Por: Juan Santos
Son muchos e interesantes los temas de actualidad que acaparan nuestra atención: la vacuna de Pfizer, Las elección de EEUU, los Presupuestos Generales del Estado, el futbol… pero cuando llegan los jueves por la tarde, los primaduroverales pasamos de todo y nos centramos en nuestra clase de Creación Literaria que para nosotros es lo más importante.
Tal y como estaba programado, ayer empezamos, fuerte, con el comentario de un relato de Pilar Adón, titulado Noli me tangere que forma parte de las catorce piezas de su libro El mes más cruel.
La primera impresión fue decir que es un relato muy bien escrito y muy potente, pero muy desagradable por su contenido. La autora, con un lenguaje delicado y elegante, va aumentando poco a poco la tensión, para hacernos partícipes de la angustia que siente una chica que huye de un acoso sexual, de alguien muy cercano y, luego en la huida, se encuentra con un hombre, guarro y pegajoso, en la soledad de una estación.
Es un relato con estructura de viajes, escrito en tercera persona focalización interna, con un narrador pegadísimo al personaje principal. La acción principal se desarrolla en los lavabos de una estación, desde que se baja de un autobús y hasta que va a subir a un ferry (desconocemos si lo coge). Aunque el tiempo es relativamente corto, sabemos que la chica lleva viviendo cuatro años en el infierno. Una maleta y un papel son elementos muy significativos de la narración. Un papel, donde lleva la dirección de su esperanza. La mujer no se deja aconsejar por nadie, y sabemos que haga lo que haga no va a salir de esa situación. Alguien dijo que la chica se planta ante el acosador (No me toques). Los personajes son estereotipos muy bien definidos, aunque a criterio de varios, había exceso y podía haberse suprimido alguno de los secundarios. Predominó la idea de que no estaba embarazada. Lo que no hubo duda es que el relato tiene un final abierto y que nos dejó con la angustia en el cuerpo.
He aquí un fragmento:
“Julia intentó alejarse del hombre, pero no podía hacer nada mientras él no le devolviese su maleta.
—Quiero que me deje en paz.
— ¿Te gusta el oro, reina?
Ella miraba a su alrededor, en busca de alguien que viera lo que estaba sucediendo, y no se fijó en cómo él sacaba con disimulo de uno de los bolsillos de su chaqueta una increíble acumulación de pulseras, cadenas y pequeños objetos dorados que, al quedar sobre sus dedos un tanto temblorosos, se movían y chocaban entre sí como seres vivos retorcidos e informes.
— ¡Yo no quiero nada de eso! —exclamó mientras retrocedía unos pasos”.
Una vez empapados de teoría con la buena literatura de Pilar Adón, pasamos a la práctica con nuestros propios relatos.
Empezamos con un ejercicio de Horror vacui. Juan Santos leyó su relato El puzle desolado. En esta ocasión, el protagonista, en primera persona, va contando a su hijo, por video conferencia, paso a paso, la colocación de las piezas de un puzle. Tiene el tiempo limitado de 40 minutos y siendo varias veces interrumpido por distintas circunstancias, al final lo acaba terminando. Sin nombrarlo en ningún momento, se deduce que la imagen es del cuadro de el Guernica, con el que quiere dar, a su hijo, una lección de la historia reciente, que debe aprender y transmitir a su nieto.
En general, el relato gustó por la originalidad y el acierto de haber elegido un cuadro como el Guernica para hacer un puzle, cuyo contenido es ya un ya puzle en sí. Hubo alguna discrepancia en si el hijo debía estar presente o no en el acto. También la recomendación de haberlo hecho en el suelo en lugar de en la mesa camilla. La palabra “empujón” se le escapó a Juan de su vocabulario pueblerino y se le sugirió sustituirla por “acelerón” o similar. Alguien dijo que el caballo no brama, sino que relincha, pero como bramar suena más dramático se acordó que dentro del contexto se podía admitir. El ejerció cumplió el objetivo de cuento de viajes y de horror vacui, pero está escrito en primera persona, cuando Pura había pedido que fuera en tercera omnisciente, detalle que Juan no tuvo en cuenta y por lo que pidió perdón. He aquí un par de piezas del puzle:
“Estas piezas apartadas al borde de la mesa son de la mujer coja, y aquellas que no alcanzo, son las del pie que se arrastra hasta el rincón de abajo. Falta poco, pero temiendo estoy de llegar arriba a la derecha. ¡Qué sudores! Mujer, abre la ventana que entre un poco de aire fresco. Es muy duro dar forma al hombre ardiendo. Créeme, hijo mío, si te digo que me queman los dedos mientras restauro estos brazos deformados que se alzan al cielo”
Tomó el relevo Pablo Frías con un nuevo ejercicio de expresiones latinas, concretamente con In extremis. Un simpático relato titulado Espartero, nos hizo sonreír y disfrutar de la buena prosa con la que vamos conociendo a nuestro compañero Pablo. En nuestro afán de perfección, observamos que el relato está compuesto en dos partes diferenciadas, la primera la focalización se centra en el padre y la segunda, en la hija, detalle que le resta armonía narrativa. Teniendo un desenlace muy bueno, echamos en falta un indicio o una razón para que Mateo volviera a la casa. Pablo lo justificó con una llamada telefónica, pero es tan sutil, que en una primera lectura es difícil de apreciar. A pesar de esos pequeños matices, Pura y todos, insistimos en la excelencia del relato. Así termina:
“Un alarido sustrajo a Irene de su estupor. Corrió escaleras arriba y dudó ante tantas puertas cerradas. Un nuevo grito la empujó a la habitación de los abuelos. Allí, su irrupción provocó la huida del gato y la contemplación de Mateo espatarrado con cada extremidad sujeta a una esquina de la cama mientras una mancha de sangre se extendía por sus aceitosos testículos, su propio grito e inmediato desvanecimiento”.
Terminamos la tarde con un trocito de la novela en ciernes de Juanjo Valle-Inclán, leyéndonos la parte 1 del Capítulo 5 Ente espinas de pescado. Ya va tomando forma. El ritmo es el apropiado y el lenguaje tiene una resolución acorde al tipo literario de las novelas de detectives. Referente al personaje principal, hubo alguien que extrañaba su comportamiento, contrastando con la idea inicial de un ser más oscuro y atormentado. Se echó en falta el nombre el protagonista que hasta ahora no lo sabemos y el de su ayudante, sí. También se comentó lo difícil que es escribir una novela en tiempo presente y lo recomendable de que fuera toda en una misma voz, en lugar de ir alternando la tercera y primera persona, según se hable del primer personaje o del segundo. En la descripción de Madrid todos estuvimos de acuerdo de que es fabulosa, en palabras de Pura, propiamente valleinclaniana. Merece reproducirla:
“Madrid ha amanecido con el tráfico, con los sonidos propios de una gran ciudad. El Detective sale del portal y gira por la calle Bailén. La mañana es fresca a pesar del verano. Un autobús de dos pisos le ignora, las palomas no se apartan a su paso, se mantienen firmes dándole la espalda, una pareja de ancianos se cambia de acera, el semáforo solo sabe pintar de naranja el asfalto, los edificios de la zona tienen cerrados sus ventanales y persianas, el camión de la basura pasa a su lado y escupe el olor de su carga a la cara del Detective sin ningún remordimiento. Madrid parece esquivarle e incluso repudiarle. Al fondo la Casa de Campo bosteza y se estira para saludar a la nueva mañana despojándose de su manto de hojas y caminos. Madrid es ciudad, es árboles; es calor, es frío; es multitud, es soledad”.
Con nuestros buenos deseos de salud y suerte, nos fuimos despidiendo y desconectando de nuestros terminales hasta el próximo martes (dm), que tendremos, por el mismo medio, la convocatoria de la asamblea ordinaria de la asociación. Nos vemos.
Magnífica crónica.
Muy buena tu crónica Juan. Ágil y completa . Al tener que ausentarme antes de los comentarios del capítulo de la novela de Juanjo , he podido completar la clase con tu crónica. Bravo y gracias Juan.
Gracias Juan. Buena crónica.
¡Qué gran crónica, Juan! Y a Mateo ya le hemos buscado un nuevo señuelo…
¡Qué gran crónica, Juan! Y a Mateo ya le hemos buscado un nuevo señuelo…
Juanito siempre al grano. Se aprecia las notas que vas tomando en las críticas. Gracias.
Vaya resumen de la clase del jueves. Tan solo quisiera resaltar aquí el rato de risotadas a pleno pulmón que nos produjeron algunos comentarios al cuento de Pablo. Hacía muchos meses que se echaba en falta la alegría de la risa, tan sanadora, tan balsámica… Y no es fácil por videoconferencia, y menos en estos tiempos que corren. Menos mal que hemos vuelto a conseguir que los jueves por la tarde resulten una burbuja de realidad literaria.
Gracias, Juan. ¡Qué buenos cronistas sois!