Un hombre, un poeta casi adolescente. El dolor de una madre por la pérdida de un hijo, la angustia de un amigo, de tantos amigos, por la pérdida de un colega comprometido, de un ser humano que luchó por lo que creía y que desapareció prematuramente.

La vida del escritor Javier Heraud (Lima 1942 – Río Madre de Dios 1963) no puede dejar, no deja, impasible a nadie, el poeta peruano a quién sedujo la revolución y que, habiendo obtenido el Premio El Poeta joven del Perú, y haber visto publicados sus dos poemarios, viajó por Europa antes de unirse a la guerrilla y acabar sus días con tan solo 21 años, acribillado, a la orilla de un río inmenso, en la selva amazónica.

Todo esto lo cuenta el director Javier Corcuera en el documental «El viaje de Javier Heraud» estrenado en la Cineteca del Matadero, con el que nos acerca a un escritor singular con alma de revolucionario cuya obra hoy se estudia en las escuelas y en las universidades del país, como  patrimonio cultural de una nación que le vio partir a Cuba, a la aventura de la lucha con el pretexto de estudiar cine, en plena efervescencia de los movimientos sociales latinoamericanos que la reciente revolución cubana había impulsado.

Durante 96 minutos el autor nos irá transmitiendo con imágenes cuidadas los detalles de la vida inquieta de un escritor precoz, de un poeta lúcido, de un muchacho hijo de familia acomodada de Miraflores, que escribió su premiado libro de poemas «El viaje», con tan solo 17 años con el que, juntamente con su segundo poemario «El río», consolidó su reputación poética, truncada por ese trágico final.

El hilo conductor de la película es su sobrina-nieta Ariarca, que cumplió los 21 años durante el rodaje, la misma edad que tenía su tío al morir y que, en un intento por conocer quién era el joven detrás de los poemas, nos irá presentando a los protagonistas que le conocieron, a su hermana que sigue intentando comprender su huída, a sus amantes de la universidad, a sus amigos escritores. Tratarle fue todo un privilegio, según nos dicen, por la bondad que desprendía, por sus constantes bromas a pesar del rictus serio con el que aparece en casi todas las fotografías, un ser de firmes creencias, entregado a una madurez temprana.

Javier casi presintió su desdicha, su final, cuando, en uno de sus últimos poemas, como un visionario, escribió: «Yo nunca me río de la muerte, simplemente no me da miedo morir entre pájaros y árboles”. Su tumba, en el cementerio de Puerto Maldonado, es hoy lugar de peregrinación de muchos jóvenes peruanos que recuperan su memoria bajo las ramas de los ficus gigantes que anochecieron con el poeta, aquel aciago día de mayo de 1963 en que la Guardia Republicana acabó con su vida.

Las pocas cartas de Javier que conserva una de sus amigas de universidad dan testimonio del corazón del poeta y con tristeza ella nos habla de como ahogan «las cartas que no llegan», como quiebran el alma por la incertidumbre de no obtener la respuesta que se espera, refiriéndose a que hubo un momento en que, desde Cuba, las cartas dejaron de recibirse y que ella nunca supo porqué. Un compañero poeta nos dice, imbuido de cariño, que lo bueno es que mientras nosotros envejecemos, su querido Javier se quedó para siempre en los 21 años, y en las fotografías contemplamos a un adulto prematuro y serio, listo para la derrota, emprendedor de letra escrita más que de fusil. Su madurez es la madurez truncada por la creencia firme en que la justicia social podía ser posible, en un momento convulso para su país, gobernado por una Junta Militar.

A Javier le gustaba hacer bromas y compararse con el poeta ruso Mayakovski porque era tan alto como él, y por tan alto sus amigos le decían que, de tener unos centímetros menos de pie, se daría de bruces contra el suelo. La talla inmensa de un hombre grande, la grandeza de un alma aún joven buscando reconciliarse consigo y con los demás.

Si  hace más de cincuenta años que Javier Heraud, como un Arthur Rimbaud de la poesía peruana, nos dejó para siempre, hoy a través de este documental, y gracias al testimonio en particular de su hermana, que teje con objetos, recuerdos y memoria la vida chica de un escritor grande, conseguimos acercarnos a una figura indispensable de las letras del país andino. Incluyo una de sus poesías que el director, al final del pase del documental, nos regaló en un facsímil del original «El río» publicado en 1960.

Una  piedra

Piedra fría,
solemne piedra
¡si pudieras hablar
en mi costado,
si pudieras cantar en
tu vertiente!
Si desembocaras en un
ancho río,
Y trajeras la paz al
mundo entero,
al cantarte en tus
aguas destiladas,
alma serías en mi
frente oscura,
brazo serías
de mi antigua
cabellera.

Josu Bilbao Munitiz es Licenciado en Periodismo y miembro de la Asociación de escritores Primaduroverales desde 2015. Es coautor en los libros de relatos «Madrid Sky» y «2056 Anno Domini». Sus grandes pasiones son el cine, la literatura y los viajes.

Por PDV

3 comentarios en «El viaje de Javier Heraud»
  1. ¡Qué maravillosa película sobre alguien que escribe un poema a una piedra capaz de de fluir por los rios más largos y los afluente más pequeños y, antes de morir en el mar, dejar en ellos la paz!
    Gracias, Josu, por hablarnos de ella y de él

  2. Para mi también lo era, Luis.
    Gracias por vuestros comentarios.
    El caso es que ha sido todo un descubrimiento y el documental transmite esa pérdida de una forma muy entrañable y muy poética.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *