Hace unos días publicábamos una entrada de Pilar Couso sobre Louise Glück. Sin duda un premio Nobel merece un tratamiento especial. Publicamos a continuación una segunda entrada, obra de Lourdes Chorro, que complementa la anterior. Otro punto de vista para conocer mejor a Louise Glück.

Louise Glück, premiko Nobel 2020. Por Pilar Couso

Por Lourdes Chorro Capilla

La gloria de la lírica es que hace lo que la vida no puede hacer

Louise Glück

Tras una noche de expectativa y especulaciones, en un salón casi vacío se anunció este 2020 el premio Nobel de literatura. Me emocionó escuchar  que se lo concedían a una voz poética, pero que fuera la de una mujer me pareció el más difícil todavía, sólo dieciséis mujeres contándola a ella, lo han conseguido. “Una voz poética con una belleza austera, convierte en universal la existencia individual. En sus poemas, el yo escucha lo que queda de sus sueños e ilusiones, y nadie puede ser más duro que ella para afrontar las ilusiones del yo», esas fueron las palabras que la Academia dedicó a la inconfundible poeta Louise Glück.

Al leer sus poemas recordé cómo un invierno, al sur de la playa de Neskowin, la costa fue golpeada por poderosas tormentas que erosionaron la arena, y de ella emergieron, tras siglos enterrados, los tocones del bosque de Sitka. Aunque mutilados cobraron vida y ahora forman parte del paisaje que se hace visible con las grandes mareas cuando el sol, la tierra y la luna se alinean. En la poesía de Louise las cosas que parecen diluidas, vuelven del olvido. La luz va iluminando, apartando de la oscuridad todo lo que el tiempo ha ido poniendo encima. “En nuestro mundo / hay siempre algo escondido”. “Yo nací con una vocación: / dar testimonio a los grandes misterios”. Ese misterio que acompaña a todas nuestras relaciones y las heridas que la convivencia nos causa. El amor, el desamor, las limitaciones, las angustias, su poesía no oculta las cosas sino que las deja reducidas a la cruda desnudez de la verdad con un lenguaje sencillo que siempre busca esa claridad tan difícil de conseguir. El tiempo sin memoria carece de sentido. Se sitúa “en el instante en que nada es pasado todavía”. Su escritura, como recuperación de lo perdido, comunica el mundo exterior con el interior, trae el pasado al presente. Los arquetipos de la mitología griega en los que se nutrió su infancia, “Ulises y la irreversibilidad del tiempo, el mito renacentista” como dijo la Fundación de la Academia.

Sus versos destacan por su austeridad expresiva y complejidad conceptual, vivencias áridas y luminosas de la intimidad; de ahí que algunos la denominen poeta “confesional” o “subterránea”.  La rutina y su inercia en versos ausentes de metáforas, llanos, directos. La anorexia nerviosa y el psicoanálisis a que se sometió para superarla. Comparte sus experiencias: “Escribo para hablar a aquellos a quienes he escuchado”. Convierte los pequeños cambios en hitos con inteligencia y sensibilidad. Son versos biográficos, pero en su mirada no está sólo su vida sino la de cada uno de nosotros que nos sentimos identificados con lo que está ocurriendo dentro de cada poema porque en algún momento de nuestra vida hemos pasado por idénticas circunstancias que ella. Lo muestra con una crudeza que no rehúye el dolor y lo muestra con una belleza que duele:  “Siempre hay algo para hacer con el dolor”. Belleza y sanación a partir de las situaciones más dolorosas, más inesperadas, más desconcertantes o más rutinarias, como lo son enfrentarse de adolescente con la madre, con matrimonios y divorcios, amistades, injusticias, la desilusión por la condición humana. La ausencia de la hermana, que falleció poco antes de que ella naciera, y el sentimiento de culpabilidad por sentirse superviviente han marcado la compleja relación con su madre en un intento baldío por remediarle la angustia insuperable de esa ausencia.  Parajes sombríos que desdibujan los contornos del yo.  Su fascinación por el poder de la sintaxis: “poetas como Blake y Milton, cuya sintaxis es asombrosa, por la forma en que el énfasis se desplegaba”.

El peso de esta insignificancia del espacio que habitamos: “El mundo era inmenso. Después / el mundo era pequeño. O / muy pequeño, lo suficientemente pequeño / para caber en un cerebro”. En esa prisión que ahí cobijada vive en cada uno de nosotros, rivalizamos nosotros mismos unos con otros, solo tenemos que escucharnos, nos dice.

Escueta y certera. La fragilidad de las emociones sobre la herida de la pérdida. El instante doloroso que se repetirá en el recuerdo de una manera perenne. Hay quien la ha calificado como “la poeta de un mundo caído” Una poética visionaria. El aislamiento, el olvido, la disolución del amor, la falta de memoria, el colapso del cuerpo y la destrucción del espíritu. En su poema Lamento escribe “Mi amor se está muriendo nuevamente, mi amor que ya murió… / Mi amor se está muriendo, mi amor, / no solamente una persona, sino una idea, una vida… nuevamente se muere / igual que el mundo. Se muere por el resto de mi vida / para que así yo lo crea”. Un tono delicado y profundamente observador. Textos en los que el final viene insinuado y concluido en su principio como si fuera una imagen de la parte y no de la totalidad. El tono como los cuenta. Pensamientos concretos que alcanzan el instante certero que hace que lo íntimo nos resulte familiar; que nos lleva a sentir la oscuridad en el fondo de las emociones.

Sus poemas semejan relatos jaspeados de tensión lírica, de lenguaje poético que parece no serlo. Cada uno de ellos es una alegoría de la existencia humana en la que cada lector puede reflejarse de manera singular en este mundo en el que la poesía no es importante, y en el que el premio sería que se hable de poesía.

 

Filóloga por vocación, bibliotecaria por trabajo, Lourdes Chorro pasa la mitad de su vida rodeada de libros de los que sólo lee la portada y en la otra, amontona tal cerro de lecturas que con solo mirarlas se siente inspirada para escribir. Cuando conoció a los Primaduroverales descubrió que la prosa también podía ser poética y ya ha visto publicados algunos de sus relatos. Es coautora de los libros de relatos Primaduroverales cuentos, Madrid Sky y 2056 Anno Domini.

Por PDV

8 comentarios en «Louise Glück. Premio Nobel de literatura 2020. Por Lourdes Chorro»
  1. Pero cómo se entiende de bien las «poetisas». Pongo entre comillas la palabra. No hace mucho leí que la reclamaba la poetisa Ana Rossetti para que no cayera en desuso. Es muy bonita la palabra, se la coloco como insignia a Lurdes Chorro: Poetisa con mayúscula.

  2. Gracias Lourdes por acercarnos así a Louise Glück, me has dejado con ganas de entrar en esa poeta «visionaria de un mundo caído». Ella, y tu con ella, hacéis que la poesía sí sea importante.

  3. Lourdes, qué bonito lo que nos cuentas y cómo de bien nos lo cuentas !!!! gracias a Pilar y a ti por acercarnos de una manera tan magistral a ésta magnífica poetisa.

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