Por: Aitor Manero

Aquí seguimos, una semana más, sin reblar ante las dificultades de las conexiones virtuales ni de los deberes del taller. Y es que nos gusta el riesgo. Ya lo veréis.

Pero lo primero es lo primero, así que damos la bienvenida a Dolores, que se asomó ayer a nuestra merienda literaria desde Murcia. Esperamos que le hayamos resultado interesantes (porque simpáticos lo somos, mogollón) y sea la primera de muchas tardes en Primaduroverales.

Y ya entramos en harina con las cartas que nos envía Alicia Gallego, un cruce de palabras entre una hija fiel a sus ideales y unos padres que la adoran a pesar de estos en uno de los momentos más crueles de nuestra Historia, en cuyas letras estaba impreso el miedo de no volver a verse. De tan bien que estaban, emotivas y duras, lo único que pudimos aportar fueron algún detalle histórico que, en realidad, no estropean el cuento. Un par de ajustes y arreglado.

«Tu  padre  sigue  sin  querer escribirte, dice  que  él no  te  dejó estudiar  para  que  te  marcharas  con  los  rojos. Ya lo conoces, siempre  con  la misma  cantinela, pero  estoy  segura de  que  estará  enormemente  dichoso  de  volver a verte. Cuando  le  leo  tus  cartas, a  eso  no  se  me niega, lo  miro de  reojo, y a pesar de  su  cara  de  enfado, siempre veo que  a sus  ojos  se  le  asoma  alguna  lagrimilla  que  seca  con disimulo«

Reflexionaba Manuel Pozo al hilo del trabajo de Alicia, pero que vale para todos, sobre lo bonito que son los relatos contados con cartas; y es que estas son muy sugerentes, ya que el lector rellena el resto de la historia con sus conocimientos y experiencias.

Luis Marín se apuntaba a los deberes de los relatos epistolares, pero sin dejar de lado su titánico esfuerzo con la novela que está escribiendo. En ellas, a través de las dificultades de Manuel para enviar dinero a su madre y sus planes de futuro, abunda en estos personajes que ya conocemos y da voz a dos secundarios. Además, contienen multitud de detalles y hacen avanzar la historia. ¿Dónde irán? Para eso, tendremos que esperar a que Luis acabe su novela.

«Me han hablado de un pueblo cerca de Madrid, hasta donde llega el tren con cierta frecuencia, donde se pueden alquilar casas como aquella en la que vivíamos en nuestra aldea. Se llama Pinto. Además, parece que podría haber trabajo para usted y tener animales que le den huevos y poder hacer de vez en cuando un arroz con conejo que tan bien sabe usted cocinar. Yo intentaría tener un palomar, ya sabe usted que siempre me han gustado esas aves Y aunque yo sólo pueda ir los domingos, también podría usted usar los pichones«

El único punto a criticar y que desató cierto debate es que al dar voz a sus personajes, y uno de ellos tiene dificultades a la hora de leer y escribir, el lenguaje de las cartas debería reflejar esta condición en la sencillez de las frases, el vocabulario que usa e, incluso, en que lo escriba él mismo, ella en este caso, expresando su inseguridad y pidiendo excusas por su modo de expresarse. Pero, a la vez, es meterse en camisa de once varas si el escritor no domina esta faceta, pues puede hacer más mal que bien. ¿Qué opináis vosotros? Tenéis los comentarios para hacernos llegar vuestros pensamientos y echar una mano a Luis.

Y ahora viene el más difícil todavía. ¿Os acordáis de que he dicho que nos gusta el riesgo? Pues riesgo son los nuevos deberes… ¡un relato por Whatsapp!

Ni corto ni perezoso, nuestro valiente Juan Santos se ha echado a la espalda la responsabilidad de abrir camino. Un error en el destinatario de un mensaje desata una ristra de mentiras que no pueden acabar bien. Sin embargo, el texto no acaba de ajustarse a cómo escribimos a través del móvil: frases cortas y directas. Aunque intentamos excusar a Juan y sus protagonistas, que tienen una edad (¡su coche es un Seat 1430!) y existe el Whatsapp Web para escribir parlamentos más largos y elaborados.

«Vicenta

Gustavo, cariño, me parece que se te ha ido el dedo. ¿Se puede saber quién es ese Sergio al que le debes dinero y por qué tiene las llaves de mi coche?

Gustavo

Perdona, he equivocado. El wasap no era para ti. Era para el mecánico. Llevé tu coche al taller y aunque ya lo tenemos reparado en nuestra plaza de garaje, no me dan las llaves si no le pago antes la factura. Y como puedes imaginar, a ver de dónde saco el dinero para este imprevisto.  Te lo pensaba decir a ti, en persona«

El siguiente en intentarlo fue Carlos Cerdán, que nos trajo un grupo de trabajo que se crea para hacerle el regalo de jubilación a un compañero… que resulta no ser tan compañero. En este caso, Carlos da con la tecla, pues la cantidad de personajes y las conversaciones cruzadas dan el dinamismo de la mensajería instantánea a su divertido relato.

Gerardo

A mi no me importa participar, pero os recuerdo que hace unos meses se jubiló Mariano y no le hicimos ningún regalo.

Pablo

Es verdad.

Paco

Ya, pero creo que Eladio es un buen compañero y se merece un detalle.

Asunción

Y además todo un caballero.

Luis

Podéis contar conmigo también, Eladio ha sido todo un currante.

Antonio

(Emoticonos de duda)

Marta

Asunción

Y además todo un caballero.

¿De verdad?«

Para terminar la tarde, no podíamos dejarnos en la cartera a un autor tan poco prolífico como Vicente Moreno. Si escribe, se lee. En esta ocasión, la nota de suicidio de una científica al juez en la que compara su vida con el viaje de la sonda espacial en la que ha trabajado. Un relato bonito y lleno de emoción en el que el principal acierto es el contexto: hoy, casi nadie escribe cartas y casi han desaparecido de nuestra vida, pero la despedida de un suicidio lo es.

«Desde entonces me quedé sola, con un brazo paralizado y casi sin poder moverme de la cama, con la ayuda intermitente de jóvenes enfermeras que hacen lo que pueden para intentar aliviar mi sufrimiento. Mi único entretenimiento era ver el desfile de nubes negras por la ventana del dormitorio hasta que hace poco ocurrió lo inesperado, después de varios meses de silencio, la pequeña V2 volvió a dar señales de vida enviando un débil pitido, para anunciar que sigue viva y alejándose del sol a toda velocidad. Yo lo interpreté como una llamada de auxilio, nuestra pequeña reclamando a su mamá para atravesar la inmensa negrura vacía del espacio«

Y así transcurrió una tarde más en la compañía virtual de todos los amigos que formamos el taller Primaduroverales. Para el próximo jueves nos quedan más cartas, más mensajes con historia y más capítulos de novela que leer, comentar y de los que aprender y emocionarse. ¡Hasta la semana que viene!

Por PDV

10 comentarios en «Nos gusta el riesgo»
  1. Como pueden asegurar algunos deslenguados que Aitor no es conciso!!! . Que se lean sus dos últimas entradas al blog y verán cuánto dice con las palabras justas
    Gracias, por tu crónica

  2. Esta crónica está genial, Aitor, con un estilo conciso, preciso y precioso, y redactada en un tiempo récord… ¿Cómo impedirnos ahora que te «reclamemos» cada semana una dosis? ¿Es este el riesgo al que te refieres (emoticono de guiño)?
    ¡Enhorabuena y gracias!

  3. Da gusto ver cómo nos aplicamos con las crónicas. El que no🏃‍♂️✈. Muy bien aplicado, Aitor, incluso sin 🚜😄😄. A la par que atinado y dinámico.😘😘

  4. Que llego tarde… Muy buen trabajo, Aitor. Leo la crónica y parece que te estoy viendo. Como dicen los compañeros, esto de las crónicas se está convirtiendo en un género, lo cual es magnifico. Toma nota Pura, siguiente trabajo, una crónica.

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