Por Manuel Pozo Gómez

En el año 2018 la editorial Antonio Machado publicó el libro El fútbol, una peste emocional, de Jean-Marie Brohm y Marc Perelman. Desde su publicación los dos autores se convirtieron en conferenciantes, articulistas o invitados asiduos en cualquier tertulia de Francia, en las que defendían que el fútbol es un elemento que embrutece a la sociedad y que la aleja de la razón. Allá donde van estos autores mantienen que el fútbol sirve como catalizador de los peores comportamientos. Y tú, que estás a otras cosas, lees lo que han escrito y dicho estos dos franceses y piensas: a lo mejor estos tíos tienen razón cuando dicen que el fútbol conduce al fanatismo, que la violencia se contagia entre la multitud y que la pasión del fútbol no es más que pasión por la guerra y la brutalidad.

En ese momento es cuando te acuerdas de que Borges dijo que “el fútbol es popular porque la estupidez es popular”, pero como es sábado coges la bufanda del Atleti para ir al partido y te la escondes debajo del abrigo para que nadie te la vea, porque después de lo que has leído piensas que al ir al estadio estás cometiendo un acto de brutalidad y de irracionalidad imperdonable, y empiezas a acomplejarte, porque seguro que eres un bruto y un ignorante, y la gente piensa mal de ti, y que si en ese momento tuvieses la mala suerte de cruzarte con Borges en el metro este te iba a fulminar con una mirada de desprecio. En el vagón no sabes por qué todavía te gusta el fútbol y sigues yendo al estadio de vez en cuando, pero resulta que cuando llegas al Metropolitano, un sábado cualquiera, el Atlético de Madrid le hace un homenaje a Almudena Grandes, que ha muerto unos días antes, y su imagen aparece en las pantallas gigantes del estadio, y todo el mundo aplaude, y los jugadores guardan un minuto de silencio, y cincuenta mil hombres y mujeres supuestamente embrutecidos le rinden un homenaje a una escritora que dedicó gran parte de sus novelas a Madrid, ciudad en la que nació y a la que amó, un homenaje que las autoridades de la Comunidad y del Ayuntamiento le han negado, porque puestos a negar y a tener mala baba le han negado hasta unas tristes palabras de pésame. Entonces piensas que el fútbol a veces si está a la altura, y que no es tan malo que te guste el fútbol, y sacas la bufanda de debajo del abrigo y la ondeas orgulloso, orgulloso de ti, de lo que te rodea y de tu Atleti, porque a lo mejor la gente del fútbol no es tan ruda ni tan ignorante como se piensa, porque Albert Camus amaba el fútbol y fue capaz de escribir La peste y El extranjero, y te acuerdas de otros escritores que también sienten y sentían pasión por el fútbol, como el mexicano Juan Villoro, o nuestro Javier Marías, o los ingleses Nick Hornby y John Carlin, que nos dejó a todos locos con El factor humano, o Manuel Vázquez Montalbán, barcelonista hasta las trancas, al que parece que te vas a encontrar en el estadio con su detective Pepe Carvalho. Y ese día te da igual que pierda el Atleti, que perderá, porque lo importante no era ganar los tres puntos del partido, sino el respeto y la admiración de todos los que aman el deporte y la cultura, y te preguntas que dirá Eduardo Galeano, otro que escribía como los dioses y que cuando comenzaba un Mundial ponía un cartel en la puerta de su casa que decía “cerrado por fútbol”, o Juan Esteban Constaín, al que también le hubiera gustado estar ese día en el campo para refrendar lo que dijo en uno de sus libros: “El fútbol es cultura y menospreciarlo sería también menospreciar a la cultura”.

Pero sobre todo te preguntas qué dirá Almudena.

Por PDV

6 comentarios en «Almudena Grandes y el Atleti»
  1. Buena reflexión, el fútbol es como la vida misma, capaz de lo mejor y lo peor. Aunque tengo serias dudas de que, hoy por hoy, fomente muchos valores. Esta semana tuve que llevar a mi nieto a entrenar (se ha apuntado hace poco) y salí con un sentimiento de tristeza. Niños entre cinco y siete años con un espíritu competitivo fuera de lo normal. Empujándose, dándose patadas y zancadillas. No sé, me pareció poco instructivo. Mi nieto apenas tocó un balón porque evitaba meterse en los barullos, creo que no va a durar mucho en esa activad.

  2. Lejos de intentar emular las citas de los grandes escritores que has citado creo que la afición y la pasión por es fútbol es un fenómeno transversal. Mi tío me hizo socio del Madrid en el 69 y siempre me llamó la atención cómo El veía un partido como el que está leyendo un libro, sin rechistar. Alguna mueca y un apretar los puños si marcaba su equipo y otro puñadito de pipas. Y era un Forofo. Pues eso.
    Enhorabuena Manuel. Una entrada llena de sensatez.

  3. Ojalá todos los forofos fueran como tú, Manuel, capaz de unir con tanta sensibilidad fútbol y cultura. A mí que ya no soy aficionada, aunque lo fui, y mucho, hace ya bastante tiempo, me hubiera encantado estar ese día en el campo y me hubiera emocionado con ese minuto de silencio, ese reconocimiento que el equipo de sus amores supo hacer a la gran Almudena, ese gol que supuso por toda la escuadra al desprecio manifiesto de nuestra deplorable clase política. Estoy segura que hubiera terminado coreando ése.. «Atleetii. Atleetiiii, Atleeetiii»
    Muy buen artículo.

  4. Yo pienso que a los que nos gusta el futbol, nunca hablaremos mal de él. Cuando gana nuestro equipo nos alegramos y cuando pierde, nos fastidia. Pero esa dinámica nos engancha y llena nuestra vida de ilusión, admirando a nuestros ídolos y teniendo un motivo más para charlar con los amigos. Hablan mal del futbol aquellos que no siguen a ningún equipo y se aburren, igual que se aburren algunas mujeres durante los noventa minutos de la retransmisión. Como en todos sitios puede haber gente indeseable infiltrada entre la afición, pero esos son una minoría y no deben perturbar la armonía del reporte rey, que forma parte de la cultura que pasamos a nuestros hijos. Manuel, enarbola tu bufanda que se vea bien.

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