Por: Juan Santos
Ha pasado el mes de enero y los hornos de los primaduroverales siguen horneando sus ucronías. ¿Será una pizza? ¿Será una tarta? Ya lo veremos. Cada obrador ha elegido los ingredientes más adecuados para nuestro experimento. La condición es que el resultado ha de ser por partida doble, según las indicaciones de nuestra chef. Por tanto, a mitad de la cocción, cambiaremos uno de los ingredientes y veremos qué dos cochuras nos salen. Y en esas estamos, cada jueves llevamos una porción, en forma de capítulo, que damos a probar a los compañeros. Lo saboreamos línea a línea y damos nuestra opinión, referente al sabor, textura y punto de cocción.
Ayer, Paco Plaza fue el primero que nos obsequió con un par de capítulos, de las dos vidas que hasta ahora tiene «Antonio González». El primero de ellos, ya lo habíamos probado en jueves anteriores, pero en esta última versión, perfectamente ambientada, nos cautivó a todos. El recurso de conversar con un dios griego para contarnos su vida, es un acierto excelente. La verdad es que nos supo a poco. Esperamos saborear pronto el capítulo completo. He aquí unas miguitas:
Ha andado despacio en dirección norte desde que empezó a caer la tarde y está en una barriada desconocida para él. Queda parado en un cruce. Si no se mira con mucha atención no se le ve. Es más, se podría decir que si no sabes que está ahí es imposible advertir su presencia. Lleva un tabardo que le llega a los tobillos y que una vez fue gris pero ahora es marrón parduzco. Los bolsillos plomizos, repletos de cochambre, tiran de sus hombros hacia el suelo. El aliento empieza a tomar forma y dibuja velos efímeros ante él. Tose.
En el segundo capítulo (segunda vida de Antonio González), Paco nos muestra como Antonio y Elías, siendo dos adolescentes normales, son arrastrados por las malas compañías al sórdido mundo de la droga. Mantiene el buen tono del capítulo anterior, pero a tenor de los presentes, necesita más tiempo cocción. Aquí no hay dioses griegos, y para contar toda una vida, tendrá que echar mano de in media res o cualquier otro recurso que él vea. No obstante, el capítulo promete y nos dejó muy buen sabor de boca.
Pero los adolescentes ya han bajado a saltos dos tramos de escalones y ni siquiera oyen el “ir con cuidado” de una de las madres ¿o lo dijeron las dos? Salen por el portal sonrientes; las dos mujeres los ven desde el pequeño balcón de la casa de Elías; los niños se sienten mayores y andan bien derechos, de repente el grito de la madre de Antonio diciendo que a las nueve en casa les avergüenza y nada más doblar la esquina y quedar fuera de su alcance empiezan a correr sin motivo alguno, solo correr porque se sienten libres;
Después llegó el momento de degustar las elaboraciones de Lourdes Chorro. La primera de ellas, con el título de El verano avanza, nos llevó al terreno de la violación de un chaval. En la sucesión de escenas, se dijo que algunas precisaban algo de claridad. Aún así y siendo amarga la situación de Toño, la prosa llena de imágenes de Lourdes, nos dejó párrafos muy sabrosos.
La partida de cartas de los adultos toca a su fin, (Toño) aprovecha la despedida para entrar en casa sin ser visto. Tumbado sobre la alfombra de su cuarto para no manchar la colcha, da vuelta y vueltas a la cabeza como los felinos enjaulados. Deletrea la palabra “Noche”, solo cuatro inofensivas letras, pero juntas le hacen sentir por primera vez un miedo pegajoso como la sangre. Ni siquiera cuando le operaron de la garganta a traición, sin anestesia, le dieron tantas arcadas.
Por último, Lourdes nos sacó otro presente al que vino a llamar Amargo de capítulo. Se trataba de un bizcocho-resumen de lo que será el devenir de su ucronía. En él se dirige a Toño, en segunda persona, con un estilo propiamente “italocalvino”. A veces, nos cuesta entender la fantasía de Lourdes, pero esta escritora siempre tiene buena masa.
Sea como fuere el lector tiene que escucharte. Cuéntales cómo hubiera sido la vida si te hubieras marchado de esta ciudad. De nada vale que digan que era otra época en una ciudad de esas que ya no existen. Todo continúa descabalando los cánones establecidos aquí y allá.
No dejes a la imaginación de nadie cómo te sientes, te sentiste, te sentirás. Que se identifiquen contigo y el que piense a mí qué me importa yo también tengo mi historia y no mortifico a los demás, pues que cierre el libro. Yo tu lectora estoy deseando que esto no se quede en una hipótesis, en un condicional, en una ucronía más. No quiero perderme la oportunidad de vivir contigo ese otro destino.
Y tras un improvisado coloquio sobre la represión de la juventud en Madrid y en los pueblos de España, allá por los años 70/80 de siglo pasado, recogimos nuestros cuadernos y nos fuimos a las cañas.
Estupendo repaso a la tarde de ayer, Juan. Muy bien.
Muy atento Juan a todo lo que se cuece en este taller. Los platos fueron muy suculentos y apetitosos, para no perder ni una pizca de aroma.
He leído la crónica de Juan y es tan completa que me informa con precisión de los platos que se estan cocinando en el taller. Creo que tienen mucho sabor. Rico, rico. Que diría…
Muchas gracias, Juan. Ha sido como si hubiera estado en el taller.
Esta cocina tiene unos degustadores que es un placer cocinar para ellos
¡Qué bueno Juan! Le has puesto un toque muy ‘chef’. Enhorabuena. 🙂