La Biblioteca Pública Municipal Esteve Paluzie del Ayuntamiento de Barberá del Vallés ha fallado los microrrelatos ganadores de la convocatoria del mes de febrero de la XI edición del “Microconcurso La Microbiblioteca”.
En catalán el premio ha recaido en el relato Psicopompo, de Josep Sampere Martí, de Igualada (Barcelona). En la categoría de castellano ha resultado premiada Elena Bethencourt, que fue segundo premio de la VII edición del certamen de cuentos Madrid Sky con el relato Amor al arte.
Elena Bethencourt es licenciada en Filología por la Universidad de La Laguna, Especialista Universitaria en Traducción Jurídica por la Universidad de Alicante y profesora de inglés. Amante de la Lengua Española y de los idiomas en general es una gran lectora de poesía desde muy joven y una gran aficionada al género del microrrelato.
Como siempre, el mejor homenaje que se puede hacer a un relato premiado es su publicación. A los escritores les gusta que les lean y, si es posible, que se escriba un comentario a su texto.
Enhorabuena a los dos premiados, y muchas felicidades a Elena, a la que contamos entre los amigos del Madrid Sky.
Cruzar la raya
Relato ganador de febrero XI edición del “Microconcurso La Microbiblioteca.
Categoría castellano
La raya blanca apareció de la noche a la mañana y dividió la ciudad en dos. El alcalde dijo que aquello era una señal y que no debíamos cruzarla. ¿Y quiénes éramos nosotros para contradecirle?
A un lado quedó la farmacia, la carnicería y el parque. Al otro, la plaza, la panadería y el hospital. A la izquierda, la escuela, el gimnasio y la taberna. A la derecha, la iglesia, la piscina y el cementerio.
Al principio nos lamentamos: que sin hospital cómo íbamos a vivir, que sin cementerio cómo íbamos a morir, que sin plaza dónde celebraríamos la fiesta, que sin cura quién nos iba a casar… Pero con el tiempo llegamos a acostumbrarnos. Los que se quedaron sin escuela enseñaban a los niños en casa y se automedicaban en la farmacia. Los de mi lado aprendimos a vivir sin carne y nos consolamos pensando que, al menos, teníamos pan.
Así vivimos muchos años hasta que un iluminado nos llamó imbéciles: “¿No veis que es solo una línea de tiza y que si queréis, la podéis barrer o cruzar?”
Esa misma noche cientos de hombres y mujeres de ambos lados nos colocamos a lo largo de la raya, enterramos al iluminado y construimos el muro que ahora atraviesa la ciudad.
Elena Bethencourt
Los Cristianos (Santa Cruz de Tenerife)
Fantástico microrrelato, un premio muy merecido, seguro. También me lo pareció tu relato » Por amor al arte». Comparto tu punto de vista sobre los cretinos que pintan rayas y que la estupidez es muy contagiosa. Solo espero que los iluminados no se extingan.
ENHORABUENA ELENA.
Me gusta el juego con la raya, las fronteras y el muro.