El taller de ayer jueves transcurrió de una manera especial, con tres textos a análisis que ya venían cargados de enigmas y referencias que, como veremos, nos llevó nuestro tiempo de estudio y debate. También fuimos conscientes de estar finalizando este curso y de las ganas de que para el próximo podamos abandonar la pantalla y hacer estas reuniones sobre nuestra literatura en persona, que parece una eternidad desde la última vez.

También nos estuvimos preparando ante la inminente ceremonia de entrega de premios del VIII certamen Madrid Sky que tendrá lugar el próximo jueves. Así que estad atentos al blog y a nuestra página de Facebook que a partir del domingo próximo se empezarán a publicar las entrevistas que se han celebrado con los ocho finalistas de este año y las audiciones con la lectura de los correspondientes relatos. Va a ser de lo más sugerente, como aperitivo de la citada ceremonia.

Y de vuelta al taller, la tarde la inició Carlos Cerdán y su ‘Melena’. Y no es que Carlos tenga el pelo largo (bueno igual lo tuvo en su día, estamos casi convencidos de ello, casi lo podemos imaginar mientras escuchaba algunos de esos temas musicales que tanto le gustan y tanto nos gustan) sino que así tituló su relato. Ambientado en un largo período de tiempo y reflejando un problema de relación generacional que todos pudimos reconocer. Dio para mucho el análisis sobre la extensión o sobre el tiempo en que se desarrolla, pero es sabido que cuando hay debate es que hay enjundia. La “Melena” de Carlos comienza así:

Tras depositar los enterradores el féretro en la sepultura, la viuda y los dos hijos se acercaron al borde. Luisa, la esposa, tomó un puñado de tierra y lo echó sobre el ataúd. Elisa, la hija mayor, hizo lo propio. Francisco, el hijo, sacó de su bolsillo un sobre con un mechón de cabello y, ante la sorpresa de los presentes, fue dejándolo caer despacio. Sin embargo, el viento hizo que los pelos se dispersaran por el cementerio sin que ninguno de ellos llegara a caer sobre la caja

Turno de Lourdes Chorro, que nos trajo ‘Historia unocuatrocero  cuatrodostres’. Texto, al parecer, y como otros muchos, extraído de su ya famoso ‘cajón’. Lourdes con esa maestría suya nos mete en una historia que hay que leer más de una vez. Una parte de la acción se desarrolla en una cama de hospital con un paciente cubierto de cables, un pie hinchado, un número en la cabecera de la cama y con un nombre: Edipo. Y no vamos a contar más, salvo el final del texto, que, aunque sea como acaba no hay posibilidad de hacer ‘spoiler’, queda garantizado:

Es curioso que en las cuencas vacías puedan todavía jugar a hacer corros las hojas secas empujadas por el viento. Lo único que ya me importa. Pronto el lúgubre sonido del trueno anunciador me llevará a la espesura del bosque y la voz definitiva me llamará y no podré retrasarlo más porque mi final, como el de todos, está escrito

Para acabar, Vicente Moreno, nos entregó el relato ‘Nosotros’, que sirvió para poner a prueba nuestras capacidades analizar textos con hondura. El texto, denso y corto, nos obligó, también, a leerlo más de una vez. A primera vista nos planteaba un enigma o una adivinanza, que tanto da. Después de varios ciclos de opiniones y propuestas, se llegó a dar con la esencia del magnífico relato. Ahí va un trocito del mismo y quien no lo haya leído entero que lo haga cuanto antes.

A este lado de la línea sinuosa, que nos separa de la espuma blanca de la orilla no hay colores que nos diferencien, ni rangos que nos distingan. Solo hay voces, y todas suenan a la vez aunque a ti te llegue solo una, como un eco sordo que no consigues ubicar. En este lugar no hay antes ni después, todo ocurriría al mismo tiempo si hubiera un tiempo

Y hasta aquí, amigos. Una tarde de taller que nos llevó a descifrar enigmas, a resolver adivinanzas y, quien sabe, si a dejarnos crecer el pelo.

Por PDV

5 comentarios en «Enigmas, adivinanzas y un mechón de cabello»
  1. José Miguel, podías prodigarte un poco más en lo literario, que ya comprobamos lo bien que se te da. Buen espejo de una tarde litera/tormentosa.

  2. Buena crónica José Miguel. Estoy con Pura. Con lo bien que haces las crónicas…Echamos de menos esas personalizaciones en los objetos o seres más inesperados, ¿para cuando el debate dialéctico de la tuerca con la clara de huevo?

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