Un libro, ‘2056 Anno Domini’, que supone un reto, un homenaje, una ausencia y veintisiete formas distintas de abordar el reto, hacer un homenaje y combatir la ausencia. Veintisiete historias en las que cada autor se llevó la mano a la frente para que el futuro no le deslumbrara. La incertidumbre, los deseos y los sueños que a todos nos envuelven cuando pensamos como serán los mañanas que están por venir.

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Veintiséis autores más otro que nos dejó a mitad de proyecto, no sin antes haber hecho su contribución a este libro. El empeño personal que Él, Fernando López Díaz, tenía sobre el futuro y sobre cómo sería el mundo en 2056, llevó a que alguien en el grupo propusiera hacer un libro de cuentos sobre esa temática. Y así fue, dicho y hecho. El proyecto se puso en marcha, y prosiguió, incluso después de aquel 30 de diciembre de 2016 cuando Fernando nos dejó.

Y hoy ya podemos confirmar que hemos llegado a la meta. El libro ya está en la calle y el 28 de febrero próximo lo presentaremos, tomará vida propia y cada lector se podrá sumergir en las variadas formas y ángulos, desde los que cada autor ha dejado su impronta.

Los futuros, en tanto en cuanto se hayan pretendido barruntar, literariamente o no, siempre fueron condicionados por los pasados y los presentes que los antecedieron y, casi siempre, cuando se fueron alcanzando esos futuros resultaba que eran sorprendente e inexplicablemente distintos.

Aprovechando la excelente introducción que Pura Simona de la Casa, coordinadora del grupo Primaduroverales, realiza en el libro, incluimos aquí una muy acertada reflexión suya al respecto:

“… y es que vislumbrar el futuro nos enfrenta a los fundamentos, o los valores que estamos cultivando. Son temas serios y candentes, tratados unas veces con drama y otras con humor, que de todo hay en el libro …

A pesar de que todos los futuros pasados resultaron ser ajenos a lo vaticinado, sí que es verdad que en estos tiempos que corren, los hechos, los cambios, las sorpresas van marcando un itinerario acelerado y, en muchos casos, apasionante.

Y es en este tiempo que nos ha tocado vivir, donde los avances tecnológicos y científicos que tanto nos están influyendo, donde Fernando se sentía, digamos, que medio deslumbrado. Y ahí radicaba, quizá, ese empeño suyo en que escribiéramos sobre ello, con el foco en una fecha, un año, el 2056, que, por estar suficientemente cercano y lejano a la vez, nos llevaría a exprimir nuestras capacidades creativas. Estoy seguro de que no le hemos defraudado.

En cuanto a la parte de homenaje para él, que este libro encierra, hace falta incluir una breve reseña de quién era: trabajador incansable, desde los 14 años, economista de profesión, ejecutivo en empresas industriales, políglota y pionero en los proyectos internacionales. Además, como persona, pasional, con firmes principios y de fácil tertulia, y, sobre todo, para aquellos que tuvimos la suerte de conocerlo de cerca, un amigo, de esos que se cuentan con los dedos de la mano.

Algunos trazos adicionales que de su perfil realiza Pura, en la introducción:

“… desearía que las palabras fluyeran y poder pintar a Fernando como se pinta un personaje …  si no lo conocías, podía perturbar el tono con el que acometía algunas de sus frases …  y lo conocieras o no, su voz, al leer un texto literario, te transportaba a los confines de la ficción. Era la voz del taller, y uno de sus mejores dones. Una voz grave, pausada, de entonación precisa, y le podríamos añadir un adjetivo de moda: “mugrosa”, que le daba vida a cualquier texto. Si cerraras los ojos, te parecería escuchar a un narrador de radio de “aquellos años”, los que fueran …”

Y volviendo al libro, leamos, leamos el futuro y vivámoslo, sumerjámonos en las frases de cada página, hagamos el puñetero favor de ser felices y crucemos esos lugares comunes, los annus mirabilisannus horribilisanno hegiraeanno mundi y el anno salutis, que entre veintisiete autores hemos construido.

Por PDV

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