Por: Luis Marín
Tarde lluviosa que induce al recogimiento cerca de la calefacción para compartir con los amigos un rato de literatura. Muchos textos para esta tarde y muy diversos.
Comenzamos con Vicente Moreno que nos presenta a su Licenciado Pandemio en sus ”reflexiones sobre las tribulaciones que nos abruman”. Partiendo de unas declaraciones del cantautor Albert Pla acerca de las personas que seremos después de la actual pandemia, nos traslada a un mundo imaginario en una satélite de Urano donde las temperaturas, de doscientos grados bajo cero, no resultarían tan frías como nuestros corazones helados por la enfermedad. Me quedo con el final que cierra con la primera frase de la obra Ricardo III de Shakespeare. Ahí va su último párrafo.
“¿A que apetece viajar a un lugar así? Con un buen cargamento de sonetos para leer en un entorno lleno de magia y misterio, y sin riesgo de virus ni bacterias que resistan los doscientos grados bajo cero del clima mirandino. Si te parece que no podrías resistir esa temperatura extrema yo creo que es peor el ambiente glacial que se está instalando en nuestros corazones, justo cuando se avecina el invierno, que, esta vez es seguro, será el invierno de nuestro descontento”.
Seguimos con Lourdes Chorro y un texto “A tientas” que se parece mucho a un fluir de la conciencia, pero narrada en tercera persona. Como es habitual, Lourdes nos bombardea un montón de ideas con un lenguaje lírico que hace que más de uno sugiera que es el momento de dar el salto a la poesía. Quizá como cuento le pueda faltar contenido, pero se puede vislumbrar una búsqueda de liberarse, quizá, a través del alcohol. Pero mejor una muestra de sus palabras.
“Impía esperanza, para muchos de pobre borracho que se está matando, como si la desalmada vida no dejara que decidan, que vivan por ti y, jugando a ser benévola, no te llenara de sufrimientos propios y ajenos que se retroalimentan de agua como las lombrices de tierra”.
Para saciar la curiosidad en la que nos dejó envueltos la primera parte del capítulo, José Sainz de la Maza remata con una segunda parte en la que el ritmo parece acelerar. El ambiente del pub va relajando a la protagonista que conversa y se despoja del impermeable. Pero nos vuelve a dejar deseosos de seguir leyendo. La historia parece que puede tomar un camino inesperado.
“Cree saber lo que va a ocurrir después de que Logan llegue, si es que llega, y también ha planificado lo que va a hacer, aunque él no quiera. Y no querrá, seguramente. Le dirá que, ante todo, es por su seguridad, porque esto suyo, Sr. Logan, puede resultar muy peligroso. Hay informes médicos… usted mismo ha empezado a sentirse desorientado… En definitiva, la prueba no ha funcionado como se pretendía, han surgido imprevistos y hay que dar marcha atrás”.
Manuel Pozo nos llega a lo más profundo con su relato “Corazón”. ¿Puede llegar el amor al extremo de entregar la vida para, quizá, salvar a otra persona? ¿Cómo llega una persona a vivir la vida de otra con intensidad? A través de una familia en la que el marido sufre una enfermedad irreversible de la que sólo le puede salvar un trasplante, el autor nos lleva por un proceso vital, cuyo desenlace es imprevisible. Veamos la sensibilidad narrativa con un ejemplo.
“Estaba segura de que a Marc le habría ido bien en la reunión. Admiraba la capacidad que tenía para persuadir a los demás en una presentación, su cordialidad, su don de gentes, la facilidad con la que creaba una corriente de simpatía a su alrededor. Había otras cosas que debía mejorar, como su desaliño en la forma de vestir, pero para eso estaba ella. No iba a consentir que un talento como el de Marc se viese truncado en plena juventud. Ella se había propuesto hacer todo lo posible para ayudarle a encontrar un corazón. Lo amaba, y no iba a dejarle desamparado nunca”.
Como era de esperar, quedaron textos en la carpeta. Así tenemos asegurada una tarde repleta de historias el próximo jueves. Y quién sabe qué nuevas sorpresas nos puede traer el Licenciado Pandemio.
Buena semana.
Buena crónica, Luis. Se nota que la has hecho con buen gusto.
Pero cómo os aplicáis de bien en las crónicas, con qué ligereza y prontitud. Y qué bien escritas. Y aquí se comprueba, una vez más, las dificultades de la literatura, que requieren otras claves y otro tiempo. Muy bien, Luis.
Qué soltura !!! Me recuerdan a unas columnas periodísticas tituladas » Canela fina».de un tocayo tuyo. Bravo Luis y gracias.
Buen resumen este del taller lleno de buenos relatos que convierten un día gris en uno lleno de color. Gracias Luis.
Una crónica concienzuda y precisa a la que falta detalle. Gracias, Luis