«Nacer en un patio de patos no importa, si sólo usted es nacido de un huevo de cisne». Hans Christian Andersen.
El taller del pasado jueves resultó, como ya viene siendo habitual, intenso, y, en este caso, además, extenso. Se leyeron y analizaron nada más y nada menos que seis relatos, algunos con su inicio conteniendo el verso “Un cisne de otro tiempo se acuerda de que él es” correspondiente al poema “Invierno” de Stéphan Mallarmé. Así que, sin demora, vamos allá.
A Susana de la Higuera le tocó abrir la tarde con ‘Un temblor en el labio”. Una historia acerca Darkan y su fuga, preparada por sus propios padres desde una sociedad opresiva, sobre unas zapatillas deportivas de color rojo. Una vez leído, empezamos a descubrir que se está implantando en este grupo una veterana cualidad crítica, en la que todos los textos son sometidos a un exhaustivo análisis y escrutinio con una lupa de bastantes aumentos. No obstante Susana salió casi ilesa, a la vista de como se mostraba el personal. Un extracto:
“Sus ojos se clavan en la ventana del tercero. Siempre ha desconfiado del hombre demasiado jovial que vive allí. Demasiado atento. Recela de la simpatía que muestra hacia Darkan. (…) El chico juega al baloncesto, al igual que lo hacía Aleksandar a su edad”
A continuación, se reestrenó Paco Plaza, fuera de concurso. Trajo un texto que no contenía cisnes, ni dioses, y que se titula “Hoja en blanco”. ¿Quién, siendo escritor no se ha deprimido con una hoja en blanco delante? Pues Paco nos sugiere los pensamiento y reproches que esa hoja le lanza al escritor. Ahí va un trozo:
“¿Por qué no desarrollas la idea esa del hombre que tenía un nido de hormigas en la axila izquierda? Sí, hombre, con eso puedes hacer un monólogo interior espeso, con un solo párrafo, con frases largas y contundentes, así me cubres, casi por completo, con caracteres, eso es agradable, no como cuando dejas muchos espacios con diálogos y frases cortas”
Y fíjense como está la cosa, que ni Lourdes Chorro se libró del ojo criticón del colectivo (y eso que, a Lourdes, como es bien sabido, hay que leerla más de una vez, porque se le acredita autoridad). En este caso nos escribía sobre un personaje de una mujer en un sofá, pero recreando alguna escena vivida por Ana Ozores. Su estilo lleno de lirismo y poético se mantiene aquí.
“A ella también le ha tocado vivir a partir de la ausencia del ser amado sin dejar de amar. Ella también ha escrito poemas en los inviernos lúcidos y estériles versos en la que todos creen fecunda primavera. Ha sentido la impotencia de versos sueltos, a la intemperie, a la espera de que un lector les dé cobijo, los haga su pensamiento. Una palabra que se acerque a otra, que la roce, saboree su olor y juntas creen algo que nunca imaginaron”
Luis Marín, nos leyó “Los caminos del señor”. Con un buen estilo humorístico, nos a presentó una atrevida monja que trata de entablar de manera insistente una relación con un Dios algo distraído y que se adormece con facilidad, echando de menos épocas más atareadas. Un párrafo:
“Ella insistía en su vocación mística y él intentaba convencerla de la dureza de ese camino. Cada vez que la monja venía, el monaguillo no paraba de enredar por el altar con la excusa de ordenar las vinajeras. A él le molestaba su presencia y usaba sus poderes para ser travieso y hacer que las bandejas de la sacristía cayeran al suelo”
“Luz” se titula el texto que nos leyó y presentó Alicia Gallego. Con un uso intensivo y muy bien llevado del Cisne y de un estilo poético, se puede afirmar que es quien salió «más ilesa» de las críticas de la tarde, incluso se puede afirmar que recibió alguna felicitación. También alguien comentó que presentaba en “Luz” un cierto estilo “Lourdiano”. Qué cosas ¿Verdad?
“El cisne espera tendido en la nieve en medio de un campo puro y limpio. La blancura inmensa tan sólo mancillada por el rojo de sangre de sus heridas. Como a un niño inocente le tiembla la enormidad de la blanca belleza en su corazón, y como el niño inocente que era encerrado en el cuarto oscuro bajo el rellano”
Y para acabar, y van seis, Carlos Cerdán, fiel a su cita semanal, con su capacidad productiva habitual, leyó “Amputación”. Sobre un hombre que siente la falta de su amada como si se tratara de un miembro de su cuerpo que le hubieran amputado. Una escena sobre sus reflexiones, en una fútil compañía, mirando y acariciando el hueco del otro lado de la cama. Un extracto:
“No dijo nada, ni me miró. Se levantó deprisa y apenas tardó en vestirse. Y sin volver la cabeza se fue en silencio. Miré hacia el hueco que dejó en la cama y lo acaricié con los dedos. Antes de que la mujer hubiera estado tumbada allí aún creía sentir el calor del cuerpo de Irene, pero, en ese instante, estaba gélido. Un escalofrío me sacudió”
Bueno amig@s, y esto es todo por hoy. Nos vemos, leemos y escuchamos la semana que viene.
No entiendo porque estás en el banquillo de cronistas suplentes, opino que deberías ser un titular indiscutible. Siempre que sales del banquillo acabas marcando un buen gol.
GRACIAS J.ose Miguel.
Gracias por esta crónica tan elegante. Estoy de acuerdo con Fer. Hay que saber escribir con esa clase. ¡Enhorabuena!
Gracias Jose Miguel por estar ahí siempre al quite. Buena crónica.
José Miguel, al final te hacemos cronista oficial. Gracias por estar siempre ahí en el candelero, aportando tus opiniones y conocimientos.
Pues sí, José Miguel, les doy la razón a los compañeros. Muy buen cronista, pero qué remiso para lo demás. Que estupenda crónica.
Gracias, José Miguel. Como dice Fer tienes que dejar el banquillo y dejarnos disfrutar con esos tantos que tan bien chutas.