Por: Aitor Manero

Último día de clase. Que en realidad no es el último, estábamos recuperando uno de hace un par de semanas, pero para el caso es el último. El ultimísimo. Y, como malos alumnos, mientras los compañeros han empezado a disfrutar de las vacaciones, la playa y el tiempo libre, quedamos cuatro gatos y la infatigable profe. No sé si erais habituales de las clases de recuperación, yo sí. Pues fue tal cual: pocos, bien avenidos y relajados. Total, ya estábamos suspendidos…

Y, encima, con resaca, la del VIII Certamen Madrid Sky, que es de las buenas, de las que no te quitan la sonrisa tonta de una jarana de muy señor mío y no te menees. Está mal que lo digamos nosotros, pero esto se nos da de lujo: recibir buenos relatos, elegir a los mejores y darles un merecido homenaje. Leed, leed las entradas del blog. Ahí tenéis toda la información y la fiesta online que montamos. Cuando podamos volver a juntarnos ya os digo que la resaca nos dura una semana, y ésta será de verdad.

Me lío.

El caso es que un puñado de primaduroverales nos reunimos ayer, lunes (en vez del acostumbrado jueves). Éramos poquitos y había pocos cuentos. Lo bueno es que pudimos dedicarle a cada uno el tiempo que se merecía. No es que no lo hagamos habitualmente, pero cuando nos venimos arriba y hay más material, hay que repartir, ley de vida.

Empezamos la tarde con una de nuestras virtuosas plumas, José Sainz de la Maza, que sigue enfrascado en su novela de ucronía. Nos lee con su tono profundo, pausado, de voz en off de película de detectives en blanco y negro (¡muérete de envidia, Humphrey Bogart!) este nuevo capítulo que nos ofrece, ahondando un poco más en un mundo que, de tan parecido al nuestro, da repelús. Pero no es el nuestro, ya lo descubrirá Logan, su protagonista. Aunque en esta entrega no sale más que por referencia para los avispados que sigan con atención las páginas de Jose. En esta ocasión nos encontramos con la empresa donde trabaja (o trabajaba) y un encargo que acaban de realizar sus compañeros. Ya queda menos para las 07h de la mañana (si recordáis, cada capítulo de la novela está situado en una hora determinada), la cuenta atrás ha comenzado… ¡qué ganas de que explote, literal o figuradamente, todo!

«Rufus ha conectado un monitor Beta-Pi convertible a holo. Las pantallas pasan al compás de movimientos leves de sus ojos y manos. Arriba, abajo, a los lados… Sus dedos, como los de un director de orquesta, marcan lo que parece el ritmo de una sinfonía inaudible. Las imágenes, unas veces planas y otras volumétricas, iluminan su rostro con destellos de distintos colores«

Jose escribe tan bien que nos centramos en los detalles. Nombres de los locales y de algún cacharro; que si palabras en inglés o castellanizadas; dudas y pruebas que va incluyendo en el texto para probar su sonoridad, idoneidad o que, simplemente, queden mejor. Pero lo que es de literatura, ni una, oye.

Después, el obligado descanso. Hace calor, somos humanos y un vaso de agua o de cerveza y algo de picar mejoran notablemente nuestra capacidad analítica. Que se lo digan si no a Carlos Cerdán, que nos trajo un nuevo proyecto. Interesantísimo, por cierto. Y para las “nuevas” generaciones (sí, no somos unos chavales, ¿qué pasa?, pero tenemos maduros y primaverales), más. Os cuento: la idea es que va a empezar una serie de cuentos/recuerdos/reflexiones, más o menos biográficas, de los años 1965 a 1975. Diarios de una Década, se llama. Ayer viajamos a mitad de los 60’s.

Aterrizamos en un hotel donde Carlos o su joven narrador empezó a trabajar en serio como botones mientras estudiaba en clases nocturnas, algo que a su jefe, el Conserje (sí, como mayúscula) se la traía al pairo. Entre partidillos de fútbol a la salida del trabajo, descosidos, fotos de la diosa Claudia Cardinale y una visita escalofriante a un cura repelente supimos que en 1965 Tierno Galván fue expulsado de la universidad, que los Beatles actuaron en Las Ventas y que la Mariner 4 envió las primeras fotos de Marte… ¡y no había marcianos!, en mitad un mundo gris de uniformes de la policía, de trajes de los oficinistas y de imágenes del NO-DO.

«Una tarde, al volver del trabajo me quedo con algunos amigos el barrio que están jugando al futbol. Me apunto al partidillo sin reparar que aún voy con el uniforme. En un momento dado alguien me agarra de un bolsillo de la chaqueta y lo descose. Apurado por la bronca de mi madre, pues me tiene dicho que lo primero que debo de hacer es cambiarme, acudo a mi abuela que vive en justo debajo de mi casa«

Tenía dudas Carlos sobre si usar el pasado, el presente, o combinar ambos. Pasado, está clarísimo, le dijimos, porque situándose fuera del tiempo de la narración es más sencillo aportar reflexiones o datos históricos ya que el narrador sabe lo que ha sucedido. Y respecto a esos comentarios, en el texto que nos presentó, quedaban sueltos del cuerpo principal, quedaría todo mucho más uniforme si pudiera incluirlos dentro de las vivencias particulares del narrador.

Y eso fue todo.

El año que viene esperamos volver a las clases presenciales (y a las cervezas de después). Pero le vamos a dar una vuelta a la conexión online por si alguien no puede acudir. Tareas para el verano. Ah, y por supuesto: ¡escribir! Cuentos, novelas, sainetes, reflexiones… lo que sea, pero a escribir.

Os invitamos a todos los que nos leéis a que escribáis también y vengáis a conocernos el curso que viene. Os esperamos con las páginas abiertas.

¡Buen verano, amigos!

Por PDV

9 comentarios en «Los últimos de la clase»
  1. Gracias Aitor por tu gracia y frescura con esta crónica, para los que fallamos nos produce un poquillo de envidia no haber estado. Nos veremos el próximo curso aunque no dejaremos de estar en contacto. Y escribamos, escribamos,…

  2. Perfecto epílogo para otro año de talleres virtuales. Deseando estoy de comparar las crónicas de los talleres presenciales con epílogos tabernarios.
    Bravo y gracias Aitor.

  3. Es verdad que disfrutamos mucho con el trocito de la novela de Jose y las efemérides de Carlos que quieren tomar cuerpo de diario de tiempos pasados. Y, como teníamos tiempo, disfrutamos despacito, saboreando lo escrito por nuestros compañeros, como lo hacemos ahora con la crónica de Aitor. Feliz verano a tod@s.

  4. Cómo fluye de amena la crónica, Aitor. Fresquita, con los pies casi a remojo, da gusto leer.
    Feliz verano, grupo.
    Besos y más besos.

  5. Aitor ha reflejado con brillantez la última clase de este magnífico curso. Quiero agradecer las sugerencias y opiniones que me dieron para la idea que pretendo llevar a cabo. Disfrutad de las vacaciones.

  6. Según nos cuenta Aitor, fue una clase muy interesante A veces nos perdemos cosas buenas. Me consuela pensar que pronto llegará el próximo curso y tendremos clases similares.

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