Por Pilar Couso

El día 8 de octubre cuando escuché el nombre de la persona a la que se había otorgado el premio Nobel de Literatura pregunté: ¿quién? No conocía a Louise Glück, tengo que ser sincera. Pero desde el confinamiento en marzo de este largo año venía yo dirigiendo mi interés hacia la poesía, será porque en este tiempo descubrí a varias mujeres poetas olvidadas (como, por otra parte, tantas otras en cualquier terreno de nuestra existencia) y que llamaron fuertemente mi atención.

Así que desde esta fecha busqué las diferentes reseñas que la prensa escribió sobre la autora glosando su figura a la vez que fui en busca de su obra para adentrarme en esta poesía contemporánea en la cual es una de las poetas más sobresalientes. (No sé si con tan poco bagaje es un atrevimiento presentar a la premiada). Me decidí por “Averno” por aquello de que la mitología también me llama y acepté también la recomendación de la joven librera que me sugirió uno de sus primeros libros traducidos, “El iris salvaje”, publicado en 2006.

El espino

Al lado tuyo, pero no
de tu mano: así te miro
andar por el jardín
de verano: las cosas
que no pueden moverse
aprenden a mirar. No necesito
perseguirte a través
del jardín; en cualquier parte
los humanos dejan
señal de lo que sienten, flores

… …

 (De “Iris Salvaje”)

 

Y creo que Averno no fue mala elección: Perséfone raptada por Hades y confinada en el inframundo mientras que Démeter, su madre y diosa de la agricultura, emprende un búsqueda incansable abandonando el cultivo de la tierra que nos da de comer y poniendo en peligro la vida de sus habitantes. En una entrevista en The New York Times, dice: “Mis visionarios padres me leyeron los mitos griegos … Estos eran mis cuentos antes de dormir … Cuando escribía, en lugar de quejarme de mi madre, podía quejarme de Deméter.”

 

Perséfone la errante

… …

La estancia inicial de Perséfone
en el infierno aún provoca fuertes discusiones
entre eruditos que debaten
qué sentía la doncella:

si colaboró en su secuestro
o si fue drogada y violada contra su voluntad,
como tan a menudo les ocurre a las chicas de hoy.

Como es bien sabido, el regreso de lo amado
no compensa
la pérdida de lo amado: Perséfone
vuelve al hogar
con manchas de zumo rojo,

… …

(De “Averno”)

 

Louise Elisabeth Glück (Nueva York, 1943) premio Nobel de Literatura en este triste año 2020 es la decimosexta mujer que lo recibe frente a los 116 hombres premiados. No aparecía en las quinielas en las que prensa y editoriales pronostican cada año a los ganadores, su nombre ha sido una absoluta sorpresa excepto para los buenos lectores de poesía. Ha sido galardonada con prestigiosos premios a lo largo de su carrera y es miembro de la Academia Americana de las Artes y las Letras así como de la Academia de Poetas Americanos. En 2015 Barack Obama la condecoró con la Medalla Nacional de Humanidades. En la actualidad vive en Cambridge, Massachusetts, y es profesora en el departamento de lengua inglesa del Williams College a la vez que imparte clases en la Universidad de Yale.

Su biografía indica su origen judío y su pertenencia a una familia acomodada ya que su padre fue un empresario de éxito a comienzos del siglo XX una vez que se estableció en Estados Unidos procedente de Hungría; a su vez era un hombre culto que hizo que Louise recibiera una buena educación. Sin embargo, una mala relación con su madre y la muerte de una hermana mayor antes de que ella naciera le llevó a sufrir una grave depresión que le causó una anorexia nerviosa cuyo proceso de recuperación le impidió inscribirse en la Universidad, asistiendo a clases de literatura y poesía en el Sarah Lawrence College y en la Universidad de Columbia como estudiante libre. En 1980 un incendio destruyó su casa y perdió todas sus posesiones. Ha tenido dos matrimonios, dos divorcios y un hijo. “Enseño y escribo poesía”, dice ella cuando se presenta.

Glück ha ganado el premio por “su inconfundible voz poética que a través de una belleza austera hace universal la vida individual” y porque “en sus poemas, el yo escucha lo que queda de sus sueños e ilusiones y nadie puede ser más duro que ella para afrontar las ilusiones del yo”, según el fallo de la Academia Sueca.

Es autora de doce poemarios y de una colección de ensayos, Proofs and Theories: Essays on Poetry, que obtuvo el Premio PEN/Martha Albrand. Siete de sus obras están publicadas en español por la editorial Pre-Textos: «El iris salvaje» -por el que recibió el Premio Pulitzer y el Premio William Carlos Williams-, «Ararat», «Averno», «Las siete edades»,  «Vita Nova», que se publicó en su versión original inglesa en 1999 y por el que recibió el Premio Bollingen de la Biblioteca del Congreso y “Vita Nova”. La última obra editada el pasado mes de mayo es «Una vida de pueblo».

Volvió a escribir durante este verano, después de meses de pandemia y soledad, y ha preparado un nueva colección de poemas cuyo tema según dice en una entrevista es el “desmoronamiento; hay mucho duelo en el libro, también hay mucha comedia y los poemas son muy surrealistas; escribo sobre la muerte desde que sé escribir.”

Su voz poética nace de la intimidad y su poesía trata de lo doméstico narrando desde la sencillez, de forma cuidadosa y exquisita; la vida familiar, el envejecimiento, la muerte y el transcurso del tiempo aparecen en sus versos con una voz delicada y un lenguaje austero, inspirándose en los dioses y mitos clásicos para reelaborarlos. Necesitamos un tiempo lento para comprender y entender su voz (o sus voces), tiempo como el que ahora discurre, que nos adentra en nuestra privacidad (en la suya) y nos abre lo recóndito del pensamiento. Y para ello creo que este fragmento de “Averno”, que da título al poemario, muestra la pureza de su poesía.

Te mueres cuando tu espíritu muere.
De cualquier otro caso sigues vivo.
Puede que no hagas gran cosa, pero sigues …
No tienes elección.
Cuando se lo cuento a mis hijos
no me hacen caso.
Piensan: los viejos
siempre con lo mismo:
hablan sobre lo que no ve nadie
para disimular que pierden neuronas.
Se hacen guiños:
mira la vieja, se pone a hablar sobre el espíritu
porque ya no se acuerda de cómo decir silla.
Estar solo es terrible.
No quiero decir vivir solo,
sino estar solo: donde no te oye nadie.
Recuerdo cómo se dice silla, digo,
lo que pasa es que ya no me interesa.
Me despierto pensando
debes prepararte.
Muy pronto se rendirá el espíritu
y ni todas las sillas del mundo podrán sostenerte.
Sé lo que dicen cuando salgo del cuarto,
que debería hacérmelo mirar, que debería tomarme
una de esas píldoras nuevas para la depresión.
Puedo oírlos cuchichear, mientras hacen planes para repartir gastos.
Y quisiera gritar
vivís todos en un sueño.

Podría seguir recogiendo muchos de sus poemas, es un deleite, y la vida cotidiana aparece sin nombrarla, es la poesía de la experiencia, que de forma silenciosa se acerca y se cuela en nuestra casa pero también se cuela el amor   ( Cuando Hades decidió que amaba a aquella chica / le construyó una réplica de la tierra … ) y el desamor ( … No puedo amar / lo que no puedo concebir, y tú no revelas / virtualmente nada … ), las emociones ( He escuchado tus llantos, también / los llantos anteriores a los tuyos, / y he sido sensible a sus demandas ), las estaciones ( El invierno acabará, volverá la primavera: / las leves brisas importunas / que yo tanto amaba, las estúpidas flores amarillas … ), la naturaleza ( … y en el cielo oscuro / las migraciones nocturnas de los pájaros ), lo femenino ( Nuestra hermana muerta esperaba / oculta en la cabeza de mi madre. / Nuestra hermana muerta no era / hombre ni mujer. Era como un alma ), la mirada escéptica ( El hombre en la cama era uno de los muchos hombres / a los que entregué mi corazón. La entrega de uno mismo / no tiene límites. / No tiene límites, aunque se repita ), o la desesperación ( Abrumada por el dolor tras la muerte de la hija, / la madre vaga por la tierra ); encontraremos todo en sus palabras y en sus versos íntimos e intensos que nos narran lo cercano, como en esta

 

Louise Glück hacia 1977

Ceremonia

Me dejaron de gustar las alcachofas cuando dejé de comer
mantequilla. El hinojo
nunca me gustó.
Una cosa que siempre he odiado
de ti: odio que te niegues
a invitar gente a casa. Flaubert
tenía más amigos y Flaubert
era un ermitaño.

… …                        (De “Praderas”)

 

 

Y como despedida estos versos cuando comienza una nueva etapa de su vida después de su segundo divorcio.

Mi alma se marchitó y se encogió.
El cuerpo se convirtió en un vestido demasiado
grande
para ella.
Y cuando recuperé la esperanza,
era una esperanza completamente distinta.

( El vestido de “Vita Nova” )

 

 

Aficionada a la lectura, a la encuadernación y a la caligrafía y entusiasta de todo lo que tenga que ver con el libro, Pilar Couso estudió Historia Contemporánea en la Universidad Complutense de Madrid. En 2004 se inició en la creación literaria. Es coautura del libro de relatos “Primaduroverales, cuentos”.

 

Por PDV

7 comentarios en «Louise Glück: Premio Nobel 2020»
  1. Yo tampoco conocía a esta poeta cuando anunciaron el Nobel de este año. Para mí fue otro descubrimiento. Un hermoso descubrimiento.
    Aunque pienso que lo que recibimos nosotros, no es ni la mitad de lo que podrían transmitir sus versos en el idioma original en el que fueron escritos.

    Muy buen artículo.
    Gracias por compartirlo.

  2. Pilar, no es fácil presentar a una premio Nobel. Es una aperitivo su poesía que invita a más, siempre a más con cualquier escritor, petisa… Y sientes que la vida no te da ni siquiera para disfrutar de todo lo bueno de la literatura, ni de ninguna otra cosa. Gracias.

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