Por Susana de la Higuera

No sé si será por la inusitada ola de calor que nos azota en estas fechas o simplemente que la primavera, ya se sabe, la sangre altera… pero las tardes de los jueves se están acalorando mucho últimamente…

Muestra de este estado anímico algo turbado, algunos compañeros y compañeras se escabullen del taller para refugiarse en tierras más lejanas como Canarias o Italia, poniéndonos los dientes largos (y afilados) a los que no tenemos tan buena fortuna.

Quizá por ello comenzamos la sesión con el relato de Francisco Plaza que nos presenta unas “Vacaciones en familia” ciertamente singulares. Narra con maestría la historia surrealista de dos familias de vacaciones, sin necesidad de narrador, solo con diálogos desternillantes y encajando las dos historias en unos vasos comunicantes perfectos. Una familia de seres con tentáculos largos se topa con un fulco mientras otra encuentra en la playa un tebeo sospechoso entre la basura… El cuento recibió el aplauso unánime del público, que agradeció el ritmo del relato, el sentido del humor y además la maravillosa lectura de su autor que nos arrancó a todos más de una carcajada. No quiero imaginarme al abuelo Paco contando cuentos a su nieto… Pura delicia.

Vacaciones en familia

Aquí va una muestra de su talento:

—Rápido Katir, el fulco va a vomitar al niño.

—Si ya te decía yo que a nuestro hijo no hay quién lo trague.

—Menos coña y prepárate, hay que cogerlo antes de que lo alcancen las crías.

—En cuanto salga por la boca yo le estrujo el cuello a la madre y tú atrapas a Rimas; las crías están ciegas, no te harán nada.

—Gaag, gaag, gaag, gaag.

—Pero lo estás viendo. ¡Tu hijo esta agilipollado! Mírale, agarrado a la lengua del fulco.

—¡Rimas suelta eso! ¡Vamos! Ven con tus mamás.

—Gaag, gaag. Gaag.

Tras ese relato fresco y divertido, Juan Santos, alumno aplicado, de los pocos que cumplen con rigor los deberes que nos manda Pura, se sometió al escrutinio de compañeros –y compañeras- con el relato de confidencias de mujeres. Nos presentó así La carta de Edu, que nos cuenta la historia de dos íntimas amigas de unos 50 años, —Lucía, casada, y Consuelo, soltera al que el novio abandonó en su juventud—, que quedan en un bar porque Consuelo ha recibido una carta de amor de Edu y quiere contárselo a su amiga. La temática planteada por Pura ha llevado de nuevo a un acalorado debate sobre la dificultad que pueden tener los hombres, o no, para crear personajes femeninos y sobre todo para meterse en su piel. ¿Pueden los hombres escribir personajes femeninos que tengan verdad? El relato de Juan se topó con la crítica del público femenino porque si bien el planteamiento de la historia estaba bien y Juan escribe de maravilla, costaba creerse a esas mujeres. También se cuestionó al personaje de Edu, al que le falta desarrollo para darle un poco más de humanidad que le hiciera más apetecible a Consuelo. Con todo,  el cuento propone un conflicto interesante y así Pura emplazó a Juan a corregir el texto planteando a Edu como el antiguo novio de Consuelo que regresa 30 años después.

Aquí va una muestra:

El novio que tuvo, en su juventud, se fue con otra y desde entonces, para ella, los hombres están demás. Incluso el infeliz de Edu, que después de pensarlo mucho, se ha decidido a mandarle una carta, de su puño y letra, llena de poesía y de buenas intenciones.

La verdad es que la carta de Edu le ha removido el corazón, tiene palpitaciones y lleva unos días, nerviosa, como una colegiala. Necesita contárselo a su amiga Lucía.

Como algunos están (estamos) algo perezosos y había pocos relatos, Ernesto Ortega compartió con el taller un cuento libre titulado Las cosas de Marta. Como nos suele tener acostumbrados, Ernesto nos ofrece un magnífico relato donde nos cuenta el desamor que sufre un hombre a través de los objetos de su novia, que lo ha abandonado, y que él va vendiendo por wallapop. Ernesto acierta intercalando los anuncios de la venta de los objetos con el desarrollo de la historia. Se le sugirió ajustar los tiempos verbales y dejar en presente todo lo que sucedía después del abandono de Marta y en pasado lo anterior. Y como tenemos abierto el debate sobre el género, ante la pregunta de si era creíble o no el personaje femenino, se observó que en este caso la conocíamos desde el punto de vista del hombre.

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Cuando acabábamos de desayunar, nos duchábamos juntos y volvíamos a hacer el amor. Si hacía bueno dábamos un paseo por el Rastro o íbamos a patinar al Retiro. A Marta le encantaba patinar. Lo hacía desde niña y, aunque yo era muy torpe, se empeñó en enseñarme.

Y para seguir con el debate de personajes femeninos desarrollados por hombres, Pura ha lanzado un ejercicio que promete una intensa sesión el próximo jueves: todos nuestros escritores masculinos deben elegir un personaje femenino suyo, meterse en su piel y escribir un breve monólogo interior… ¡Ça promet!

Por PDV

10 comentarios en «De fulcos, mujeres, anuncios en Wallapop y otros tentáculos…»
  1. Muy interesante la idea que se plantea en la crónica: ¿Pueden los hombres meterse en el papel de una mujer y definir con solidez un personaje femenino? ¿Y si fuera al contrario? Pueden las mujeres meterse en la mentalidad de un hombre para crear un personaje masculino que sea creíble? Habrá respuestas para todos los gustos.

  2. Por cierto, hay conceptos que aparecen y hacen que nos demos cuenta de que el tiempo pasa: Las vacaciones en familia ya no se llaman así, sino vacaciones multigeneracionales.

  3. Mi comentario anterior, por motivos ajenos a mi voluntad ha sido «capado». Decía lo siguiente: Muchas gracias, Susana, por la crónica. 😉 Ya veremos a «esas mujeres» el próximo jueves.

  4. Como bien refleja Susana en su crónica, ya está el debate servido. De hecho, me parece la aplicación al género (tan en boga ahora en todo tipo de discusión, y cada vez de manera menos constructiva) de otro debate igualmente apetecible: escribir desde la experiencia o desde la imaginación. Ahí lo dejo.
    ¡Genial, Susana!

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