Por: Luis Marín
Decidir el título que le iba a poner a esta entrada me ha llevado mucho tiempo y esfuerzo. La primera idea fue titularla “Supercrónica” pero me pareció presuntuoso calificar de super un texto escrito por uno mismo. Pensé entonces en los términos “metalenguaje” y “metaficción” pero al mirar en el diccionario el significado del término que resultaría de añadir el prefijo meta a la crónica, deseché la palabra por sus connotaciones sanitarias. Así que, para no meterme en camisa de once o más varas, lo he dejado tal como aparece en el encabezado, aunque esté exento de originalidad.
Bastante lío tenemos entre manos con acertar en un ejercicio, en tono de crónica periodística, basado en una foto de un suceso reciente y que a la vez contenga un cuento basado en uno de los personajes fotografiados. Pero como este taller está lleno de escritores intrépidos, por no decir temerarios o inconscientes, en la tarde de este jueves hemos repasado, una y otra vez, la explosión que el día 20 de enero se produjo en un edificio del obispado de Madrid en la castiza calle de Toledo.
El intento viene ya de la semana anterior, donde se presentaron algunos trabajos que no se acercaban al tono requerido, por lo que algunos compañeros, con un alto pundonor, han rehecho sus textos y los han presentado una vez más esta semana.
Abriendo la tarde, Paco Plaza en su relato “Esto no es Beirut” ha presentado la historia de una indolencia que salva vidas. En una primera persona muy periodística aborda la crónica del suceso y la historia de una trabajadora que demorando cumplir con sus obligaciones, con excusas relativamente justificadas, evita que los niños de un colegio sufran daños irreparables. El tono es acertado, si bien en la parte del relato quizá en algún momento hay un acercamiento excesivo al personaje, en líneas generales se ajusta al ejercicio propuesto.
“Desde la dirección del colegio nos informaron de que el lunes Maribel puso todo tipo de pegas a hacer su labor porque no tenía una pala adecuada ni había sal para evitar que se formara más hielo y que si bien su deber era tener el patio en condiciones no lo era el provisionar de herramientas al colegio”.
“Julián, el fotógrafo ocasional de la tragedia” es el título de la propuesta de Pablo Frías, sobre un personaje que tras recibir una noticia descorazonadora decide visitar a uno de sus mejores amigos, un sacerdote, en el lugar donde se produce la explosión y al que no llega a ver. Con una narración fluida, quizá a veces algo recargada, nos involucra en la historia, pero carece del narrador y el tono requerido para una crónica periodística. Agradecemos a Pablo su participación en el ejercicio en un momento delicado y nos ponemos a su lado para darle todo el calor del que somos capaces.
“O como dijo en realidad Julián sin la retórica de la que a veces abusamos los cronistas, tras guardarse el teléfono móvil y alejarse a indicaciones de un policía, «hay que echarle cojones a la vida».
Los tres primeros párrafos del relato “Servidor público” de Ignacio Soto nos preparan, por su narrador y su tono, para una buena crónica periodística. El cambio de narrador en los párrafos siguientes nos introduce en una historia donde no hay justificación para que un cronista conozca determinados datos personales. Con unos retoques sencillos se puede recuperar el tono del principio.
«Ni siquiera cuando se cruza con el niño que en brazos de su padre abandona la escena y que le hace pensar sólo por un instante, casi sin quererlo, en su propio hijo, que ya va diciendo que de mayor quiere ser bombero«
Para terminar la tarde, Manuel Pozo nos regala un relato coral muy redondo. Recuerda a alguno de sus cuentos leídos en años pasados. “Explosión en la calle Toledo” a través de cinco personajes presentados individualmente con sus historias particulares, lleva al lector al punto álgido de la explosión donde, cada uno en sus circunstancias, confluyen en el escenario caótico. Bonita historia y magistral estructura, pero no se ajusta al ejercicio de crónica periodística.
“El edificio seguía en llamas. La nube de humo negro seguía elevándose hacia el cielo. Alberto se preparó para entrar en el edificio al que se le veían las escaleras interiores, los nervios, los huesos y el esqueleto. El 8 de enero había nevado en Madrid. Hacía solo doce días. Ya nadie se acordaba”.
Felicitaciones a los cuatro autores por su trabajo.
¡Ah! Casi se me olvida. Ya hemos elegido la frase para el próximo certamen del concurso de cuentos Madrid Sky.
Continuará…
Pues a esta crónica literaria, no le puedo encontrar ninguna pega. Si acaso que nos deje con ganas de más…
Enhorabuena, Luis y muchas gracias ( por la crónica y por el cariño ).
Algunos ejercicios son difíciles de hacer, pero jueves a jueves iremos aprendiendo. Paco, como dice Luis en la crónica, ayer, dio en el clavo. Ya tenemos un referente a seguir.
Supercrónica porque más detallada no cabría. Un recordatorio exhaustivo para los que estuvimos y, para los ausentes, una crónica fidedigna
Gracias, Luis
Como el que desmiga una hogaza de pan, nos secuencias lo que fue un día de taller muy completo y didáctico, en una acertada crónica.
Gracias Luis.
¡Bravo, Luis, muy bien !
Buena crónica de las crónicas en una tarde emotiva con la presencia de Aitor y Pablo.
Muy buena crónica. ¡Gracias, Luis!
Bueno Luis, me han dejado sin adjetivos. Gracias por tu trabajo y por ser tan diligente. La próxima clase toca tu crónica… periodística. ¡Qué haya suerte!
Aquí está el trabajador Luis. Diligencia, eficiencia, Luisciencia…😊😊