Jesús Tíscar Jandra

Por Manuel Pozo Gómez

Jesús Tíscar es una persona singular. Es de Jaén y ama su tierra, aunque lleva un tiempo viviendo en Murcia. Es sincero, dice lo que piensa, no tiene pelos en la lengua. Según él, no le gusta la gente, pero le encantan los bares, lo que es algo contradictorio. En la conversación cara a cara resulta entrañable y da gusto hablar con él. Tiene la valentía de aquellos que un día decidieron que se iban a ganar la vida escribiendo, y lo está consiguiendo. Escribe teatro, relatos cortos, novela y artículos periodísticos. No para. Le dedica todo el día, y es que respeta, ama y sufre con el oficio de las palabras. Jesús Tíscar no deja indiferente, su escritura tampoco.

He leído que los bares te encantan. Eso de ganar premios literarios por toda España te habrá dado la posibilidad de conocer un montón de bares…

Oh, sí, desde luego, desde luego. Las bibliotecas, los ateneos, los círculos del arte y todos esos primorcicos están muy bien, pero aburren hasta el traumatismo craneal, y yo, para accidentarme la cabeza, prefiero los bares, a poder ser con moscas abstrayentes y camarera malencarada. Eso sí, en soledad y que nadie me hable.

¿La cerveza y la literatura hacen un buen maridaje?

No. Yo, escribiendo, sólo bebo agua y además tildo ese “sólo”, porque soy tildesolista y ninguna RAE me va a cambiar. La cerveza es el premio a esta heroicidad de escribir todos los días y de ser un escritor a la antigua, como los de antes, con gafas, cuando abundaban. O sea, con la cerveza me trago las lágrimas y luego río y canto por Peret, que se me da muy bien, y le hago cucamonas al destino. Después me pongo serio, lleno mi botella Redcliffs de agua desalada del grifo y escribo como si no hubiera un mañana ni un antier. Eso hago. Pero jamás mezclo cerveza y literatura, ¡jamás!

Tú eres un hombre muy crítico, sin pelos en la lengua. Esto de la cultura se está poniendo chungo en algunos sitios, ¿no te parece?

La cultura, en general, me la pela muchísimo, sobre todo porque uno no puede estar disgustado por varios frentes, eso no lo aguanta nadie y hay que tomar medidas higiénicas para que no se te vayan las ganas de vivir. Cada uno que se cabree con lo mal que está su campo. La literatura, sí, chunga. ¿Has visto esos anuncios de “escriba un best seller en 60 días y conviértase en novelista de éxito”? Pues eso lo explica todo. Hoy, cualquier gilipollas sin mocos y con faltas de ortografía te escribe un libro y lo publica. Porque tiene derecho. Y te tienes que aguantar. Porque tienes la obligación. Y que no me vengan con que los lectores deciden: los lectores tragan con todo mientras se lo den con mermeladica de guay o lo haya escrito el nieto de la Josefina, que es tan guapo.

Contigo hay que ir por partes. Has ganado dos premios de novela de los más importantes de este país: el premio de novela negra «Ciudad de Getafe» con La japonesa calva (Edaf), y el premio de Novela «Felipe Trigo» con La Poetisa (Algaida). ¿Sientes que tu trabajo como novelista se ha reconocido?

No. He de insistir. Y a ello me pongo todos los días (menos los domingos, que me los paso resolviendo los dameros malditos de Virginia Montes) de nueve y media a una y media y de cinco a nueve. No obstante, ya estoy mayor, se me está encaneciendo el pubis y no me importa tanto lo del reconocimiento, lo del reconocimiento es importantísimo cuando se tiene un pubis zaíno que da gloria verlo, después deja de ser prioridad. O sea que ahora es cuando va a venir, porque las cosas vienen cuando ya no te urgen y los genitales te blanquean. Y el reconocimiento va a venir cuando publique —os vais a cagar— la obra maestra que estoy terminando y que me va a dar para muchos bares. Pero, repito: solo y sin relacionarme con nadie, por favor. No aguanto a la gente.

A estas dos novelas se suma Memorias de un gusano y un libro con tres novelas cortas publicado por el Grupo Tierra Trivium, Yo, señor, no soy malo. ¿Has cubierto tu cupo como novelista?

No. Me quedan tres más. Las tengo en el teclado, mira, ya las iré pulsando. Y cuando las pulse y vacíe el teclado de ellas, tiraré el portátil, mandaré al carajo la escritura y me compraré un hurón para finalizar mis días con la misión cumplida. He dicho. Nadie podrá impedírmelo.

Hablando de Tierra Trivium. Tierra Trivium es una editorial con la que algunos de nuestros asociados mantienen una buena relación ¿Cómo te llevas con el mundo editorial?

¿Yo? Bien, bien. Al autor le dan el 10% de las ventas, sin IVA, pero bien, bien. Las editoriales son unas instituciones maravillosas que velan muchísimo por sus autores y que te mandan pictolines cuando te resfrías. Y en el caso de Tierra, además, es verdad. Luego están las que, si te resfrías, les importa un pito y hasta dejan de hablarte, como por ejemplo Algaida, pero bueno, al señorito no hay que morderle la mano, entre otras cosas porque hay que tener estómago para hacerlo.

Dicen que tienes una forma de escribir arrolladora y barriobajera, envolvente, subyugante, familiar y con un vocabulario callejero de los bajos fondos. Sin embargo has ganado numerosos certámenes de relatos, y quince de tus relatos premiados están recogidos en el libro La camarera que me escupía en los chupitos de whisky. ¿Te divierte ser tan provocador?

Sí, me divierte, porque los provocados suelen ser muy tontos y ponen unas caras graciosísimas. Me meo. La culpa del provocador la tiene el provocado. El provocado no suele estar bien, se nota en que, cuando algo no está a su gusto, se pone a decir memeces, y para eso hay que estar muy cipote. Ahora vivimos la era de los ofendiditos (me encanta el término) y la verdad es que el escándalo se está devaluando, ya no es lo que era, ahora abunda tanto que aburre. Y respecto a los premios literarios, pierdo más que gano, precisamente por eso, creo, porque mi lenguaje literario no es muy de jurados. Los jurados tienen que recoger a los niños del colegio cuando terminan de deliberar y eso les resta gusto por otras cosas que no sean “él giró sobre sus talones” y demás hallazgos narrativos. Por cierto, La camarera que me escupía en los chupitos de whisky (y otros 15 relatos pellejos) es un libro que gusta muchísimo, que está agotado, que tiene una portada maravillosa y que me ha dado grandes satisfacciones. ¡Me lo hice yo mismo! ¡Me quité de pejigueras! ¡No repartí con nadie! ¡Y eso es muy sano! Creo que repetiré.

¿Te expresas mejor con el relato o con la novela?

Con ambos. La diferencia es que, con la novela, te tienes que expresar mejor durante más rato.

¿No se te ha ocurrido alguna vez convertirte en un “niño bueno” y ser menos irreverente?

No. El respeto y la irreverencia no consiguen nada, cierto, son dos inutilidades más, como tantas con las que acarreamos: los vecinos continúan dando los buenos días sin que nadie se lo pida, la ultraderecha avanza a pesar de todo, los sugus se siguen pegando a las muelas, la prensa está amariconá, la sociedad se disgusta se dices amariconao y el Mar Menor no para de morirse por culpa de Dios y de su Madre, pero con la irreverencia te lo pasas bien, es masticable, da que pensar, suena, se te sube por las pantorras, chilla. Entonces… la opción está clara, me parece a mí. Además, a lo establecido y a lo sagrado y a lo intocable hay que meterle meneos de vez en cuando para que no se enquiste en ridículo o en tirano. Sé de lo que hablo, soy de Jaén.

Has sido el tercer premio del VI certamen Madrid Sky con el relato Escena sobre la persistencia de las luces, una alegoría moderna de Luces de Bohemia, de Valle-Inclán. ¿Quién es para ti Valle-Inclán hoy en día?

El inventor del esperpento, que es el único género por el que debería moverse el teatro. Ya sé que es muy cateto lo que digo, pero es lo que hay. Soy cateto. Y además estoy gordo. El teatro, para mí, es un mierdón si no hay esperpento. Y punto. Al ser humano hay que sacarle en escena lo ridículo y lo patético que es. Y lo marrano, sobre todo lo marrano, las marranadas que se gasta. Todo lo demás: comedieta de sofá o tostonazo pedantorro. Del teatro hay que salir jodido, salpicado, asqueado, con cuarto y mitad de alipori y flojo de risa sádica.

Has escrito y estrenado varias obras de teatro, la última de ellas Verracas. Creo que en el mundo del teatro tienes mucho que decir ¿Es el teatro el género en el que te encuentras más cómodo?

No, ¡de ninguna de las maneras! Soy narrador y cuando los narradores nos ponemos a escribir teatricos, se nos va la olla mucho y la cagamos. Yo he ido aprendiendo a ser dramaturgo, pero aún no tengo ni puta idea. No obstante, con la última obra, Verracas, creo que empecé a enterarme de lo que iba la cosa. El teatro lo escribes para cuerpos, no para hojas de papel, y los cuerpos van a decir más de lo que les escribes. Toma ya.

Sé que son campos diferentes, pero cómo te encuentras más a gusto ¿cómo autor teatral o como actor?

Escribiendo me encuentro más a gusto siempre, sobre todo si por lo que escribo ya tengo el dinero apalabrado. Es mi trabajo. Como actor… he disfrutado, a veces, y dicen que no lo hago mal, casi siempre de villano y malahostia, claro. Pero nunca tuve vocación, he hecho teatro y cine de casualidad, por culpa del director de escena Miguel Ángel Karames, que me lió, y casi siempre con las gafas quitadas, con lentillas, que no sé pegármelas y me las tienen que poner, es un engorro. Pero el de actor, sobre todo el de teatro, es un oficio muy perro en el que se trabaja mucho (no sólo actuando) y se cobra poco. Te tiene que gustar hasta el orgasmo, para perseverar. Y luego están los concejales de cultura de los pueblos en los que actúas, que hablan mucho y no huelen bien, huelen como a voltímetro por dentro.

Hay que ser optimistas, aunque los políticos nos lo pongan difícil. Hay empresas que apuestan por la cultura. Nosotros hemos encontrado patrocinadores que nos ayudan para continuar con nuestro certamen. El tercer premio, que ganaste tú, lo patrocinaba la empresa Question Box. ¿Hay esperanza para la literatura?

¿Y por qué diantres hay que ser optimistas? ¿Y qué políticos? ¿Hay políticos en España? Coño, pues no lo parecen. Parecen cuñaos echando una pachanga hasta la hora de la paella y el tintorro. Y no; no hay esperanza para la literatura. Ya no. Hay esperanza para Netflix.

Para finalizar, ahora que empieza el verano. ¿Nos podrías recomendar una novela y un relato?

Sí, claro, por qué no, lo haré, lo haré. Pero no por el verano, coño. No hagamos de la literatura una cosa veraniega, maldita sea. Reñido lo cual, veamos. Novela: La noche que pude haber visto tocar a Dizzy Gillespie, de Antonio Tocornal. Relato: La despedida, de Ignacio Aldecoa, el cuentista más grande que ha dado este miserable país de santeros, mareaperros y cagarruinas.

Te agradezco, Jesús, que te hayas sometido a este tercer grado. Es lo que tiene ser un autor de novela negra de éxito ¿Te gustaría añadir algo más que no te hayamos preguntado?

Sí, sí, me gustaría añadirlo. No soy un autor de novela negra. La japonesa calva ganó un buen premio de novela negra, el de Getafe, pero no es novela negra, aunque podría serlo. Al jurado le gustó por eso, porque ya estaba un poco harto de detectives borrachos y culones y de intrigas ya bastante chonías. Pero yo no tengo los géneros claros. No señor, no los tengo. Eso es cosa de lectores, que lo etiquetan todo y se lo pasan bien. Déjales que disfruten, si total, para lo que van a durar…

Manuel Pozo Gómez es miembro de la asociación Primaduroverales Grupo de Escritores. Es autor del libro de relatos Violeta sabe a café, (Premium editorial) y coautor, entre otros, de los libros Madrid Sky, (Uno Editorial); Cuéntame un gol, cuentos de fútbol  (Verbum editorial) y Mar de relatos (Editorial ECU) y RRetratos HHumanos editorial Kolima).

Por PDV

4 comentarios en «Entrevista a Jesús Tíscar Jandra.»
  1. Muy buena la entrevista, me gusta oír voces que se salen de lo convencional. Y Manuel cada vez es mejor entrevistador, gracias a los dos.

  2. Una entrevista íntima, sincera y con preguntas muy bien elegidas. Algunas palabras que me han recordado el lenguaje de los pueblos y un novelista con mucha fuerza y rebeldía. Seguro que esa siguiente novela será todo un éxito.
    Enhorabuena al entrevistador Manuel y un placer conocer más de éste escritor, que además es un artista.

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