ALICIA EN EL PAÍS DE LA ALEGRÍA. DE NIEVES ÁLVAREZ
Por María Isabel Ruano.
Recuerdo la tarde de la presentación del libro en Madrid. Era lunes y hacía mal tiempo. Fue en la biblioteca del Retiro y me daba mucha pereza ir, pero lo hice y me alegré mucho de haberlo hecho.
Atravesé el parque sorteando charcos, me recreé con la fotografía, los árboles, el lago y la luz. Llegué con los zapatos muy sucios, pero no me di cuenta hasta que esperando el metro, reparé en ellos. Nada más llegar me sentí hilvanada por el hilo rojo que Nieves fue trenzando en torno a nosotros. Me gustó su naturalidad, su facilidad de palabra, su mundo lleno de anécdotas y recuerdos, sus pendientes rojos con forma de cereza y la forma de desenvolverse entre los invitados. Recuerdo que escribí una crónica, que la publiqué en Facebook y que íbamos vestidas de forma similar.
No ha pasado tanto tiempo, un año y tres meses y sin embargo, muchas cosas han cambiado desde entonces. Nosotros, nuestra sociedad ha cambiado, en base a una pandemia que nos ha metido el miedo y la enfermedad en los cuerpos y ha paralizado la libertad. Al menos esta circunstancia tan feroz, al tener más tiempo libre, me ha permitido leer esta entrañable novela.
La terminé ayer, mientras la tarde estaba tormentosa y el aire removía cercanas sensaciones en mí. Me gusta volver a pasar las hojas de un libro cuando lo termino, es como acariciarle, darle las gracias, buscar las frases subrayadas, las exclamaciones, mis anotaciones… y despedirme de él al mismo tiempo. Aunque me consta que esta novela deja un poso en mí de reflexión y melancolía, de agradecimiento, puesto que juntas hemos compartido muchos momentos de esta cuarentena. A ratos, sentada junto al mirador, contemplando la calle vacía, el ajetreo de sirenas, el sobresalto, la luz y el tejado de la iglesia. Otros en la habitación buscando el recogimiento.
Su lectura, ágil y amena, su estructura cronológica y por capítulos, favorecen esta lectura pausada, a ratitos, que te permiten hacer otras muchas cosas y regresar al mundo de Alicia con suma facilidad.
Sólo tengo palabras entrañables para ti, Nieves. A través de tu novela he vivido tus emociones, la voz inquieta y alegre de Alicia, que se ha ido enfrentando a la vida, sus descubrimientos e interrogantes con valentía y determinación. Sin perder a su vez la bondad y la inocencia.
La novela, a pesar de que la autora alega parte de invención literaria, se vive desde la autobiografía, cercana, testimonial y reflejo de toda una época, no tan lejana, tanto a nivel político, económico y social. Reflejo a su vez de la aparente sencillez de un entorno rural no exento de complicaciones. En donde la memoria colectiva se convierte en un implacable juez. Muestra a su vez el abismo existente entre la infancia vivida en un pueblo y en la ciudad. Un pueblo pequeño, cercano a Ávila y bien comunicado por el tren, pero cuya vida transcurre en otro compás. Sergio y Alicia son claros representantes de estos ambientes.
Cambia totalmente el tono de la novela ante la tragedia familiar que coincide con el paso de Alicia, de la infancia a la pubertad, de los nueve a los doce años, tiempo en el que transcurre la novela. Qué dolor tan profundo y tangible, qué bien descrito a través del luto, los rezos, el miedo, el silencio, las ventanas cerradas e incluso la amenaza de la locura a la que el dolor puede conducir y por la que todo puede ser destrozado.
De alguna manera, también he vivido en mi infancia, las reminiscencias del luto, el que marcó a mi familia durante la Guerra Civil, con la muerte de mi tío Manolo, a los veintiún años, cuando mi madre tenía dieciocho. Tragedia que truncó, no solo su juventud sino el deseo de estudiar una carrera, magisterio, y la tristeza impregnada por todos los rincones y el luto de por vida de mi abuela. Eran tiempos muy difíciles aquellos… Menos mal, que Nieves, con sus recuerdos, redime a los protagonistas y se redime a sí misma a través del amor. El amor profundo de su familia que siempre la ha acompañado.
Por todos estos motivos, recomiendo la lectura de esta gran novela, segura de que encontrareis entre sus páginas belleza, poesía, juegos, inocencia, anécdotas, refranes, episodios y recuerdos muy especiales. Todos ellos narrados desde la voz de una niña muy especial.
Mª Isabel Ruano es miembro de la asociación Grupo de Escritores Primaduroverales. Es coautora de los libros Primaduroverales, cuentos (2007), Madrid Sky (2013) y 2056 Anno Domini (2018). Tiene publicados relatos en distintas antologías y libros de carácter profesional relacionados con la enseñanza. Recientemente ha publicado el poemario Entre el asfalto y el mar con el grupo Tierra Trivium.
Parece interesante.Yo que pertenezco a la generación de la posguerra, me he sentido identificado con solo leer la crónica de María Isabel. Intentaré leerlo.