Por Pablo Frías

La noche de los jueves es una noche especial. Eso lo sabemos bien los Primaduroverales. Pero es que anoche tampoco era un jueves cualquiera. Para muchos, como consecuencia inevitable de la globalización cultural norteamericana, era la noche de Acción de Gracias y nosotros, aunque las razones históricas nos resulten ajenas, somos muy respetuosos con las tradiciones.

Así que organizamos nuestra particular cena con un delicioso menú compuesto de cuatro relatos y unos invitados de lo más variopinto: los personajes que, a fuerza de protagonizar semana tras semana sus correspondientes derivas argumentales, van haciéndose un hueco en nuestros corazoncitos. Y comprobaréis que, en algunos casos, nos lo ponen ciertamente difícil. Digo yo que será lo que llaman amor de autor.

Pavo acción de gracias

Empezamos, no obstante, con un invitado desconocido ya que el primer relato titulado «0ch0 men0s diez 0ch0 men0s nueve 0ch0 men0s 0ch0» era de Francisco Agudo, un poeta amigo de nuestra profesora Pura y que nos lo había cedido amablemente para su análisis. En él los aspectos formales tales como el progresivo aclaramiento del texto, la alineación derecha o la sustitución de ciertas letras por símbolos (verbigracia, el título) cobran especial importancia para producir sensaciones que enriquezcan el argumento del texto: el anodino paseo de un transeúnte mientras amanece. Tras el desconcierto inicial por lo infrecuente de estas propuestas en el taller y una vez ponderada su originalidad, comparamos el relato con ejercicios de poesía visual,  mencionamos con respeto a Gómez de la Serna y sugerimos, no sin guasa, cierta desidia por parte del autor a la hora de cambiar el cartucho de la impresora.

>el ruid0 de la respiraci0n jadeante baj0 la mascarilla al c0incidir c0n una runner >el ruid0 de las pisadas que se alejan de una runner >un ladrid0 a lo lej0s que cesa >el trem0r s0rd0 que llega desde la ciudad >leve sud0r en big0te y barbilla baj0 la mascarilla >primer vah0 consistente de la temp0rada y es un alient0 abiert0 y fresc0 sin la mascarilla >per0 húmed0 y más sibilante c0n la mascarilla m0mentáneamente puesta durante el encuentr0 c0n la runner >el 0l0r de hummus > incide en los 0j0s la luz del s0l del amanecer que se eleva entre las c0pas de los árb0les >detenci0n ante la luz del s0l >

Luis Fernando Jiménez, en su relato «Cara a cara» invitó a ponerse cómoda a doña Virtudes, mujer de armas tomar aunque no utilizase precisamente ninguna para acabar con el decepcionante marido de su atribulada hija, el cual ha pasado de ser un amante de los animales enjaulados en el cuento inicial de Ernesto a servir de alimento a una hambrienta piara de cerdos, de cuya digestión depende la lozanía de los rododendros que parecen atesorar en exclusiva el cariño de la peculiar señora. Hicimos notar a Fer (y con ello nos dimos todos por aludidos) que un exceso de sobrentendidos con los cuentos anteriores pueden dificultar la comprensión del texto al lector ocasional. Un mayor énfasis en la motivación de los personajes y cierta reorganización expositiva que facilite la comprensión de los tiempos del relato fueron los otros consejos que recibió Fer para redondear la faena.

         » Se limitan a mirarse a través del cristal.  Ninguna de las dos pronuncia una sola palabra en la media hora que dura la comunicación. Cara a cara.  Las palmas de sus manos frente a frente apoyadas en la mampara que las separa, sin poder tocarse.  Al despedirse, solamente una frase rompe el silencio “no te preocupes por nada, hijita, nuestros rododendros crecen sanos y vigorosos”. «

Luis Marín nos sentó a la cabecera de la mesa nada menos que a Dios en su relato «Padre, ¿por qué me has abandonado?». Una deidad mundanal, un tanto confundida en el manejo de su doble naturaleza humana y divina, y que rehúye con evidente desgana los requerimientos más prosaicos de los feligreses de la parroquia que le sirve de morada (que no de hogar, a tenor del frío que pasa el pobre en su interior). Precisamente la aparición, ya al final del relato, de la monja cuyos tumbos por otros cuentos la tienen con un monumental cabreo hacia esa desidia divina, nos dejan con la sensación de que la pereza de este Dios nos escamotea la mejor parte de la historia. A ver si el otro dios que maneja todo relato, ya saben ustedes a quién me refiero, recoge el guante…

» Cuando se decide a volver a la sacristía, se detiene al ver entrar con paso decidido a una monja. La analiza con cuidado hasta que comprueba que es aquella mujer joven, pálida y sombría a la que empezó a dar algún consejo y tuvo que ausentarse a medias por un asunto urgente que le planteaba el arzobispo. La burocracia siempre le ha aburrido, y la aventura de aquella monja merecía más atención, la verdad. «

Carlos Cerdán tuvo que usar mucha mano izquierda para convencer a los personajes de su relato «El retorno del amigo» de que compartieran mantel. Y no era para menos pues la aparición del infeliz recluido del cuento primigenio de Luis provoca en un amigo suyo creado por Alicia el temor y el remordimiento por una reciente traición. Dotado de un inicio y un final poderosos, invitamos a Carlos a indagar en conflictos distintos, y quizá más sugerentes, que la escena butanera (según la afortunada expresión de Vicente) que parece ensombrecer con su llamativa presencia las múltiples virtudes del relato. Vamos, que si en las revisiones solemos hablar de poda, lo de Carlos va a ser un ejercicio de tala y resiembra. Nada que le amilane, por otro lado.

» La noticia recorrió el pueblo. Primero como una ligera brisa, pues nadie estaba seguro de que fuera cierta, pero cuando le vieron atravesar el umbral de su casa se convirtió en una fuerte ráfaga que llegó a todos los rincones. «

Llegamos así, sin comerlo ni beberlo aunque de una cena se tratara, al final de nuestra velada. Despedimos a nuestros invitados con efusivas muestras de cariño, convencidos de que en las próximas semanas sus andanzas volverán a sorprendernos, o a indignarnos, quizá a conmovernos, a entretenernos sin duda. Lo que seguro que conseguirán, porque ya lo están haciendo, es estimular nuestra creatividad, motivo por el cual, y más en la efeméride que nos ocupa, debemos darnos las gracias los unos a los otros por haberlos creado.

PD: Recordad que esta tarde de viernes, a partir de las 19h en el salón de actos del edificio Abogados de Atocha, los Primaduroverales ofreceremos nuestra particular oferta irresistible de Black Friday: nada menos que nuestros compañeros Manuel Pozo, Julio Rodríguez y Juanjo Valle-Inclán (junto con Astrid Nilsen y Luis Expósito, también coautores) presentarán su libro RRetos HHumanos.

Si hasta el alcalde ha puesto su granito de arena para tan ilustre ocasión y los autobuses os acercarán gratis, ¿aún seréis capaces de perdéroslo?

Pablo Frías

Por PDV

6 comentarios en «Crónica de Acción de Gracias»
  1. Gracias, Pablo, por ésta suculenta crónica que nos has preparado. Nos has proporcionado una velada literaria magnífica sentando a nuestra mesa a todo el variopinto conjunto de personajes que nuestros compañeros tuvieron a bien invitar. Un estupendo regalo esta crónica.

  2. Pero qué buen espejo de las clases resultan las crónicas. Me encanta la entrega y el entusiasmo que os mueve. Hoy te felicito a ti, Pablo. Buen trabajo.

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