Por: Paco Plaza

Tuvimos el pasado jueves nuestro ¿último? taller de creación literaria del curso 2019-2020 por videollamada. Ya se ha cerrado para el próximo jueves una quedada alrededor de unas cervezas y después ya habrá algunos de nosotros que migren a otras tierras para solaz esparcimiento.

Nos reunimos esta vez en torno a unos relatos inspirados en una frase propuesta por Pura (gracias Pura por mantener viva la chispa creativa del grupo) y que ésta a su vez estaba contenida en un relato propuesto por María. La frase en cuestión era la siguiente:

“Llevan horas arreglando los paquetes que se llevarán consigo para aquellos tres días que pasarán fuera del hogar. Su intuición les dicta que habrán de ser muchos más. No se han tragado la comunicación oficial.”

La propuesta era hacer un relato en el que dicha frase debía aparecer, al principio, en el medio o al final.

Tuvimos cinco excelentes respuestas al reto. Todas interesantes y con planteamientos que daban para pensar, y mucho.

Empezamos con María Sánchez y su relato “Cucarachas”. La frase en cuestión era empleada por miembros de un programa de telebasura al uso y en el que se va a hacer una desinfección porque los espectadores han visto cucarachas, aunque éstas no han sido observadas por los concursantes. Una metáfora muy oportuna que retrata muy bien a los participantes en ese tipo de programas, aunque hubo también algún alma cándida que se apiadaba de ellos porque, a fin de cuentas, también eran engañados. Metáforas a troche y moche. Como muestra un botón:

A alguno entonces se le pasa por la cabeza la palabra metáfora, pero enseguida piensa que no está seguro del significado, si hubiera terminado el instituto… y a otro la palabra engaño, pero a alguien en ese instante se le ocurre que deberían disfrutar del jacuzzi por última vez, de manera que todos acaban pensando en el edredoning de después del botellón…”

Seguimos con el relato de Vicente MorenoLa espera”. Un microrrelato en este caso ya que estamos hablando de diez líneas, pero no hace falta más. Rotundo y brutal Vicente nos transporta al terror del holocausto. Genial en su concepción, estructura y condensación, el cuento viene después y lo conocemos todos, desgraciadamente.

“La mujer mira el reloj de pared y echa un último vistazo a la bolsa en la que ha guardado la ropa del bebé. Se pone el abrigo y comprueba que la estrella amarilla está bien cosida a la manga, luego coge en brazos a su hijo y se dispone a esperar.”

En el medio, como el jueves en el que estábamos, vimos el cuento titulado “El cuadro”, de Lourdes Chorro. Transgresora como solo sabe ser ella, nos regaló un relato de difícil lectura en el que vamos navegando entre tres distintos niveles de narración, el presente de la autora que escribe un relato en el que se habla de un sueño en el que hay un cuadro que cobra vida y que finalmente se mezcla con el presente. Admirable y complejo ejercicio que parece que a Lourdes le sale “de natural” sin apenas pensarlo. Es genial tener a escritores como Lourdes en un taller de creación literaria. Vease:

“En una extraña pared había un cuadro en blanco y negro con un capazo de bebé pegado a un radiador como una capilla pegada a un altar. Una mujer lo miraba como un vano sin ventana. La mujer llevaba puesta una gruesa bata de invierno.  Si yo fuese ella, pensé, tendría un dilema: dejar al niño pegado al radiador o cogerle en brazos para intentar darle calor, pero yo no soy ella.”

Continuamos con Carlos Cerdán, siempre fiel a todos los retos, con “Las mentiras”. Un cuento que esconde un lado oscuro y abre la puerta a un futuro en el que no hay cabida para los que superen cierto umbral de edad, al modo de “La fuga de Logan” o la vieja película “Cuando el destino nos alcance”. Un dilema entorno a como la sociedad debe enfrentarse a una longevidad y a una proliferación de enfermedades seniles nunca antes observada en la humanidad.

“- ¿Has cogido tus pastillas? – escucha la voz de su mujer.

– Sí – responde y la mentira le incomoda. Es la segunda vez que lo hace tras más de cincuenta años con ella, la primera fue hace una semana, cuando le leyó el comunicado. Piensa que aún tendrá que decirle alguna más, aunque ya ¡qué más da!

– ¡Mira, asómate a la ventana! – le grita su mujer.

En la acera se ha detenido una furgoneta oscura con los cristales tintados, dos hombres con uniforme negro bajan se bajan de ella, el más alto se ajusta el correaje, mira a su alrededor buscando el número de la casa que figura en su lista y se la señala al otro. “

Terminamos con el cuento “Solo serán tres días” de Juan Santos. Juan suele mostrarnos escenas cotidianas, tramas sencillas y veraces, personajes reconocibles y situaciones que dan para pensar. Cómo los ancianos a veces sirven, con su pensión, para aliviar la economía de algunas familias y cómo, una vez las necesidades económicas están cubiertas, se convierten en un problema en el hogar conyugal. Esto tenemos que hacérnoslo ver.

“–Mamá, no es necesario que eches tanto equipaje, allí no necesitáis nada y además sólo serán tres días.

–Eso mismo le estoy diciendo yo –dice Isidro, mirando con ternura a su hijo– Yo solo llevo un cuaderno y un boli.

Pero Kati no se puede callar y con la sonrisa que le caracteriza, se apresura a reprender las palabras de Manuel.

–Tú déjales que echen todo el equipaje que quieran, a lo mejor les gusta la residencia y se quedan allí.”

Y así terminamos nuestra sesión con la alegre perspectiva de vernos la próxima vez entorno a una mesa en una terraza madrileña y no a través de ZOOM.

Hasta el próximo jueves.

Por PDV

4 comentarios en «De muertos y ambientes carcelarios»
  1. Veo que aprovechasteis bien la clase. No pude conectarme, pero si leer los relatos condicionados y son muy buenos , igual que tu crónica.
    Genial Paco . Gracias

  2. Pero cómo te explicas de bien, Paco. Escribes como si no costara ningún esfuerzo, crónicas o lo que quiera que sea. Remataremos el curso el 25 de julio. Todavía no hay vacaciones.

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