Por: Luis Fernando Jiménez (en nombre de la escritora)
“Muy pronto en mi vida, fue demasiado tarde” M. Duras
Mi curiosidad siempre estuvo por encima de mi pudor. No he podido contener la tentación de colarme en vuestra clase, sin permiso. Hace ya veinticinco años que abandoné vuestra dimensión y me hace muy feliz saber que mi libro aún se sigue leyendo y que unos escritores como vosotros intenten destripar sus entrañas. Quizás en algún momento, teniendo en cuenta lo rápido que evoluciona vuestra tecnología, podamos vencer estás barreras interdimensionales y así tengáis la oportunidad de hablar con los autores. Es por ello que escribo esta crónica con la libertad que me da el saber que nunca podréis leerla, al menos de momento.

Me perdonareis también si no aporto nada a vuestros comentarios. Todo lo que quise decir sobre ese periodo de mi vida, está en la novela. Aunque en esta dimensión en la que me encuentro ahora, el tiempo no es como el que conocéis, no es menos cierto que lo que cuento en la novela ocurrió hace casi un siglo. Y unos cuarenta años, hace que decidí que era el momento de contarlo todo.
Habéis elegido “ El amante “ no sé si es mi mejor novela pero sin duda es la más reconocida y premiada en mi país, bueno, en Francia.
En cuanto a la narradora la habéis definido, con acierto, en primera persona como autodiegética. Una narradora interpuesta que reafirma que es ella quién va a escribir la historia (metaficción). También aparece una tercera persona que refuerza mi objetividad, refiriéndome a mi como “la niña” o “la pequeña”. Además hay un omnisciente ya al final de mi novela, que habéis apuntado que se trata en realidad de la autora, yo, reescribiendo su historia.
“Pienso con frecuencia en esta imagen que sólo yo sigo viendo y de la que nunca he hablado. Siempre está ahí en el mismo silencio, deslumbrante. Es la que más me gusta de mí misma, aquella en la que me reconozco, en la que me fascino.”
En este apartado habéis tenido algún debate a propósito de la metaficción, me hubiera gustado intervenir para aclarar algún cosita, pero la profesora no dejó lugar a dudas, si acaso un recurso, una justificación de la narradora interpuesta. Reconozco que una de vuestros comentarios me ha ruborizado, alguien me ha descubierto mirando fotografías, treinta y cinco veces, nada menos. Nada que alegar.
En cuanto a la estructura y la trama, he podido relajarme, no ha habido apenas controversia.
Secuencial, como relación de sucesos independientes. Sin orden cronológico, incluso caótico. A excepción de mi relación con el chino. El resto, presentes, pasados, futuros, plasmados a pinceladas. Intrahistorias que refuerzan el argumento principal (la locura de la madre, el chino suicida, concubina abandonada…) ¡qué recuerdos! aunque ya no podría decir si buenos o malos.
Paralelismos que refuerzan la historia principal y que sin duda son ciertos….o no.
“he escrito mucho acerca de los miembros de mi familia, pero mientras lo hacía aún vivían, la madre y los hermanos, y he escrito sobre ellos, sobre esas cosas sin ir hasta ellas.
La historia de mi vida no existe. Eso no existe. Nunca hay centro. Ni camino, ni línea. Hay gastos pasajes donde se insinúa que alguien hubo, no es cierto, no hubo nadie”
Si pudiera, os pediría disculpas, pero mi vida fue así, así de caótica, eso al menos creo recordar. El cuanto a la trama, unanimidad: mi historia con el flaco salpicada de hilos metafóricos como el transbordador, la limusina negra….. Sin olvidar el tema racial y el conflicto en la desigualdad de clases sociales.
Tras un pausa en la que yo también he aprovechado para hacer cositas que cómo os he dicho no os puedo contar, pero que son muy gratificantes, os habéis puesto con el análisis del tiempo y el espacio. Vuelvo a oír el término “ caótico”. Sin cronología específica. Ritmos rápidos para lo contingente y lentos ( introducción de la limusina negra) y como no podía ser de otra manera mi descubrimiento de la sexualidad con el chino flaco ( siete páginas), es posible que en mi borrador de la novela fueran muchas más. Incluso es probable que se me hicieran eternas aquellas sesiones iniciáticas. Oigo además dos palabras que se escapan a mi ya de por sí extenso vocabulario ( forwards y flash- backs ) , prefiero pensar que son algo positivo, espero.
Los espacios, los patios de mi recreo, Indochina, Saigón, Francia. Pero también una habitación sin cristales, una limusina, un barco, el río Mekong…… Nada que objetar.
“En la limusina hay un hombre muy elegante que me mira. No es un blanco. Viste a la europea, lleva el traje de tusor blanco propio de los banqueros de Saigón. Me mira. Ya estay acostumbrada a que me miren. Miran a las blancas de las colonias, y a las niñas blancas de doce años también. Desde hace tres años los blancos también me miran por las calles y los amigos de mi madre me piden amablemente que vaya a merendar a su casa a la hora en que sus mujeres juegan a tenis en el. Club Deportivo”
Quizás esto último no debí escribirlo, aunque con doce años se me hacía complicado negarme a nada de lo que dispusiera mi mamá.
Se os acaba el tiempo de clase, pero aún queda por hablar de los personajes de mi novela. Por supuesto, Yo, la niña Marguerite con quince añitos y medio, la madurita Sra. Duras que con mis setenta años decidí contaros este pedazo de mi vida. Existencialista, comentáis. Pues sí, estaba de moda en esos años. El chino flaco, mi familia, DÚ, mis amigas francesas ( antagonistas vitales ). Os habéis percatado de la relación amor- odio con los personajes familiares, solamente una vez les puse nombre , al final. Mi hermano mayor y ojito derecho de mamá, sin nombre así debía ser.
Está terminando la clase cuando una de las escritoras del grupo lee, los últimos párrafos de mi novela, vuelvo a emocionarme, seguro que escribe igual de bien.
“Años después de las guerras, después de las bodas, de los hijos, de los divorcios, de los libros, llegó a París con su mujer. El le telefoneó. Soy yo. Ella le reconoció por la voz. El dijo: solo quería oír tu voz. Ella dijo: soy yo, buenos días.” “ Y después no supe que decirle. Y después se lo dijo. Le dijo que era como antes, que todavía le amaba, que nunca podría dejar de amarla, que la amaría hasta la muerte.”
A pesar de los acontecimientos que estáis viviendo y del tono de mi novela no habéis perdido las ganas de reír, encabezados por un escritor con aspecto de ermitaño. Nunca podré agradeceros lo suficiente, está maravillosa tarde de jueves. Ha dado color a mi vida en esta nueva dimensión. No se está mal aquí, pero no tengáis prisa por venir. MERÇI BEAUCOUP ¡!!!!
Por M.D. febrero 2021
Gracias, Fer, por tu extraordinaria crónica pero, sobre todo, por demostrar una vez más que el mundo pertenece a los audaces. ¡Enhorabuena!
Estupendo estreno Fer, original y detallada crónica. Que me han dado ganas de volverla a leer. Gracias
Buena, buena, buena, pero que buena crónica, Fer. Si es que cuando se encuentra al narrador adecuado, qué bien fluye la escritura. Un disfrute.
Qué buena crónica Fer. Magnífica. Valiente en tu planteamiento y te ha quedado de dulce. Enhorabuena.
Estupendo, Fer. Eres un médium excelente. Qué bien te lo ha dictado Marguerite y qué bien lo has traducido todo, menos las gracias del final que se sobreentiende. .
Qué bien nos has acercado a Marguerite Duras en el mismo presente de ficción que ella a su amante. Qué pena que se haya acabado!!!!!
Graciasss, Fer
Aunque no asisto a las reuniones he leído con gusto esta crónica. Marguerite Duras me gusta mucho y ha sido un placer.
Gracias Luis Fernando
Qué buena tu crónica, Fer !!!!! Me ha encantado. Fantástica . Un aplauso y mil gracias
Gracias compañer@s por estos comentarios tan acertados je je je.
Sois muy generos@s. Besos.
Original y brillante crónica. Enhorabuena Fer.
Chapeau !
Muy buena, parece que se os ha colado de verdad Duras en la sala y os ha escuchado!
[…] De aquellos polvos de metaficción y narradores interpuestos, estos lodos de metacrónicas y “pres… […]