Por: Vicente Moreno
En 1941 el genial director de cine Enrst Lubitsch produjo una de sus grandes comedias: “That Uncertain Feeling”: en la que se aprecia la maestría del cineasta alemán a la hora de dibujar personajes femeninos. Traemos ese dato a colación porque cuando se estrenó en España esta película pasó a titularse como el encabezamiento de esta crónica.
Sin ánimo de compararnos con el gigante de la comedia, la sesión de ayer del Taller de Literatura estuvo dedicada a la dificultad de narrar los pensamientos de un personaje en función del genero del autor y del personaje, es decir ¿puede un hombre ponerse en el lugar de una mujer y reproducir su forma de elaborar las ideas, deseos o incluso la forma de hablar internamente sin verbalizar ese discurso interior y resultar creíble? Y viceversa, claro
Para ello se pidió elaborar una pequeña muestra de monólogo interior de algún personaje femenino procedente de la serie de relatos que se han ido escribiendo a lo largo de este curso. Y este es el resultado, variado como era de esperar en cuanto a estilos y contenidos, en forma de soliloquios o monógos interiores.
Empezó nuestro compañero Francisco Plaza con su relato “Las amigas del insti” en el que una mujer recuerda un dialogo con una antigua compañera de estudios. Es destacable el contraste entre la conversación real reproducida en el cuento y el pensamiento de la protagonista al hilo de lo que van hablando:
Hola Marta. ¿Sabes quién soy? Pues claro que lo sé, sigues con la misma voz de pito oxidado de siempre. Cuanto tiempo hace. Veintiún años, cabrona. Esmeralda y yo nos acordamos mucho de ti y de los tiempos del insti.Si ya, de mis narices os vais a acordar. Hemos pensado que estaría bien juntarnos y recordar los viejos tiempos. Y una mierda pa ti y otra pa la grulla sosa de Esmeralda.
A continuación vino el relato “¡Vaya pregunta!” de Carlos Cerdán en el que reproduce el pensamiento de una mujer mientras es entrevistada por una sicóloga. Es un soliloquio, por la expresión más elaborada del pensamiento, en el que los pocos elementos expresados son suficientes para hacernos idea de las circunstancias personales de la protagonista:
¡Vaya pregunta! ¿Qué si he sido feliz en mi matrimonio? ¡Será impertinente! Y la cara que ha puesto cuando he dicho que no lo sé no me ha gustado nada. Pero cómo le voy a decir que a mí no me educaron para ser feliz en el matrimonio, que me educaron para hacer feliz a un marido. No lo entendería, si es una niñata. Seguro que acaba de terminar la carrera y la han puesto aquí para que aprenda.
Pablo Frías nos presentó su “Corralito” como ejemplo de una mujer en un entorno laboral demostrando, una vez más el gran manejo del lenguaje coloquial del que siempre hace gala nuestro compañero:
Lo sabía, joder. Sabía que me la iba a intentar liar. A los jefes los podrá engañar con su carita de mosquita muerta y sus yesuidesolé pero yo la había calado desde el principio. Monina, que eso es muy viejo… Que lo de los escotes y la sonrisa desvalida lo hemos hecho todas, coño. Y con ellos funciona, pero a mí no me vengas pidiendo opinión sobre tus zapatos y luego me cierres el informe sin dejar que le eche un último vistazo.
Después vino “Residencia” de Manuel Pozo, experto en la creación de personajes femeninos como ha demostrado en este soliloquio en el que una mujer verbaliza su situación sentimental ante su madre ingresada en una residencia, pero al mismo tiempo nos lo cuenta a los lectores y sobre todo a ella misma:
Tenía que contártelo, mamá. Sí ya sé que hemos pasado la pandemia, y que han sido días muy difíciles encerrados en casa, y que si hemos pasado eso hemos pasado lo peor… pero eso es engañarse, o precisamente por eso, porque hemos pasado la pandemia y es como si no hubiera pasada nada, como si todo fuera igual que antes…
También José Miguel Espinar participó con su relato “Una mujer” en el que usando un estilo cercano al del bolero o un pasodoble se pone en el lugar de una mujer que enumera sus agravios vitales:
Cuánto tiempo hará que no me tiemblan las rodillas al estar cerca de ti. Cuánto tiempo hará que te olvidaste de ser como eras antes, al principio. Cuántos golpes más de tu indiferencia crees que puedo encajar aún. Quisiera prender fuego a todo, pero no puedo, porque ni siquiera sabes que vivo encarcelada, en tu cárcel y la de los hijos, esos que tuve contigo y que nada entienden.
Pero no solo intervinieron los componentes masculinos del taller en este ejercicio, también participó Susana de la Higuera que nos leyó el relato titulado “Hoy es un día bonito” en el que con gran sutileza. Nos muestra a una mujer aparentemente orgullosa del logro de su hijo pero con un trasfondo desencantado que traiciona el aparente optimismo de la historia.
Bueno, mientras me recreo con esta bonita ilusión, voy a servirme una copa de vino, ponerme música a tope, cantar y bailar yo sola en la cocina, algo marchoso… I will survive de Gloria Gaynor, por ejemplo, sí… y le haré lasaña para celebrarlo. Hoy es un día bonito y lo quiero disfrutar. Ya me tomaré el lexatín mañana.
A continuación “ En la sala de espera” de Vicente Moreno en el que intenta reproducir el fluir de la conciencia de una mujer que espera a ser atendida por el médico:
… vaya asiento de mierda! Me va dejar los riñones peor de lo que ya estan y la pintura de la pared ¿Por Dios! Si parece que el yeso se va a caer a trozos y a esto llaman un hospital privado vaya timo por lo menos no hay negros como la ultima vez que vergüenza y esa pareja que no deja de cuchichear y ella a punto de llorar pues llora hija como todas ¡Ay! el respaldo me esta machacando la espalda…
En “Como dice mamá” Luis Fernando Jiménez nos pone en el lugar de una mujer en la cárcel que descubre una nueva forma de libertad entre los barrotes de la celda:
¿ Y ahora qué? Cuando salga de aquí tendré más de cincuenta, la edad de las mujeres invisibles como dice mamá. Otra mentira más, Mónica tiene esa edad y está para comérsela enterita. Bueno, ya pensaré en ello en su momento, ahora sólo quiero disfrutar tendiendo nuestras braguitas de los barrotes de mi libertad.
También Lourdes Chorro se animó a participar en este debate sobre el género en la literatura, aportando “Amor cortés” un relato a medio camino entre el soliloquio y el monólogo interior, en el que se pone en el lugar de uno de los personajes de “La Regenta” de Clarín.
¡Qué duro verse fuera de juego ante un rival como yo! ¡Cómo se quedó el muy petulante al verme junto a Ana, al sentirse derrotado! Rojo de soberbia como Dios manda, ¡ay qué bueno este doble sentido de mis palabras, si es que tengo un don, por eso no me resisten. ¿Que luego las abandono?, nada es eterno ¡y la felicidad menos que nada!
Por último Francisco Plaza intervino otra vez para aportar otra visión de un personaje femenino que ya aparecía en un relato anterior. El nuevo cuento se titula “Sacrificios desconocidos” y también nos muestra a una mujer en una situación de duda vita.
… que serán solo dos años. ¡Dos años! Con el niño coqueteando con los Lating King y la niña pidiéndole paso. Pero ¿no se da cuenta? Y yo, como gilipollas, voy y le pregunto ¿quién se va a ocupar de tu madre? Zas y zas. Mamá está bien y tú te puedes acercar de vez en cuando. Merecido lo tengo por preguntar. ¡Qué no necesitamos el dinero Pablo!…
En resumen fue una tarde interesante en la que se habló mucho de mujeres que es algo que nunca está de más.
Es evidente que los hombres primadurovelares, a la hora de escribir, también sabemos meternos en la piel de la mujer. Nuestro cronista Vicente, que fue juez y parte, nos los ha contado a la perfección, paso a paso.
Yo también creo que hemos superado la prueba con buena nota.
Muy bueno el reportaje y el resumen Vicente. Felicito tambien a los participantes.
Gracias por la exahustiva crónica Vicente. Ciertamente ha sido un ejercicio interesante. De vez en cuando viene bien encender debates.
Se te notan las tablas en este género de las cronicas. Aportando además un análisis tan » sui generis» cómo acertado.
Gracias Vicente.
Estuvo muy bien el ejercicio. Para repetir en creación de personajes, ya lo creo. Aplauso para ellos y ellas. Y ovación para Vicente.
Una tarde intensa, en la que nuestros autores han dejado claro que el talento va unido a la empatía, y que a ellos no les falta ninguna de las dos cosas. Gracias por la crónica.
Después de leer tu crónica ya siento un poco menos no poder haber estado con vosotros. Es como si hubiera estado allí. Gracias
Bien por Vicente, otra tarde que ilumina nuestro taller de los jueves.