Por: Juan Santos

Queridos compañeros y compañeras:

Deseo que al recibo de la presente estéis bien, yo bien G.A.D.

Como sabréis por la tele y otros medios, ya estamos saliendo de la tercera ola y los efectos de las vacunas son esperanzadores, pero aún vemos muy lejos la vuelta a las clases presenciales. Por tanto, aquí seguimos apañándonos con el sistema virtual que, a duras penas, nos está sacando del apuro.

En primer lugar, os transmito la alegría colectiva de ver a Pablo, con su sonrisa habitual y animado, camino de su completa recuperación.

Referente a los relatos, sabed que desde que empezamos con la campaña “formato de cartas”, no ha cesado el goteo de misivas a nuestro buzón particular. Ayer, por ejemplo, recibimos seis o siete que no tienen desperdicio.

Las dos primeras las trajo Ignacio Soto y aunque venían sin destinatario ni remitente, el acento borbónico de su lectura, nos dio enseguida la pista de quiénes eran los dos primos.

Nada comprometido decía en ellas, pero el autor, con buena pluma y mucha cautela, fue dando pinceladas, para que nosotros completáramos con el pensamiento aquello que se omitió al escribir. Las cartas llenas de ironía y buen humor resultaron una mezcla de lo cutre y lo aristocrático con su correspondiente crítica social. He aquí un pequeño ejemplo de los dos interlocutores.

“Hace unos días recibí la visita de las niñas. Mi hizo mucha ilusión. Estuvieron conmigo unos días y nos dio tiempo para ponernos al corriente de todos los acontecimientos que estamos viviendo. Sé que se ha armado un poco de revuelo con el viaje y sobre todo con el tema de la vacuna. Todo fue un poco rodado, aquí vacunan a todo el mundo, bueno a todo el mundo que puede pagar la vacuna claro, pero en nuestro caso Faisal fue muy amable y nos ofreció un dos por uno, en realidad un tres por uno…”

Respuesta “Tú cuídate mucho, sigue disfrutando del apartamento que te han proporcionado tus amigos, del spa y de los aperitivos, aunque sean de dátiles y no te fíes de nuestros compatriotas, ya sabes que con el mismo mármol somos capaces de hacer un pedestal y una losa. Espero verte pronto y saborear esos callos o esos huevos estrellados de Lucio que tanto nos gustan”.

Las siguientes cartas traían el matasellos internacional de Uruguay y de Sao Paulo respectivamente y las trajo escritas nuestro compañero Luis Fernando Jiménez. Cuando nos dijo que eran de Prudencio y de una bella mujer, las escuchamos con máxima atención. Teníamos curiosidad por saber noticias y el paradero del famoso detective de la calle de Toledo. Descubrimos a un Prudencio muy educado y menos canalla que de costumbre, seduciendo a Tamalinda, la escultural brasileña que le ayudó a salir del país. La respuesta que obtiene es la de una mujer de sangre caliente, que acepta el envite, entregándose a él en cuerpo y alma. Quedó en el aire si esta relación tan idílica, a primera vista, no esconde alguna sorpresa que veremos en próximas entregas.

“Dicho todo esto, te quiero contar los verdaderos motivos que tengo para escribir esta carta. No voy a andarme con rodeos, y es que no te puedo sacar de mi cabeza querida Tamalinda. Nuestra relación fue muy breve, debido a las circunstancias, pero tan intensa que mi piel sigue oliendo a Ti. Hay momentos que valen por toda una vida. ¿Crees que hay alguna posibilidad de que tú sientas lo mismo por mí?”

Respuesta “Que más puedo añadir, vida mía, desde que recibí tu carta ya he empezado a llegar a tu lado. Vete haciendo un espacio en la chacra, un lugar en tu vida, un hueco en tu cama y un anexo en tu piel”.

A continuación, hicimos un paréntesis en la lectura de cartas, para leer el comienzo de una novela que está escribiendo nuestro querido Pablo Frías, titulada La revancha de las tuercas. En esta primera entrega, vemos a un joven fisioterapeuta que queda prendado de una chica que sale de la casa de don Cayetano, un paciente al que trata de una lesión. Las primeras líneas pertenecen a una canción de diez versos, que algunos sugirieron intercalarlos en párrafos siguientes, así como obviar algunos preámbulos iniciales y empezar directamente cuando el protagonista entra en acción. No sabemos mucho más, pero la novela promete y quedamos expectantes de leer nuevos capítulos.

“Porque en eso se resumía todo. Hasta entonces, y no me importa reconocerlo, las pijas me habían provocado una lujuria animal. Era ver una y desear llevármela a la cama. Y cuanto más pija, más ganas de ponerla a cuatro patas. Pero esta vez era distinto. Me despertaba curiosidad descubrir lo que ocultaba aquel abrigo, por supuesto, pero con el ánimo de completar un cuadro formidable que se había bocetado en mi cerebro y amenazaba con rendir plaza”.

Para rematar la tarde, tornamos al mundo de las misivas de la mano de Lourdes Chorro. El lirismo y la buena prosa de Lourditas es palpable en todo lo que escribe y no iba a ser menos en este formato. Dado que su escrito no tenía encabezamiento ni despedida, podría confundirse con la página de un diario, pero era una carta de una interna, escrita a su pareja por indicación de su psiquiatra como terapia de su inmunodepresión. La contestación es la de un hombre sin empatía y con pocos escrúpulos, que parece importarle poco el estado mental de su pareja.

“Cuando me toca la visita del psiquiatra me siento como esas cartas del banco que nunca encuentro el momento de abrir. Me dice que no ofrezca resistencia y eso me hace sentirme tan desvalida como mis hortensias a pleno sol. Por el pasillo hasta su despacho voy memorizando la declaración de intenciones que llevo encastrada en mi móvil”.

Respuesta “Me muero porque nos demos un revolcón de los nuestros y que me digas al oído todas esas cosas que parece que me van, pero no veas cómo me ponen. Por cierto, no suspires mucho al engominao del loquero, no vayamos a tener un disgusto”.

Y esto fue todo. Sin nada más que contaros, recibir un fuerte abrazo de este que lo es

El cronista

Por PDV

8 comentarios en «¡Hemos recibido una carta!»
  1. Querido cronista, qué alegría nos hemos llevado al recibir tu carta contándonos las aventuras epistolares que viviste en otra de tus esperadas tardes de taller.
    Gracias por acordarte de nosotros y sobré todo de los que no pudieron asistir a la divertidísima clase que nos cuentas.
    P.D.
    Ojalá nos veamos pronto en persona. Besos

  2. Da gusto que las crónicas se vayan conformando al hilo de lo que trata. Otro acierto pleno de Juan, que cartas, pues una carta.
    Acabamos la clase por todo lo alto: a carcajadas. No se puede pedir más.

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