Por: Lourdes Chorro

Ha llegado el jueves. Hoy volvemos a juntarnos para comentar una escena de la novela de Paco y dos de la de Juanjo. Me conecto en la dirección de zoom que nos ha enviado Vicente y los veo a todos, pero no les oigo. A ver qué has hecho, ya has tocado la tecla que no debías, el día de la probatina les escuchabas alto y claro. Yo no he tocado nada, él solito se ha conectado. Ya estás con tus historias. Tu siempre liándola. Nooo, es de esas cosas que me pasan a mí y nadie cree.

Mira, veo a Juan con expresión apagada. El hombre se nos ha contagiado del virus. Este virus no distingue las almas cándidas de las depravadas. Un primer plano de Luis, le encuentro como siempre, no importa lo que diga hablando reposado. Ahí aparece Paco y la pantalla se queda pequeña para recoger su risa. María y Olga en dos recuadritos encerradas. Maximízalas a ver si así puedes leer en sus labios lo que dicen. José Miguel también está, ¿no lees su nombre, aunque no le veas? Es tan prudente. Un fugaz primer plano de Carlos y su serenidad me tranquiliza. Jose no habla, ya lo hará. Fíjate bien, mueve la mandíbula, está masticando algo. No  pierde bocado. Ahora Fer se asoma a la pantalla con cara de saludo. Te falta ver a Pura. Recuerda que el otro día anduvo pegándose con el ordenador y el portátil intentando no perder la conexión. Juanjo hoy tiene aspecto de detective.

imagesPrueba a darle a todas las teclas de voz. Ya están en volumen alto. Voy a darle cuatro golpes al rúter. No seas bruta y resetea la wifi. ¿Lourditass?, si Pura aquí estoy y, por fin, puedo escucharos. Comentan  que mejor no le resulte familiar el veintiocho de julio del catorce que cualquier otro día de esa semana le valdría y no tendría un significado tan fuerte si luego no va a ser primordial esa fecha en la vida del personaje de Fluctuatnecmergitur, el primer relato de Juanjo. Llegamos al acuerdo de que la gente del pueblo podía saber palabras en latín que aprendían en las misas, pero las comparaciones con el mundo de la tauromaquia quizá debería pensárselas mejor. Comienzan las interferencias y sus voces empiezan a ir y venir justo cuando Jose apostilla algo sobre la bonanza económica de la Segunda revolución industrial. ¿Has visto ese mensajito una y otra vez de “baja intensidad en la red”? No son cosas mías

“Lo acaecido lo relato en presente, a veces, en pasado, pero el tiempo futuro creo que va a ser muy escaso en lo que estás leyendo. Te cuento a ti, que te atreves a asomarte a estas páginas, los hechos acaecidos en dos vidas. Sí, dos. Una vivida y otra escrita antes de vivirla. Cada una ha tomado un derrotero diferente de la otra, pero, sin embargo, en ambas, de manera equivocada o no, he morado y sufrido”

De nuevo los escucho. Ves, ha vuelto sin que yo haga nada. Paco está aclarándonos los rituales que estas sectas habituaban a realizar con niñas. Cuando leamos el capítulo entero todo quedará bien atado como él acostumbra a hacer. A todos nos impacta la forma en que describe el suicidio

Se sube a la caja, tiene que darse prisa porque es frágil, hecha de tablas de madera mala. Pasa la cinta por la hebilla y el extremo con los orificios lo ata con un nudo doble a la rama, tira de él con fuerza, parece que aguanta. Uno de los listones se rompe con un crujido, no le queda tiempo para pensar más,  mete la cabeza por el hueco que ha dejado justo en el momento en el que la caja se deshace en pedazos. El instinto de supervivencia en ocasiones es algo malo. Cuando el cuero se cierra con fiereza en torno al cuello  rompiéndole la tráquea y obstruyendo la circulación de aire y de sangre sus manos, libres y guiadas por ese involuntario instinto, tratan de quitar la terrible presión, en parte lo consiguen y la hebilla queda ladeada, si hubiera quedado bajo la nuca o bajo el mentón la muerte le habría llegado enseguida; pero al moverse a un lado y con los dedos de una mano metidos entre la carne y el cinto la circulación sanguínea se restablece parcialmente. Lo que podría haber pasado en unos pocos segundos se convierte en una larga y silenciosa agonía

Y entre risas le dejamos con sus dioses del Olimpo, que quién sabe adónde nos llevarán. Paramos para aplaudir a aquellos que están trabajando fuera de sus casas para que los que estamos dentro nos mantengamos a salvo.

Regresamos con olor a Buganvillas y, en la mano, la cañita, la lata de cerveza y la jarra, cada uno a su medida. Al cadáver de Juanjo solo le faltan algunos gusanos para hacer atrocidades con él y que nos llegue el sonido de la cuchillada que le han asestado. Por lo demás ese inusual detective y su ayudante y esa genial testigo rompieron los esquemas de las novelas policiacas.

“¡Qué peste! Una mujer gorda con bata y la cabeza llena de rulos había dicho que llevaba varios días oliendo a bicho muerto, que ella se lo había advertido a su marido, al que se refirió como “mi Genaro”.

-Hay un gato muerto por algún lado, le dije a mi Genaro, y mira tú por dónde. Pobre hombre, había continuado la mujer.

-¿Le habrán matado o se habrá muerto sin más?, dijo haber pensado el hombre llamado Genaro al encontrar el cuerpo sin vida.

-Nadie se muere sin más, Genaro, le había respondido la señora.

-Me refiero…

-Ya sé a lo que te refieres.

Antes de que tiraran el estadio, los días de fútbol era peor, había dicho a gritos la señora gorda de los rulos, la esposa del tal Genaro que no estaba gordo, y que asentía a las voces de ella.

Repetía una y otra vez que había sido su perro el que había encontrado el cuerpo de ese pobre hombre. Que su Genaro salía temprano todos los días para pasear a Futre, el perro patada, el chucho que no dejaba de ladrar.”

¿A quién le toca la crónica? Y Carlos va a consultar la lista. A Lur ur ur de  s regresan las interferencias. No me culpes, yo no he sido ¿O es que te parece poco que es mi primera crónica y me toca hacerla de una videoconferencia? Y luego dirás que no me pasan a mí las cosas raras

Por PDV

3 comentarios en «Literatura ¿virtual?»
  1. Buena crónica Lourdes, a pesar de las intermitencias. No te preocupes que a mi también me sacó en algún momento y se volvió a conectar. No es sólo problema tuyo.

  2. Un gustazo de vernos. Una clase como si no pasara nada. A ver si podemos seguir con ánimo y ganas nuestras clases de los jueves. Nos vendrá a todos. Es tremendo lo que pasa, pero en lo posible que no nos aplaste del todo, que tengamos algún resquicio para respirar.

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