Por: Olga M. Torralba

Querid@s lectores, contra viento y marea, mientras nos queden fuerzas seguiremos reuniéndonos los jueves, para mantener las buenas costumbres. Bastantes cosas hemos tenido que cambiar, así que si vosotr@s  nos queréis seguir, un día más compartimos.

No es poca cosa, falta de práctica, ir llegando por videollamada, cada uno desde su trocito de refugio. Qué alegría ir viendo las caras de l@s compañer@s. Empiezan las preguntas de cómo nos van las cosas y se crea el clima arropadito de la tarde de reunión.

chatVicente nos dio la primera alegría: ya han llegado trece relatos para el concurso Madrid Sky. Trabajaremos  también este año para nuestro concurso de literatura. Quién sabe, quizás  más sentido que nunca.

Empezó leyendo Paco Plaza su diario titulado «Entre dos balcones contiguos». Dos niños hablan de balcón a balcón, desde su percepción, de la situación que viven, confinados en casa, con sus familias. Es un texto breve de una gran intensidad. Niños que protegidos, viven sin tanta carga de ansiedad esta situación, bendita inocencia.

“…— Ayer mi papá me hizo un castillo en el salón. Movió todos los muebles, y la mesa y el sofá, y ató unas sábanas y le sacó los cajones a uno de esos e hizo una torre y mi mamá y yo teníamos que defender el castillo de los vikingos. Y mi papá se puso un cazo en la cabeza y nos atacaba con una sartén.

— Mi madre juega conmigo a la play. Mi papá no porque tiene que trabajar.

— Pues mi papá y mi mamá dicen que se han quedado sin trabajo.

— ¡Qué suerte!

— Sí, así pueden jugar conmigo los dos.

— ¿Tú ves a tus abuelos?

— Por el móvil hablo con mi abuela todos los días.

— Yo también hablaba con mi abus. Pero hace dos días que ya no los veo. Mi mamá me dice que se han ido, pero que no me preocupe.

— ¿A dónde?

— Estaban en el hospital. Yo creo que se han escapado y no nos llaman para que no los coja la policía.”

El siguiente en leer su diario fue Luis Marín. «Jornada catorce». Un texto sentido, de la realidad que nos toca. Y nos está tocando fuerte. A veces está bien hablar de las cosas como son. Vivimos momentos tristes, y la tristeza nos ayuda a procesar los cambios. Empieza dando el pésame a nuestra querida Yolanda por la despedida para siempre de su padre.

“…Cómo vamos a salir de ésta, nadie lo sabe. Nos estamos dejando mucha gente en el camino. Sí, son gente de avanzada edad, con otras dolencias cronificadas, pero son nuestra gente. La que en muchos casos nos ha criado, nos ha enseñado los primeros pasos y nos ha acompañado a lo largo de nuestro aprendizaje hasta que nos hemos hecho adultos, incluso maduros, que muchos ya estamos a la puerta de esa tercera edad. Con mayor o menor acierto han contribuido a que seamos lo que somos y nos han dado su cariño y apoyo incondicional.  …”

 Cambiamos de diario, pasamos a Carlos Cerdán y cuesta un poco decidir si queremos el diario de “el cabreo” o el del “mosto”. Carlos se decanta por el más suave. «Diario 12 confinamiento.»

Los personajes de Carlos están tan bien dibujados que los seguimos como si fueran los capítulos de una serie de televisión. Va reflejando con gran habilidad, a través de ellos, lo que vivimos estas semanas. Los cambios de humor que por días o por horas unos y otras vamos pasando. Sus sutiles comentarios sociales y las relaciones personales a través del personaje de Carlos me tienen encandilada. Al terminar el diario de Carlos nos quedamos hablando en referencia a una línea de su texto de la antigua costumbre de besar el pan que caía al suelo. ¿Lo recordáis? Pero eso era del relato del cabreo.

“…Mi suegro está en el salón viendo la televisión; una tertulia de esas en que todos dan voces y hablan a la vez y en la que opinan con suficiencia de cualquier cosa. Coloco los platitos con los aperitivos sobre la mesa y le pregunto si quiere un mosto. Me mira por encima de las gafas con ese gesto ceñudo que le caracteriza (me recuerda a Aznar) y dice ¿Un mosto? ¿Tú me has visto a mí alguna vez beber un mosto? Encajo el golpe, de hecho estaba preparado para algún exabrupto. No, contesto, pero como no debes beber alcohol he pensado en un mosto vendría bien para acompañar a las aceitunas y las patatas, o prefieres una Coca-Cola. No, un mosto está bien, responde el tocapelotas sin modificar un ápice su rictus. Encarna, sentada en uno de los sillones del fondo del salón, mira su móvil, estoy seguro de que no ha perdido detalle de la conversación. Se levanta, coge una patata frita y con los dedos medio e índice señala, primero, sus ojos y luego los míos en un gesto claro de que me vigila. Sonrío y asiento.”

Después del aplauso homenaje a quienes trabajan para que podamos estar en casa, enganchamos con un diario de Juan Santos, que estábamos esperándolos como agua de mayo y nos han encantado. «Cortitos», este destaca por su sencillez y amargor. Siempre deja algo para el final que te deja pensando.

El pueblo

“…El día que el Gobierno ordenó el confinamiento total, estaba atontado con mi fiebre particular y no me di por aludido con eso de “quédate en casa”. Si no me apetecía salir del dormitorio, menos me iba apetecer salir a la calle.

Con el paso de los días y mi recuperación, agradezco a la televisión que siga recordando la consigna, porque ahora sí saldría, de muy buena gana, a dar una vuelta por ahí. Pero como buen ciudadano, aquí aguantaré el tiempo que sea necesario.

Lo que más me está costando es no poder ir al pueblo. Eso de que me prohíban ir a mi pueblo, no lo acabo de encajar. Lo tomaré como un sacrificio y no culpo a los mandatarios de tales medidas, si son buenas para no propagar la pandemia. Lo que más me duele es que mis paisanos y mis amigos, que siempre me han recibido con los brazos abiertos, ahora no quieren que me presente por allí.”

Alicia Gallego no ha escrito ningún diario, pero todas las mañanas, a primera hora, nos lleva a través del WhatsApp a países lejanos, con personas que nos hace sentir muy cercanas aunque pertenecen a lugares, para nosotros, exóticos. Despertamos con la ilusión de recorrer con los ojos las líneas que nos escribe para que nuestra mente vuele con nuestra azafata preferida hasta donde ella haya decidido llevarnos. Son textos breves, escritos con una elegancia y riqueza de sensaciones que consiguen que durante un buen rato permanecemos allí, vívidamente, donde generosa nos ha acompañado. Además adereza este desayuno con una música encantadora. Importante la mirada social.

machu picchu“La bajada en bus desde Machu Picchu hasta la estación de tren es de vértigo. El desnivel de 400 metros se lleva a cabo a lo largo de 9km de curvas continuadas, en 30 minutos. Pero…….oh, sorpresa!! Junto a la puerta del autobús, dos niños de unos doce años nos sonríen mientras ocupamos nuestros asientos.

En el momento en que éste se pone en marcha, salen corriendo montaña a través y esperan en el siguiente tramo de carretera a que pasemos para decirnos adiós con sus manos.

La escena se repite una y otra vez, su sonrisa es cada vez más amplia y sus gestos más exagerados. Los nuestros, también. Ya no hacemos caso a la sinuosa carretera, ni al precipicio, sólo deseamos dar otra curva para volver a encontrarlos y decirles adiós con las manos, con los brazos, a gritos. Cuando el autobús dobla la última curva, el conductor abre las puertas y permite que los niños suban para recoger las monedas que queramos darles. Así se ganan la vida. Recuerdo sus nombres perfectamente: Nicomedes y Basilio

La miseria no siempre se manifiesta con dolor y sufrimiento, también aparece tras la sonrisa de los niños pobres, en su mirada, y siempre, siempre se encuentra cómodamente instalada en el corazón de aquellos que les han robado la parte de la tarta que, en este mundo, a Nicomedes Basilio, les corresponde.”

Uno de nuestros nuevos compañeros, que estamos encantados de tenerlos entre nosotr@s, Luis Jiménez, se ha lanzado a escribir los diarios. Aunque dice que le ha costado, nos parece que la imaginación le ha llevado por las calles de Madrid que solía recorrer. ¡A esa no hay policía que la pare, ni virus que la pille!

Hace unos diarios frescos, sencillos y variados, y además se permite enlazar con personajes de diarios anteriores con total naturalidad. Nos lleva a hablar de nuestras musas, de esas que, si no las escuchas a tiempo, se van corriendo.

Actividades esenciales

“…Me hago cargo, la contesté, estos son tiempos complicados, pero ¿Y lo de presentarse a altas horas de la madrugada?, ¿A qué se debe? – Pues verás- me dijo, por el día hay muchos controles policiales y yo no se si mi trabajo está considerado como “actividades esenciales”, imagínate que me detienen. ¡NO POR DIOS!, entre tu y FABER Nº3 me vais a dar la cuarentena.

Aunque hay algo que mi musa no entendió, o seguramente fuera yo quien no supo explicarse bien, pues al día siguiente, se presentó a la hora de la siesta. En fin, creo que se ha merecido que le ponga ya un nombre y la humanice un poco, pero no se me ocurre ninguno. ¿Podéis ayudarme?, GRACIAS.”

Como veis cundió la tarde, y la crónica es larga. Nos dio tiempo a dos diarios más. María Sánchez Robles fue sacada casi a la fuerza a la pizarra, y eligió para su lectura su diario ·Día cuatro». En él con su escritura suave nos pone frente a la vida de los niños y la adecuación de tareas y horarios desde muy pequeños. ¿Qué es lo bueno? ¿Qué es lo correcto? Su texto nos llevó a reflexionar un buen rato sobre ello. De eso se trata esto de escribir compartiendo ¿no?

“…Tras este extenso párrafo en que el artículo definitivamente te hace sentir mal padre o madre, es mejor no seguir, puesto que lo siguiente ya sí te deja sin aliento: no es lo mismo si el ambiente de casa es relajado y alegre que si los padres están preocupados por no llegar a fin de mes; tampoco es lo mismo si vives en una casa con jardín que si tus metros cuadrados vitales no pasan de 50; y por supuesto si no eres finlandés también la tienes más jodida porque no es “igual vivirlo en una cultura nórdica, acostumbrada al confinamiento en inviernos fríos, que en una cultura mediterránea que acostumbra salir a la calle cada día”. O sea, que mi estado de nirvana anterior, en el que me habían tratado de convencer a golpe de titular que esta cuestión del encierro no le pasará factura psicológica a mi hija, se viene abajo en cuanto vences la desidia de leer un poquito más. Si es que ya lo sabemos: el conocimiento nos hará infelices. Saber ocupa lugar, y pesa, pesa mucho.”

Pura Simona de la Casa fue la última de la tarde. Lo de los diarios, como a muchos, la ha enganchado y escribe unos textos que están resultando muy interesantes. No dio tiempo a hablar mucho sobre ello porque el tiempo se acababa, pero quedamos de cierre ante un texto bueno, emocionante, en el que se menciona el ruido y el silencio. Y el ruido de nuestro silencio. Y sin haberlo previsto, porque las cosas a veces salen solas como tienen que salir, el final de la tarde recuerda, igual que empezó, a la discreta Yolanda, a la que queremos de nuevo entre nuestras líneas.

Anoche quise cerrar un libro en una de esas frases que detiene la lectura, y la piensas o te lleva a otro lugar. Me llevó a que si tuviéramos que vivir siempre encerrados, querría ver al mirarme en el espejo cómo en mis ojos siguen corriendo los arroyos de mi pueblo y su repiqueteo, y el olor dulzón de los espinos que ahora estarán floreciendo. Todavía lo veo todo, y la última sonrisa de mi madre cuando apenas podía respirar, la veo nítida.

Cuando iba a cerrar el libro miré el marcapáginas, es de una de las manualidades que nos regala Yolanda, pero ¿de qué? Parecía un cohete, ¿un cohete de Yolanda? Ah, caí, es el cuerpo de una japonesa con kimono a quien le falta la cabeza. Tengo que encontrar la cabeza, seguro que no la he tirado.

Necesito silencio.

Hasta la semana que viene, amig@s

Por PDV

5 comentarios en «Literatura a través de una pantalla»
  1. Una crónica excelente que refleja a la perfección la tarde del jueves y las lecturas que se llevaron a cabo. Gracias, Olga, por tu aportación.

  2. Gracias, Olga, me ha gustado mucho tu crónica, cómo describes las cosas, que no perdiste detalle, esto es un diario en toda regla de dos horas de clase. Para la próxima también están tus diarios, que me gustaron mucho. Un abrazo y gracias.

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