear? Esta pregunta se la hace un personaje o transeúnte sin un destino claro mientras desgasta las suelas de los zapatos. Al poco se encuentra con una estatua (¿o es la estatua quien le encuentra a él?). Un estupendo ejercicio de ‘alter ego’, que es por donde andamos transitando estas semanas en el taller. Vemos una muestra:

“… Observar y si algo llama la atención escribirlo en el cuadernito de notas o en una servilleta al llegar al café. El inicio de una escena o el final de otra. Todo es inspiración. La temperatura del aire, la tipología de los personajes que cruzan de una acera a otra, los colores de las flores o los sonidos de las hojas al caer. A veces es mejor empezar una escena en un día de lluvia fina, otras, es conveniente terminar la escena con una tormenta…”

Ignacio Soto, que, aunque lleva poco en el taller, está empezando a acostumbrarnos a una cierta ilustración histórica en sus relatos. Ayer, precisamente, nos leyó su ‘Historia’. La vida de dos generaciones y la nueva, que ha de tomar el relevo, narrada a través de un curioso tratamiento del tiempo, según de los recorridos habituales que una familia lleva a cabo en un recinto que es parte de la memoria colectiva. El paso del tiempo se percibe por las enseñanzas del abuelo, después del padre y lo que tocará, a partir de ahora, al hijo. Un trocito del texto:

“… Los niños alborotados se situaban a la izquierda de la pintura y se iban trasladando hacía la derecha mientras el noble bruto les seguía con la mirada, algarabía, risas y burlas cejaban cuando entraban en el patio de los evangelistas y jugaban a esconderse entre los setos que rodeaban las cuatro fuentes y el templete central. Cada domingo de cada verano el mismo recorrido, las mismas paradas y el mismo cuadro, hasta que llego un domingo …”

José Sainz de la Maza nos trajo una parte del tercer capítulo de su novela, concretamente la mitad de la mitad. El texto, ‘Ténebris áurea’, nos sitúa de nuevo en el pub Pickwick. En este caso, a la una de la madrugada con las dudas de Eva, uno de los personajes centrales, haciéndose patentes, mientras ésta es observada por algunos clientes del lugar, especialmente por su gabardina fucsia. Prueba una cerveza, un poco amarga, que le sirve Marcela que, desde detrás de la barra, le facilita a Eva el resquicio para abrir una conversación, algo que tanto le cuesta. En este caso, José, nos propone un tono in-crescendo a lo largo del texto, hasta dejarnos a todos con ganas de saber cómo sigue la historia. Por poco lo castigamos a que nos siguiera contando, si no fuera porque el tiempo apremiaba, como siempre. Aquí un cachito:

“… Mientras Eva y el dueño del Pickwick intercambian comentarios sobre la afición de Charles Dickens a caminar en plena noche, hay otros clientes que la observan con más atención. A dos hombres y a una mujer, Eva les parece hermosa y apetecible, alguien con quien tal vez más tarde podrían entablar una conversación banal con un final que en este momento, se les antoja un enigma tentador…”

Carlos Cerdán, para acabar la tarde, nos leyó su ‘alter-ego’. Y para ello, como ya viene siendo habitual, utilizada pinceladas simples e intensas a la vez, con poco texto, para meternos en la vida de Celia, una mujer que lucha, o cree luchar, contra una situación, demasiado común, de maltrato. La ligereza del texto de Carlos es asombrosa como lo es la claridad y nitidez de lo que cuenta. Así empieza el relato:

Celia siente un intenso deseo de fumar, sale a la terraza para no dejar el olor del tabaco en el interior de la casa, a él no le gusta. Un escalofrío recorre su cuerpo, el tenue sol del final de la tarde resulta engañoso. “Ya no puedo fiarme ni del sol “sonríe con tristeza ante su tonto pensamiento. Tras una profunda calada que saborea con placer siente un pinchazo en la parte derecha de las costillas, un recuerdo sombrío cruza su mente. Lo ignora centrándose en mirar el ir y venir de las personas que caminan por la calle …

Bueno amig@s, esto es todo por hoy. No nos podemos quejar de la tarde en el Taller de ayer. Nos vemos la semana que viene, eso sí, a través de la pantalla.

Cuidaros mucho.

Por PDV

3 comentarios en «Pasear por la historia o deambular insomne, he ahí la cuestión»
  1. Estupenda crónica , con estilo y tono muy literario . Además, el valor añadido de unas ilustraciones reforzando los contenidos. Bravo. Gracias José Miguel.

  2. A veces parece poco creíble que todo lo que se cuenta en las crónicas tenga lugar en tan solo dos horas de tiempo cronológico… Pero ya sabemos que en literatura el tiempo se funde o difunde, implosiona o desaparece… Esas magias de las diferentes realidades que nos rodean. Bien, José Miguel.

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