Libertad. Por Alicia Gallego
Una vez encontró en los arbustos
una jaula de palomas.
Se la llevó
y para eso la tiene
para que siga vacía.
Wislawa Szymborska
PRIMERA PARTE
¡Libertad! Por ella se han escrito las páginas más hermosas de nuestra historia, la historia del ser humano que desde los albores lucha por no ser sojuzgado. Sobre ella y su contrapunto y con este epígrafe tan sencillamente maravilloso, han comenzado a llegar como gotas que preceden a la lluvia, los cuentos de nuestros compañeros Juan y Carlos.
Había otros ejercicios propuestos, uno con el pan como tema central y otro con una narración en soliloquio sobre un personaje tirando a místico, pero parece que el tema de la libertad ha triunfado sobre los demás pues han sido sobre ella los primeros cuentos en llegar. De todas formas, la propuesta es que todos iremos pasando y creando relatos sobre los tres temas, como si de una wiki se tratara.
“Alas cortadas” Así ha titulado Juan Santos este precioso cuento. Le ha salido redondo y tierno como una hogaza de pan recién salida del horno.
“No puedes quitarte de la cabeza la imagen de tu madre sujetando al gallo, mientras tu padre le recorta las alas con las tijeras de podar. Aquel animal tenía alma de jilguero.”
Esta metáfora sobre la falta de libertad, de las alas cortadas, es tan gráfica que duele. Y alma de pájaro cantarín tiene su protagonista, un pequeño ruiseñor al que también le son cortadas sus alas negándole con ello la posibilidad de una vida mejor.
“Tu padre se puso en guardia cuando le dijo el propio Antonio Molina que tenías una voz muy bonita y que, si le daba su consentimiento, te llevaría con él de gira. En principio, de prueba y sin ningún compromiso, a ver si te gustaba el mundillo de la farándula. Para ti era una oportunidad de oro que no podías desaprovechar. A tu madre no le hacía mucha gracia que te relacionaras con aquellas bailarinas descaradas, algunas casi tan jóvenes como tú.”
Esta evocación de cosa antigua, de teatros ambulantes, nos gustó mucho a todos pues nos sitúa perfectamente en un tiempo en blanco y negro, de hambre de muchas cosas, lleno de prejuicios y de muchos deseos de volar, Y aunque también se le propone la idea de ir intercalando las dos historias que transcurren en el cuento, todos estuvimos de acuerdo en reconocer la dificultad del uso de la segunda persona que Juan supo llevar sin problemas hasta el final.
“Te fuiste para la puerta de la calle y antes de dar cuatro pasos, los ojos se te nublaron de lágrimas y se te puso un nudo en la garganta. No podías ni hablar. Resignado, te diste media vuelta derecho al corral, cogiste el gallo por el vientre y como si fuera un balón de plumas rotas, lo lanzaste por encima de la tapia.”
Carlos Cerdán tituló su relato “la Libertad”, título que desea cambiar por el de “Gudari” porque le parece más acorde con el cuento, narrado en una segunda persona perfectamente lograda.
“No quieres salir del coche, no quieres recibir el aplauso de toda esa gente. ¿Qué celebran? ¿Por qué lo hacen?, te preguntas. No eres más que un asesino, tú lo sabes y ellos también aunque no quieran reconocerlo.”
El relato es un magnífico contrapunto con el epígrafe. Su protagonista siente miedo a la libertad que se le acaba de conceder, una libertad que no libera pues él sigue en una cárcel interior de la que no consigue salir. El dilema es punto central ya que, Carlos, nos presenta a su gudari temeroso de que el estar libre no le llegue a dar la libertad esperada.
“Y esa sensación te resulta familiar, te recuerda a aquel día antes de apretar el gatillo. Ahora mismo deseas estar en tu celda, solo. ¡Eres libre! Te dicen con énfasis. ¡Qué saben ellos!”
Manuel describió el cuento como muy valiente por tratar un tema tan delicado y, es verdad que, este relato corto de Carlos, nos describe con toda crudeza, pero sin enjuiciar, con exquisita imparcialidad, los sentimientos de este preso al salir de la cárcel.
“Tu libertad se fue por el mismo sumidero que la vida de tu víctima, lo supiste desde el instante que viste desplomarse su cuerpo como una marioneta sin hilos.”
SEGUNDA PARTE
Después de un pequeño descanso nos lanzamos a destripar un cuento de Cesare Pavese que Pura nos envió para que lo comentásemos en clase titulado “Años”.
Aunque se reconocía fácilmente la libertad como tema principal, la historia dio lugar a variadas interpretaciones, pues la relación entre los dos protagonistas, un joven y una mujer adulta dio lugar a versiones de todo tipo.
“De lo que era yo entonces no queda nada: apenas hombre, era aún un crío. Lo sabía hacía tiempo, pero todo ocurrió a finales del invierno, una tarde y una mañana. Vivíamos juntos, casi escondidos, en una habitación que daba a una avenida. Silvia me dijo esa noche que tenía que irme, o irse ella: ya no teníamos nada que hacer juntos. Le supliqué que dejara que probásemos de nuevo; estaba acostado a su lado y la abrazaba”.
La acción sucede en el pasado pero el autor nos sitúa al protagonista en un presente que continuamente se mueve adelante y atrás para ir desgranando la escena que nos presenta. La libertad a la que Silvia lo empuja no es deseada por el joven. No sabe qué hacer con ella. ¿Es aquí la libertad el paso a la madurez?, ¿la pérdida de la inocencia?
“—¡Oh, Silvia! —susurré—, ¿qué haré al salir de aquí? ¿Adónde iré?
—Bobo —dijo—, irás a donde quieras. ¿No es hermoso ser libre? Conocerás a muchas chicas, harás todas las cosas que quieras. Te envidio, palabra.”
Los personajes se mueven en un ambiente turbio, pero la niebla que los envuelve no solo está dentro, también afuera la niebla tapa el sol que se vislumbra tras ella.
“Cuando hube acabado, el café estaba listo. Lo tomamos de pie, junto al hornillo. Silvia dijo algo, que ese día iría a ver a un tipo, a hablar de un asunto. Poco después dejé la taza y me marché con la maleta. Afuera la niebla y el sol cegaban.”
Para terminar nos metimos de cabeza en “Un cuento” de Fernando Pessoa. Aquí surgieron dos visiones muy distintas de lo que unos y otros consideramos qué es mejor y creo que, sin darnos cuenta, caímos en la trampa que muy subliminalmente nos tenía preparada el autor del relato. Unos se declaraban rendidos amantes de la placentera vida en el campo y otros de la algarabía y múltiples ofertas de la ciudad.
En realidad, la historia es una reivindicación de lo urbano frente a la vida en el campo, de lo incorrecto, de lo contrario que se supone que nos conviene o que nos tiene que gustar.
“Al niño, que nació y se crió a la sombra del ruido de las fábricas, se lo llevan al campo y allí sufre y muere en el exilio nostálgico del ruido de los grandes motores, del correr de las correas de transmisión, de los grandes palacios de hierros iluminados con grandes y blancas lámparas eléctricas.”
La inadaptación, la falta de comunicación se ven patentes en el cuento. El niño se pregunta por qué tiene que gustarle la serenidad del campo pues él lo ve como un exilio.
“Si le hubieran dicho que el sol es una inmensa lámpara eléctrica, acaso lo hubiera amado. Pero es que nadie comprende a los niños.”
Deslizándose sobre las vías, junto a la locomotora, vemos cómo se va aproximando la tragedia.
“Súbitamente, el tren sorteó la curva y se fue haciendo enorme. De pronto, se echó sobre él, siendo ya del tamaño del universo entero.”
Hasta la semana que viene, amigos.
Alicia Gallego González es miembro de la asociación Primaduroverales y coautora del libro 2056, Anno Domini. Apasionada de los viajes y de la música, cada mañana de los días de confinamiento nos regaló a los miembros de la asociación el relato de un viaje acompañado de una pieza musical.
Gracias, Alicia. Es una crónica que refleja fiel y magistralmente la clase del jueves. Creo que un poco generosa conmigo.
Tu crónica enriquece aún más la, ya de por sí, fructífera tarde del jueves.
GRACIAS ALICIA.
Me encanta tu punto de vista, Alicia.
Orgullosa de mi hermana… siempre.
Un fuerte abrazo🥰
La crónica está hilada con una soltura y una naturalidad envidiables. Se lee sola. Felicidades, Alicia!
Hemos comenzado con nivelazo de cuentos. Ya lo expone de maravilla Alicia. Felicidades a los escritores y a la cronista. Que cunda el ejemplo.
Magnífica crónica ¡Qué no decaiga el nivel!